13 compromisos para gobernar la nueva Costa Rica de manera diferente

En el 2018 elegiremos un nuevo Gobierno. La pregunta que nos hacemos la gran mayoría de los costarricenses y las juventudes en lo particular, es si una nueva Administración,  seguirá haciendo más de lo mismo. Es decir, si en el contexto de los grandes desafíos del siglo XXI, los patrones del trabajo gubernamental, estarán marcados por la repetición de los mismos vicios, engaños, corrupciones cinismo, ideas, e inoperancias, que tienen enojada a la población, y que están conduciendo al país, a una deslegitimación cada vez más creciente de los actores y del sistema político mismo. La interrogante es, si el nuevo  liderazgo, va a proseguir por la vía del desencanto y la frustración, o si va a cimentar la nueva esperanza que todos deseamos.

Elegir un nuevo Gobernante, para que siga haciendo más de lo mismo, no tiene sentido. Es preciso reconocer que seguir con las mismas prácticas y formas de hacer las cosas, que defraudan profundamente a los costarricenses,  constituiría un elevado riesgo  para la vida institucional y la paz social de la nación.

En este contexto, el nuevo Gobierno solo puede iniciar un renacimiento, si es capaz de hacer la diferencia que deseamos los ciudadanos. De esa manera podría revitalizar la conciencia ciudadana, tan necesaria para construir juntos el porvenir de nuestro país.

El efecto demostrativo y educativo, que puede producir una gestión pública, cimentada en la recuperación de valores, en propuestas innovadoras y formas sanas de gestionar lo público, resulta necesario para devolver la gobernabilidad, el respeto, la confianza y la esperanza a los habitantes.

Las siguientes recomendaciones van dirigidas esencialmente, a apostar por una manera renovada de hacer las cosas, por un nuevo modelo de gestión, desde el ejercicio del Poder. No se refieren por tanto, a los contenidos de políticas públicas que llevará a cabo una nueva administración, conforme a los planes y proyectos, que haya definido previamente. No son ideas para la formulación de un plan de gobierno, constituyen más bien, una manera diferente de ejercer el Gobierno. Tampoco se refieren a las exigencias pragmáticas necesarias, para lograr el equilibrio entre los diferentes grupos de interés, inevitables en el funcionamiento de una democracia moderna y compleja.

Por tanto estas propuestas, no se dirigen entonces a aquellos proyectos que planea desarrollar el Gobierno, sino más bien, al cómo ese Gobierno  va a conducir la cosa pública, cuál va a ser su manera, su estilo y  su forma de ejercer el Poder. Hay además  un elemento simbólico que puede ser fundamental para recuperar la confianza. Un Poder Ejecutivo, por ejemplo, encabezado por su Presidente, que sea austero, humilde, sencillo, que la gente lo perciba como parte de la ciudadanía, que sea natural, con un liderazgo no artificial ni publicitado, actuando con honestidad, congruencia y consistencia, con autoridad y valentía cuando debe asumirlas, irradiará un simbolismo en el quehacer político nacional que puede facilitar el trabajo bueno,  que todos los ciudadanos responsables queremos de cualquier gobierno, sea del partido que sea.

Procede entonces considerar los siguientes elementos para mejorar la gestión gubernamental. La pregunta de por qué están fracasando los gobiernos en Costa Rica, tiene variadas respuestas. Una de ellas, tiene que ver con el tema de cómo se está gestionando el poder público.

A mi modo de ver, un nuevo gobierno debe al menos tener estos trece compromisos.

COMPROMISO CON  LA VERDAD

La falta de verdad de los Gobiernos tiene enojada y afligida a la población. La práctica del cinismo se ha constituido en una enfermedad política. El liderazgo que desee marcar huella en el país, tiene que aferrarse a tomar decisiones y realizar su gestión, en apego a la verdad. Esto  hará que la ciudadanía lo perciba como limpio, sano y congruente. Continuar jugando al escondite, echando la culpa a los demás, de yo no fui, fue teté, haciendo de la mentira, y del cinismo,  normas de conducta política, es seguir fortaleciendo el proceso de deslegitimación del Poder y de la clase política.

La diferencia está en usar la verdad como estandarte. La verdad y nada más que la verdad. El Gobierno que cultiva la verdad, promueve una diferencia ética de gran contenido pedagógico para los ciudadanos. Un Gobierno fundado en la verdad de sus decisiones genera confianza, legitima el Poder, crea autoestima  nacional, y propicia el orgullo de sus habitantes para aquellos que lideran el Poder político.

COMPROMISO CON UN GOBIERNO CAPAZ DE RECONOCER SUS ERRORES Y RESPONSABILIZARSE POR ELLOS.

 Los líderes políticos costarricenses, son completamente reacios a reconocer sus errores, y mucho menos, asumirlos con responsabilidad.  Esa política dañina hay que superarla. En un nuevo gobierno, la norma debe ser, reconocer con valentía y responsabilidad, frente a la ciudadanía, los errores que se cometan, y aprender a pedir disculpas públicas con humildad cuando sea necesario. Herrar es de humanos. Pero son muy pocos los políticos, que se disculpan y piden perdón a sus electores cuando se equivocan.   Estamos llenos de dirigentes orgullosos, más aún cuando por defectos procesales salen absueltos en los tribunales, aunque moralmente hayan dañado al

COMPROMISO CON LA HONESTIDAD

No es la política la que ensucia a las personas, sino las personas las que ensucian la política. El mal ejemplo de los gobernantes, tiene una repercusión profunda en el alma de los ciudadanos.  Si el país quiere producir una inflexión que le permita un cambio de dirección, entonces debe restituir el valor de la honestidad de sus gobernantes y funcionarios,  de sus actos y decisiones, pero no porque ellos lo prediquen en campaña, sino porque se practique desde el Gobierno, como una regla de conducta, empezando con el ejemplo de quien ejerce la Primera Magistratura. Sabemos que la corrupción no es patrimonio de los políticos, pues es también un mal social, pero esa realidad  no debe servir de excusa, para seguir gestionando indecorosamente los intereses públicos. Si un nuevo Gobierno, quiere hacer diferencia, debe con gran determinación  hacer de la honestidad, su mayor compromiso gubernamental. Debe desecharse el uso del miedo, como instrumento para alcanzar objetivos políticos. La honestidad debe brillar en los actos del Gobierno. Los ciudadanos suelen percibir las desviaciones del Poder con gran facilidad, hoy más que antes, dada la alta sensibilidad existente en la sociedad, derivada de los actos de corrupción, que han involucrado a altos dirigentes políticos del país.

COMPROMISO CON UN LIDERAZGO QUE VALORE EL APORTE DE LA DIVERSIDAD DE PENSAMIENTO    

El país se ha inundado de liderazgos mezquinos, que no aprecian el aporte bien intencionado de ciudadanos y organizaciones que formulan ideas y propuestas, y que realizan trabajo en beneficio de todos. Hay un egoísmo pernicioso, que descalifica cualquier buena propuesta que no surja del Presidente, del Gobierno, o del Partido oficial.

Para que un nuevo liderazgo  haga diferencia, tiene que ser magnánimo y agradecido con los aportes de donde vengan que se hagan en beneficio del país.  Construir Costa Rica implica sentido colectivo. La política inclusiva debe permear permanentemente el quehacer del Gobierno. Esto conlleva a una aceptación de la diversidad del pensamiento, y de la multiculturalidad que caracteriza la identidad del ser costarricense. Las buenas ideas no solo están en el medio político, sino en la colectividad. La apertura a nuevos proyectos y  a la diversidad, ayuda a ventilar al sistema político, y a oxigenar  la democracia. Ojalá se pueda hacer un TDX anual en materia política para que la ciudadanía aporte ideas innovadoras que puedan llevar frescura a la sociedad política nacional.

COMPROMISO CON QUE SEAN LAS OBRAS LAS QUE DEFIENDAN LA LABOR DEL GOBIERNO

Se ha hecho usual, que los Gobiernos quieren dejar  huella, no por lo que realmente logran hacer, sino por lo que logran decir que hacen, usando pautas en los medios de prensa. Publicitariamente todos los gobiernos son de muy buenos para arriba. Todos se auto-complacen. Ese divorcio entre lo que se hace, y lo que el Gobierno promueve, es propio de liderazgos mediocres. Los gobiernos se deben defender por sí mismos, con las obras y la gestión que efectúan en favor de los habitantes. Cuando un Gobierno tiene que cacarear constantemente con grandes sumas de dinero el éxito de su labor, es porque su gestión no ha tenido éxito, o le ha faltado consistencia. “Dime de que presumes y te diré de qué careces”, dice el conocido refrán.

Hacer diferencia en la próxima Administración, implica que el Gobierno acumule méritos y reconocimiento de los ciudadanos, no por lo que predica que hace, sino por lo que realmente realiza. Woody Allen decía que;  “las cosas no se dicen, simplemente se hacen, porque al hacerlas, se dicen solas.”

COMPROMISO CON  EL DIÁLOGO  Y LA ATENCIÓN DE LOS CIUDADANOS

En la sociedad actual,  si no hay diálogo con los ciudadanos, no hay realmente política. No se puede ejercer el Poder conversando solo con el Poder. El encuentro y reencuentro constante de los Gobiernos con la “calle” es decir, con su pueblo es una necesidad de inteligencia política.

Una manera diferente de hacer política es asumir con absoluta seriedad la práctica del diálogo constante con la población. Atender sus demandas y  sus inquietudes,  es fundamental para la legitimidad del sistema político y para acertar en la solución de los problemas del país.   Es también una forma de desacralizar el Poder en una sociedad abierta, que reclama mayor comunicación de quienes son sus representantes con sus mandantes. El Poder está cada vez menos desacralizado y eso deben de tenerlo presente tanto los partidos como los dirigentes políticos.

COMPROMISO CON LA PUNTUALIDAD

A pesar que la política debe servir para educar, la mayoría de nuestros gobernantes creen que la investidura que ostentan, incluye la prerrogativa de llegar tarde a todo, es decir, ser impuntuales. Ningún líder educa a su pueblo, si es impuntual y demuestra indisciplina. Conocí a un político que siempre decía que hacer política es educar, pero siempre llegaba sumamente tarde a todos los actos.

Por eso la política actual debe superar la práctica de la impuntualidad.  Hay Presidentes que se acostumbraron a llegar hasta una hora tarde, a los actos públicos. Un nuevo Gobierno, que aspire a hacer las cosas de manera diferente, debe hacer de la puntualidad un valor, es decir, un activo que sirva para empoderar con su ejemplo, una nueva cultura nacional de respetar los tiempos y plazos fijados, para ser además, mucho más eficientes. Ser puntual es un tributo a la disciplina. La impuntualidad es un acto claro de irrespeto a los habitantes.  También una falta a la creación de riqueza.

No es mera coincidencia, que en los países más desarrollados, existe gran aprecio por el valor del tiempo, y que éstos han hecho de la puntualidad una práctica cotidiana, que contribuye de modo importante a la productividad.          

COMPROMISO CON UN GOBIERNO QUE SOLO INAUGURE OBRAS CUANDO ESTÁN TERMINADAS

La irresponsabilidad de algunos Gobernantes ha llegado a tal extremo, que han puesto placas e inaugurado proyectos, que no están ni siquiera aprobados, e incluso en terrenos privados no adquiridos por el Estado, para construir la obra que pregonan, como parte de su administración.  Existen por ejemplo carreteras, que han tenido hasta cinco inauguraciones de diferentes Gobiernos, sin que éstos las hayan concluido.  Esa manera de hacer las cosas, no corresponde a líderes serios. Si un nuevo Gobierno quiere ser honesto consigo mismo, y marcar diferencia, debe cesar esa práctica nociva y perniciosa.  Solo se deben inaugurar las obras que estén debidamente concluidas, es decir completamente terminadas para ponerlas a disposición de los usuarios. Y no debe poner placas a su favor. Esa práctica debe abandonarse.  Actuar de esa manera es un acto de responsabilidad, de aquel que aspira a  sembrar un nuevo estilo de Gobernar.

COMPROMISO CON LA HUMILDAD Y LA TOLERANCIA EN VEZ DE LA PREPOTENCIA Y LA ARROGANCIA

Los Gobiernos actúan como si fueran los únicos portadores de las verdades políticas. Se comportan de manera prepotente y arrogante y desprecian a quienes no comparten sus proyectos, o sus formas de ejercer el Poder. Líderes que no son capaces de aceptar la mínima crítica a su gestión, ni de consultar a la sociedad, y que descalifican a los demás, sean habitantes, organizaciones, o fuerzas políticas, porque no comparten sus opiniones o criterios. Cuando hacen sus discursos dicen que si se equivocan que los corrijan, pero luego cuando se les recrimina por algún acto o decisión  se enojan. Dividen al pueblo entre buenos, ellos los que gobiernan, y los malos, aquellos que critican sus decisiones y acciones.           Los ciudadanos no quieren prepotentes en el Poder. Hay que volver a la tolerancia y a la humildad, como valores que deben caracterizar a los políticos y gobernantes costarricenses. Los habitantes desean conductores y orientadores, que tengan carácter, pero no liderazgos aplastadores de la ciudadanía, ni de sus organizaciones. Hacer diferencia en una nueva etapa política del país, es volver a los Presidentes humildes, a aquellos que se relacionan naturalmente con la gente, que son capaces de dialogar franca y respetuosamente con los habitantes, que escuchan con inteligencia las críticas de la ciudadanía, las asumen, las procesan, y las convierten en insumos para mejorar su gestión pública.

UN GOBIERNO COMPROMETIDO CON LA  TRANSPARENCIA Y LA RENDICION DE CUENTAS

Un Gobierno transparente en todos los ámbitos, es uno de los aportes más importantes que puede hacer una nueva Administración, para enfrentar los problemas de corrupción, y rescatar la legitimidad del Poder Público. Dentro de ese propósito, ejecutar una estrategia de Gobierno digital es impostergable. La población percibe que los Gobiernos constituyen un enjambre de engaños y de tráficos de influencia,  y que cuecen muchas decisiones  bajo la penumbra y a espaldas de la población.

Los ciudadanos reclaman que el Poder esconde muchas cosas, que después la población descubre por investigaciones de la Prensa, o por denuncias de los mismos habitantes. Reclaman además que no hay una verdadera rendición de cuentas. Nuestros Gobernantes llaman rendición de cuentas al informe Presidencial de los primeros de mayo de cada año. Eso es un mero informe del Ejecutivo, sobre el que no se puede ni siquiera interrogar in situ al Presidente (a) de la República. Hay que establecer las responsabilidades políticas. Revocatorias de mandatos, caídas de Ministros, despidos sin goce de salario cuando hay pruebas contundentes de errores o delitos deben ser parte de una nueva práctica política.

Es evidente que hacer una gestión que marque diferencia, implica un inquebrantable compromiso con Gobiernos transparentes, que rindan cuentas – no simplemente un informe-  de su gestión al Congreso de la República, y a la ciudadanía en general.  Ese es un desafío esencial para fortalecer nuestra democracia.

COMPROMISO DE GOBERNAR CON EFICIENCIA Y EN  BENEFICIO DE  TODOS  

Amplios conglomerados de la población tienen la convicción que los Gobiernos solo están contemplando en su gestión, el beneficio de los sectores económicos, políticos y sociales más poderosos del país.  Resienten que,  en la calidad de los servicios públicos, oportunidades, y crédito por ejemplo, hay una exclusión cada vez mayor, que se expresa en el ensanchamiento de la desigualdad. Parece entonces una banalidad insistir, que los Gobiernos nacen para gestionar el bienestar y las oportunidades en favor de todos los habitantes, y no solo de algunos estratos sociales, de algunos sindicatos, de algunos empresarios,  o de factores de poder corporativizados. Empero, en los momentos actuales es imprescindible decirlo, y repetirlo. Un nuevo Gobierno debe tener como una norma de conducta,  rescatar el compromiso de que el trabajo gubernamental rinda frutos para toda la población, y en especial para los más rezagados. Esa es una urgencia nacional, que debe hacer diferencia en un nuevo Gobierno. El Gobierno debe comportarse realmente como un Gobierno de todos y para todos los habitantes. Su gestión tiene que estar marcada por su carácter inclusivo y de democracia total.  Un buen líder tiene que estar replanteando constantemente su relación con los grupos de presión y de interés, de modo que no termine siendo un mero embajador de sectores que solo defienden  intereses de cofradía.

La población desea que el Gobierno asegure la productividad de cada colón que recibe y administra. No quiere más despilfarros de dineros en trochas, en contratos de concesiones super-onerosos y poco transparentes, en proyectos públicos inconvenientes para el país, en tráficos de créditos bancarios ilegales e inmorales,  en viajes innecesarios, en salarios desproporcionados de altos ejecutivos de entidades financieras y públicas del Estado, en declaraciones de interés nacional para disfrazar jugosos intereses privados, en pensiones  abusivas,  para citar solo algunos ejemplos. Invertir y gastar con eficiencia, es decir, con marcado celo productivo los recursos, asegurando que las obras se hagan y se hagan bien, tiene que constituirse en una norma de conducta del nuevo Gobierno, a fin de establecer diferencia.

COMPROMISO DE GOBERNAR CON SENCILLEZ Y AUSTERIDAD 

Hay que volver a la sencillez y a la austeridad, como  forma de  Gobierno. Hay que resguardar y asegurar una gestión eficaz y eficiente, en un marco de uso racional de los recursos nacionales.  La ostentación, la arrogancia, y el despilfarro no deben ser parte de una Administración que debe marcar diferencia, para contribuir con el desafío de renovar la política  del país. Costa Rica aboga por un líder que tenga determinación y carácter, para cesar las prácticas perniciosas de dilapidar recursos públicos sin responsabilidad de nadie.

Nuestro pueblo lo constituyen hombres y mujeres sencillas. Este pueblo no necesita reyezuelos ni emperadores haciendo gala de poderíos y recursos, que contrasten con el ser costarricense, bajo cuyo concepto fuimos educados por nuestros padres y abuelos. Una manera precisamente de honrarlos es con nuestra propia frugalidad.      Volver a la sencillez, a la frugalidad,  y a Gobiernos austeros y humildes, es una forma de cambiar la actual ruta del desperdicio de recursos públicos, que causa tanto malestar a la población.  Muchos gobernantes del pasado, conquistaron el corazón de los costarricenses  por su actitud, y la manera como hacían las cosas, por su sencillez, su naturalidad, su humildad, su entrega, y su compromiso con el servicio a su pueblo. 

COMPROMISO DE GOBERNAR CON SENTIDO COMÚN.

En las últimas administraciones resulta notoria la ausencia de sentido común de nuestros líderes políticos a la hora de tomar decisiones, y de concretar  acciones.  Hay un desencuentro ya no solo con la ciudadanía, sino con la forma común y natural de resolver los problemas de la política.  Los Gobernantes tienen que recuperar la fibra del sentido común para ser eficientes en el quehacer gubernamental.       

No creo equivocarme al interpretar y manifestar estas inquietudes, como aspectos que están profundamente ligados a las máximas aspiraciones de los hombres y mujeres de todas las edades y de todas las procedencias y condiciones de nuestro país. Todos abrigamos la esperanza que haya un cambio radical en el modo de hacer las cosas. Hay un imperativo que no se resume solamente, en la necesidad de proponer ideas, hacer las obras y prestar los servicios que reclama el país, sino en la forma y manera de conducir y de hacer gobierno. Los llamados problemas de la  “ gobernabilidad”  no se resuelven solo reformando algunas leyes relacionadas con la Sala Constitucional, el Reglamento de la Asamblea Legislativa, o la Ley de expropiaciones,  sino ejerciendo el Poder con determinación, pero  modificando la manera de hacer las cosas desde el Gobierno de la República. Es imprescindible  entonces crear una manera diferente de gestionar lo público. El nuevo Gobierno debe ser un Gobierno, que no solo cambió el Gobierno, sino que Gobernó cambiando la forma de hacer Gobierno. Una Nueva Constituyente también podría apalancar en mucho, el debate sereno  sobre una nueva manera de gestionar lo público.

Los artículos de opinión aquí publicados no reflejan necesariamente la posición editorial de EL MUNDO. Cualquier persona interesada en publicar un artículo de opinión en este medio puede hacerlo, enviando el texto con nombre completo y número de identificación al correo redaccion@elmundo.cr.

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