Miami, 4 abr (dpa) – ¿Quién ganará el título? Esa pregunta resulta difícil de acertar al comienzo de la temporada de cualquier deporte. En el caso de las Grandes Ligas de béisbol de Estados Unidos, que arrancan mañana, es prácticamente imposible.
Los Angeles Dodgers volverán a destinar la mayor cantidad de dinero (270 millones de dólares) a pagar los salarios de su plantel. ¿Son por ello los favoritos? Puede que sí, gracias al pitcher Clayton Kershaw, pero ya el año pasado era el club más rico y contaba con el lanzador, y el título fue para San Francisco Giants.
Los Giants han ganado tres Series Mundiales en cinco años, lo más parecido a una dinastía en las dos últimas décadas.
Las últimas víctimas de los Giants y del lanzador Madison Bumgarner fueron los Kansas City Royals, que disputaron sus primeras Series Mundiales en 29 años. Por primera vez en la historia, ninguno de los dos finalistas llegó a ganar 90 partidos en la temporada regular.
“Uno mira lo que hicieron los Royals, el éxito que tuvieron, y otros equipos buscan emularlos. Inspiran a muchos a pensar: ‘Podríamos ser nosotros'”, dice Carlos Beltrán, veterano de los Yankees.
La lección para la nueva temporada está clara: cualquiera puede pelear por el título.
El reparto de dinero que instauró el ex comisionado Bud Selig fomentó la igualdad. Para ello tuvo que convencer a las franquicias más poderosas. El resultado es que desde que los New York Yankees ganaron tres Series Mundiales seguidas de 1998 a 2000, ningún equipo ha repetido título de forma consecutiva y en la última década 27 de las 30 franquicias disputaron los playoffs.
Hasta los Chicago Cubs, que no ganan un título desde 1908, tienen esperanzas este año tras los fichajes de pretemporada. También sueñan los Dodgers con Kershaw y Yasiel Puig, los Giants con Bumgarner, los Boston Red Sox con Pablo Sandoval, los Seattle Mariners con el venezolano Félix Hernández y sobre todo los Washington Nationals gracias a su rica nómina de lanzadores con la suma de Max Scherzer. Y así varios equipos más.
Las franquicias tienen los bolsillos llenos de dinero gracias a los acuerdos televisivos y como no hay límite salarial, la puja por jugadores se eleva y eleva. Los Miami Marlins firmaron al bateador Giancarlo Stanton el mayor contrato de la historia del deporte en Estados Unidos por cantidad de dinero y por duración: 325 millones de dólares en 13 años.
“Es el contrato más grande en la historia del deporte de Estados Unidos”, presumió en noviembre del año pasado Jeffrey Loria, dueño del equipo.
El contrato con el bateador supera el de diez años y 275 millones que firmó con los New York Yankees en 2007 Alex Rodríguez, que regresa ahora en busca de perdón y de un lugar en el equipo tras un año fuera del diamante por la mayor sanción por doping de la historia del béisbol.
“Miren, me avergüenzo de algunas de las cosas que hice, pero cumplí el castigo”, dijo recientemente Rodríguez, cuyo rendimiento a los 39 años está en duda. Sólo está a seis “home runs” de los 660 de Willie Mays, cuarto en el ranking histórico por detrás de otros mitos como Babe Ruth (714), Hank Aaron (755) y Barry Bonds (762).
La principal novedad de la temporada serán las pequeñas medidas para reducir el tiempo de juego, que en 2014 alcanzó una media récord de tres horas y ocho minutos. Un primer paso para hacer el béisbol más televisivo y enganchar a los impacientes jóvenes “multitask” de hoy en día.
A partir de mañana domingo, el bateador deberá tener siempre al menos un pie en el área de bateo y se introducen dos cronómetros para controlar el tiempo entre cambio de pitchers y entre un inning y otro.
“Estos cambios representan un paso adelante en nuestros esfuerzos
de modernizar el ritmo de juego”, dijo Rob Manfred, que afronta su primera campaña como comisionado de la Major League Baseball (MLB).
La MLB no introdujo, sin embargo, otras ideas más radicales. Se conformó de momento con modificaciones menores, como corresponde al “pasatiempo nacional” de Estados Unidos, un deporte tradicional en el que gustan poco los cambios y en el que cualquiera puede ser campeón.