El discurso en cuanto a los derechos, garantías y libertades en éste país es doble y más, cuando se trata de las mujeres, debido a que hacerse respetar en cualquier parte del Mundo, no es tarea fácil y menos en la autodenominada Suiza centroamericana, más allá del imaginario colectivo que se vende hacia fuera, para atraer turistas e inversores a la zona, minimizando la naturalización de la violencia contra las féminas, a raíz de la culturalización del machismo imperante que se expresa y reproduce, desde lo más profundo de la idiosincrasia costarricense, constituida ésta a partir del seno familiar.
Al aparato político y patriarcal instaurado a lo interno de ésta República, se le ha hecho imposible asumirse tal y como es, un gran misógino desde las bases hasta la cúpula responsable y tolerante de éste flagelo nacional, el cual hoy ha quedado evidenciado a través del asalto, violación y asesinato de dos turistas, una española en el Caribe y otra mexicana en el Pacífico, en un periodo menor a veinticuatro horas, exponiendo el hecho de que: (ser mujer dentro del país más feliz del mundo, ha llegado a convertirse en una situación sumamente peligrosa).
Porque toda mujer costarricense puede asumir que en algún momento de su vida, fue objeto de diferentes tipos de agresión, ya sea psicológica, física o sexual a través de su desarrollo psico-social. Mientras las instancias encargadas de administrar e impartir justicia se dicen con las manos atadas, debido a la ineficiencia por parte de algunos funcionarios públicos, quienes no aplican la ley como se debe frente a hechos tan lamentables como éstos, aduciendo que son los portillos existentes dentro del ordenamiento jurídico los responsables de tanta impunidad, en lugar de la culturalización de la violencia contra las mujeres.
A pesar de soportar y sobrellevar una serie de violaciones y atropellos a nuestra dignidad personal y Derechos Humanos, muchas seguimos en pie de lucha, exponiendo al Mundo lo que está pasando aquí y que en realidad, ya es imposible de ocultar.
La violencia en Costa Rica, no es exclusiva de las zonas turísticas alejadas de la meseta central o de nicaragüenses indocumentados u otros foráneos, los cuales vienen a trabajar o huyendo de la justicia; es una conducta que se ha generalizado hasta dentro del Congreso de la República por décadas, y ejemplos sobran para quienes no tenemos mala memoria, así que tomen nota estudiosos y especialistas en el tema, aquí es peligroso ser mujer a vista y paciencia del aparato estatal y más, cuando algunas estamos dispuestas a denunciar.
Por otra parte, la violencia hacia las mujeres también se ha instaurado en las principales universidades estatales que se han transformado en cualquier cosa, menos en casas o centros de enseñanza superior y esto, se puede corroborar solo con leer las denuncias en diferentes medios de comunicación de las propias estudiantes y docentes, acosadas sexual y laboralmente; las cuales ven como las “altas autoridades” dentro de éstos “centros de estudio”, se hacen de la vista gorda ya que los acosadores muchas veces son catedráticos que se amparan en sus investiduras, para violentar a cuanta mujer tengan al frente.
Por ello, como mujer nunca me cansaré de denunciar que los organismos pertinentes en éste país, miran hacia otro lado con honorables excepciones claro, porque eso es lo que hacen a lo interno de las instituciones, al arroparse bajo la autonomía que poseen éstas entidades, cuando pasan situaciones como las antes descritas y no existe, cobertura internacional que visibilice y cuestione a lo que estamos expuestas muchas aquí cada día.
La naturalización de la violencia contra las mujeres, asumida por el patriarcado-político-social en éste país, nos afecta a todas sin distinción alguna y ahora, también a las familias de las turistas asesinadas la semana pasada que solicitan con todo derecho, justicia pronta y cumplida por parte de Costa Rica.
Los organismos pertinentes tanto nacionales como internacionales abocados a estos temas, le deben de exigir al Gobierno de Costa Rica mayor transparencia, y que cumpla con su deber, declarando estado de emergencia nacional debido a la violencia ejercida contra las mujeres. Porque ésta Nación no alcanzará la paz, ni la justicia social en pro de todas nosotras, a menos que se ponga fin a éste tipo de agresiones y otras, a pesar de las amenazas directas y veladas de las que somos objeto y frente a las cuales, nunca guardaremos silencio…
Dedicado a la memoria de Arantxa Gutiérrez y María Trinidad Mathus Tenorio y a sus familias. Que su muerte no quede impune, porque éste país, no es la Suiza centroamericana, ni el más feliz del Mundo y menos, “pura vida”, ni antes ni después de su partida.
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