En la actualidad, la figura de Álvaro Ramos ha generado un intenso debate en la política costarricense. Algunos lo ven como el rostro de la continuidad, mientras que otros lo perciben como el líder capaz de ofrecer el cambio que el país tanto necesita. El temor de ciertos sectores al precandidato es evidente, especialmente al intentar vincularlo con la inercia de la política tradicional. Sin embargo, esta visión superficial pasa por alto su capacidad de liderazgo y su propuesta de transformación.
Es cierto que algunos miembros de su equipo son conocidos, pero eso no debe ser un obstáculo para evaluar su candidatura con objetividad. El cambio no siempre proviene de lo nuevo, sino de quienes tienen la capacidad de aprender y gestionar soluciones efectivas. La verdadera fuerza de Ramos radica en su experiencia y su habilidad para escuchar a los sectores más vulnerables del país, algo que ha subrayado con su célebre frase: “Nací sordo, pero este país me enseñó a escuchar”.
Costa Rica, como sabemos, enfrenta enormes desigualdades sociales. Las promesas de gobiernos anteriores han quedado en palabras vacías, mientras que Ramos, con su historia personal de superación, ha demostrado una empatía genuina por los más necesitados. Su propuesta va más allá de discursos, apuntando a cambios tangibles en áreas claves como la salud, la educación y la seguridad social.
El odio y el rechazo que enfrenta Ramos por su discapacidad son un claro reflejo de una sociedad que aún tiene mucho por avanzar en términos de inclusión. Sin embargo, su lucha para superar barreras físicas y sociales demuestra que no solo posee la capacidad intelectual y política necesaria para ser presidente, sino que también representa la superación de los límites que muchos intentan imponer.
En cuanto al Partido Liberación Nacional (PLN), su papel en la política costarricense ha sido clave, pero también necesita una renovación que conecte mejor con las necesidades de la gente. Álvaro Ramos representa esa posibilidad de cambio dentro de una estructura política que, si bien tiene su historia, necesita transformarse para enfrentar los desafíos actuales. Su propuesta no es solo una promesa de cambio, sino una llamada de atención a las instituciones que deben ser reformadas, como la Caja Costarricense de Seguro Social (CCSS), que atraviesa una crisis crítica.
Finalmente, el cambio que Costa Rica necesita no se trata de un giro radical, sino de una evolución política que se base en la experiencia, pero también en un compromiso real con las zonas más olvidadas del país. Álvaro Ramos tiene la capacidad de liderar esta transformación, no desde el autoritarismo ni desde la ruptura, sino a través de un gobierno inclusivo, cercano y dispuesto a escuchar.
En resumen, la candidatura de Ramos es una oportunidad para renovar Costa Rica sin olvidar los logros del pasado. Su propuesta de liderazgo, basada en la empatía y la capacidad de escuchar, puede ser el cambio real que el país necesita para avanzar hacia un futuro más justo y equitativo.