Dice el ministro de Hacienda que para finales de este año 2024 se espera disminuir el tamaño de la deuda pública de nuestro país. También desde hace dos años ha dicho que por fin ya va a enviar el proyecto de venta del Banco de Costa Rica así como el proyecto de la venta parcial del Instituto Nacional de Seguros. También se ha vaticinado la disminución del precio del arroz, del precio de los medicamentos, del cierre de los colegios profesionales, de la eliminación de las pensiones de lujo. Etc, etc, etc. Ahora la Sala IV también entra en los vaticinios y anuncia desde hace varios días que el próximo 29 de julio va a emitir el salacuartazo sobre el proyecto de referendo.
De todos ellos, el vaticinio más novedoso es anunciar el próximo salacuartazo, dado que nos hemos acostumbrado a que la información de los eventuales salacuartazos siempre han ocurrido sin previo aviso. De hecho y por ejemplo, de las 84 municipalidades y otras pocas instituciones públicas, eventualmente nos enteramos de salacuartazos a artículos inconstitucionales de sus convenciones colectivas. En realidad, lo que más conocemos los costarricenses del trabajo de la Sala IV, son precisamente sus salacuartazos y la eventualidad de los mismos, sin fecha previa de aviso y menos, sin saber siquiera el tema del mismo o la institución investigada.
Ahora mismo, seguramente la mayoría de costarricenses desconocemos la cantidad y la temática de todos los salacuartazos que deben de estar en trámite. Así que es una novedad de la Sala IV que de ahora en adelante nos siga avisando con anticipación del tema y la fecha de los próximos salacuartazos.
En realidad, sería muy útil que también los mismos integrantes de la Sala IV, como costarricenses que también son y como conocedores de nuestra Constitución Política y de nuestras leyes, de alguna manera no estuvieran solo esperando a que lleguen temas de salacuartazos por parte de los demás costarricenses, sino que ellos mismos de alguna manera propongan los temas o por lo menos algunos de los temas e instituciones a investigar, de los próximos salacuartazos.
El Tribunal Superior de Elecciones también puede ayudar mucho más a Costa Rica. No podemos seguir con los mismos procesos electorales de hace 200 años. Los procesos electorales tienen mucho que mejorar para proveer, más y mejores políticos y funcionarios públicos, con más y mayores deseos de servir a la Patria. También se prevendrían y se evitarían muchos otros problemas, si la Sala IV por fin tuviera entre sus prioridades, estar actualizando diariamente todo lo relativo a nuestra Constitución Política: la interpretación única y correcta y las mejoras necesarias de artículos como los relativos a las convenciones colectivas y al 8% del PIB para financiar a la educación pública, por ejemplo. Ya hace varios años se permitió la innecesaria reelección presidencial, así que sí se puede modificar todo lo que sea necesario, para beneficio del Estado y de todos los demás costarricenses.
No puede ser que todas las sanciones que hay que ejecutar para defender al Estado y por ende a sus habitantes, a todos los demás costarricenses, tarden años y años y hasta prescriben: la trocha, el cementazo, el caso cochinilla, el caso diamante, los privilegios de las convenciones colectivas del sector público, el combustible de los diputados y otros funcionarios públicos, las pensiones de lujo, el salario escolar, los pagos de más dizque por errores en las planillas del ministerio de educación y otras instituciones públicas, las repúblicas independientes como las municipalidades y las universidades públicas donde se autorizan salarios y privilegios que ni los mejores países europeos tienen, el abandono de la educación pública primaria y secundaria por privilegiar al FEES, carreteras y hospitales en lento proceso, en fin.
Qué maravilla la internet y todas las redes sociales actuales para enterarnos de inmediato de todo lo que hacen y no hacen los gobiernos de turno. Antes había que depender de periódicos y noticieros apenas para medio enterarse, semanas, meses y años después, de lo que ya se había hecho y que de por sí, ya nada podíamos hacer.