Los procesos tienen un inicio y un fin, que normalmente se analizan contra resultados, que puede ser positivos y no positivos, que ameritan un análisis serio y sereno sobre las causas que dieron lugar a los mismos. De ambos escenarios derivaremos el aprendizaje requerido para la mejora.
Entendido el proceso organizativo, como el conjunto de pasos que se siguen para lograr las metas de manera ordenada y efectiva. Y que el mismo, debe incluir la planificación de lo que se pretende alcanzar, organización de los recursos necesarios, incluyendo por supuesto los humanos, guiando al equipo hacia las metas y verificando que todo marche como se esperaba.
Se requiere finalizar el proceso, para obtener la retroalimentación necesaria que enrumbe a la organización hacia estados superiores.
Normalmente al concluir procesos a nivel organizacional, de diferente naturaleza, lo correcto es realizar un auto análisis, en el que prevalezca la objetividad, seriedad, cuyo fin último sea el de una mejora de la organización.
Suele suceder cuando se da el espacio para el análisis, y quiénes lo guían, al conocer críticas constructivas o aportes significativos, ya vienen predispuestos a no escucharlas, no canalizarlas a los niveles indicados, o a no ponerlas en práctica, provocándole a la organización una posibilidad importante de crecimiento.
En lo relativo al proceso eleccionario a nivel cantonal recién concluido, provoca en los actores de este escenario diferentes reacciones; los ganadores de gozo excesivo, dejarse llevar por la emoción y no por la razón y en los vencidos, revanchismo, tristeza, desmerecimiento hacia el vencedor, etc.
La experiencia, sugiere que para aquellos partidos que el electorado no les favoreció con su voto, les es mandatorio realizar un análisis profundo, no maquillado, para producir el cambio de rumbo requerido.
En la medida que no se entienda que los tiempos han cambiado, y por ende el necesario remozamiento de sus prácticas electorales, se pierde la oportunidad de un crecimiento sólido y sostenible.
¿Qué nos toca en nuestra condición de ciudadano y líder político, llámese ganador o perdedor, de cara a nuestros cantones?
Conviene recordar, la frase: “Digno en la derrota, humilde en la victoria”. Por lo tanto, este es el momento de demostrar grandeza cuando se ha tenido un triunfo significativo.
Para los perdedores quizás la decisión más sensata, sea el de coadyuvar para que los planteamientos de fuerte impacto económico y social de quienes triunfaron se logren cristalizar, y paralelamente aportar, propuestas serias y responsables para que enriquecer esas propuestas; para así contribuir con un aporte constructivo en pro de nuestros cantones. Por consiguiente, que la diferencia entre ganar y perder sea la actitud.
Importante bajo las circunstancias que rodean la política construir alianzas, acuerdos, promoviendo la capacidad de escuchar al adversario, ojo no digo enemigo, buscando en sus planteamientos méritos y aciertos, importante ser directo y completamente transparente en comunicar los intereses y objetivos que se desean satisfacer.
Esto significa que la acción política debe adaptarse a los cambios, y también propiciarlos, de ahí que sea tan importante la capacidad para innovar y rediseñar el quehacer político, de no hacerse es seguro que se debilitarán hasta desaparecer los vínculos de la acción política con la ciudadanía.
La democracia, política y los tiempos actuales demandan una nueva y vigorosa manera distinta de encarar los problemas en beneficio de los demás. En ésta ya no es suficiente decir soy político, es actuar como tal, lo cual implica seriedad, honestidad, congruencia, profundizar en las coincidencias, estudioso de la realidad que le rodea y lealtad.
Finalmente, ¿qué puedes hacer para que su cantón esté mejor, indistinto si soy ganador o perdedor?