Cuando estás internado en un hospital “NO VALES NADA”

» Por Esteban Ruiz García - Psicólogo

Los que han estado internados en un hospital por la circunstancia que sea, posiblemente ese sea el pensamiento más frecuente que ronda en su mente a lo largo de los largos días…. se hacen realmente eternos.

Si tienes la dicha de estar en un cuarto y en una cama en alguno de los servicios (muchos están en camillas en los pasillos por días), experimentas una casi total pérdida de la autonomía, del poder de decidir y hasta de pedir gustos, eres simplemente uno más igual que todos en una cama con un número.

Cuesta dormir, te prenden las luces a cada momento, la comida no siempre es de tu agrada tanto en sabor como en cantidad, estás rodeado de otros “números de cama” con padecimientos incluso peores que los tuyos, de los cuales podrías recibir un contagio mortal, las horas son largas, muy pocas personas del personal tratante tiene la paciencia de sentarse y explicarte con un lenguaje cotidiano lo que te ocurre, lo que te están haciendo, lo que te van a hacer (ellos también tienen sus problemas)…Todo es incierto

Los baños… Haces fila para bañarte, en una ducha que acaba de ser utilizada por tu compañero el cual dejó el piso con sangre y sustancias que no sabes identificar y hasta huelen desagradable, te secas con tu pijama de cama del día anterior, debes hacerlo rápido porque todos se quieren bañar.

No sabes qué hacer durante el día para entretenerte, esperas con ansías infantiles la hora de la visita, para ver quienes se acordaron de ti o pudieron hacer lo imposible por verte, cuando llegan ellos no sabes si reír o llorar, es tan emocionante verlos, la visita dura muy poco, en unos cuantos minutos deben irse y dejarte con el corazón roto, te sientes solo.

Añoras esa sonrisa del personal tratante, que se detengan 30 segundos a verte y escucharte un momento, cuando te llaman por tu nombre te sientes la persona más importante de este mundo…

Valoras ese confite que te trajo tu visita, lo guardas con recelo.

Cuando estás en un hospital NO VALES NADA, pero empiezas a valorar a los seres humanos en su esencia, a ese médico amable que te saluda con cariño, a ese misceláneo increíble que te cambia la manzana por una gelatina…. esos detalles en un hospital simplemente no se olvidan, tampoco olvidas a la enfermera amable que mientras te toma la presión te mira a los ojos y dice: vas a estar bien, ponerte guapo para la visita de mañana, ellos quieren verte sano y fuerte. Nada de eso se olvida.

Tampoco se olvida a el que te llama o escribe mensajes todos los días diciendo: acá estoy, al que te manda un detalle, a los que visitan, en esos momentos de tristeza, cuando te sientes el ser más fracasado de este mundo y que NO VALES NADA, llegan esos seres humanos maravillosos a cambiarte esa opinión tan radical de ti mismo.

Gracias a todos esos que no olvidan el verdadero valor del ser humano en sufrimiento, a ese personal tratante del hospital, a esa persona que visita incluso no siendo familia, a ese asistente alcahueta que te cambia el postre…

Si llegaste hasta acá leyendo te agradezco en nombre de todos los que hoy sufren en una cama.

Si trabajas en un hospital, se amable, eres la esperanza de los desesperados.

Si tienes un conocido en un hospital, visítalo, lo haces llorar de la emoción y eso ayuda a que sane más pronto.

Si estás en un hospital, valora cada detalle amable, no olvides y devuelve.

Los artículos de opinión aquí publicados no reflejan necesariamente la posición editorial de EL MUNDO. Cualquier persona interesada en publicar un artículo de opinión en este medio puede hacerlo, enviando el texto con nombre completo, fotocopia de la cédula de identidad por ambos lados y número de teléfono al correo redaccion@elmundo.cr.

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