Datos fríos, y aún más escalofriantes, concluyen que en tan solo seis años, del año 2015 al 2021, la provincia de Puntarenas pasó de tener 6.1 homicidios por cada 100.000 habitantes a 30.7, mientras que el resto del país ha mantenido una tasa promedio de 11.2 homicidios por cada 100.000, es decir, los asesinatos se triplicaron en esta región.
Durante el año 2019 se registraron 30 homicidios, en 2020 fueron 43 y durante el 2021 sobrepasó los 100 asesinatos.
La policía judicial es del criterio que Puntarenas es una zona importante de paso de rutas de drogas, hasta un 90% de la cocaína que se dirige hacia Estados Unidos, pasa por el Pacífico Central.
Para colmo de males, ante los problemas que aquejan al sector de pescadores, – a los cuales se les ha limitado sus oportunidades de trabajo – muchos han sido reclutados por bandas criminales del narcotráfico, quedando atrapados en redes delictivas, pagando en muchos casos con su vida esta lamentable decisión. Muchos son amenazados y extorsionados.
Consecuencias del desempleo juvenil
Una de las caras más visibles del aumento de violencia y homicidios en el Pacífico Central, es la muerte de jóvenes, a manos del sicariato importado, pero que cada vez parece ser más local, lo que desemboca en una purga entre bandas rivales que luchan por prevalecer en el territorio y tener la supremacía en el mercado y tráfico de estupefacientes.
La profundización de este flagelo entre los jóvenes tiene varias explicaciones:
– En el año 2018 un estudio de la Universidad Nacional ya advertía un aumento exponencial del desempleo juvenil en el Pacífico Central, que llegaba al 42,3%. En 2021 sobrepasó el 50%.
– El abandono escolar es sin duda otra causa fundamental de este fenómeno. La deserción educativa en el Pacífico Central es de las más altas del país según datos del MEP. La pandemia desvirtuó los registros estadísticos y desarticuló los esfuerzos que se venían realizando.
– Muchos de estos jóvenes son de comunidades pesqueras, que se han visto afectadas con las políticas públicas en materia ambiental, que si bien son necesarias para garantizar la sostenibilidad del recurso biológico, pero que han dejado a estas poblaciones sin capacidad de reacción en el corto plazo, dependiendo en muchos casos para subsistir del asistencialismo estatal, que ayuda en la inmediatez de la crisis, pero no resuelve de forma integral la pobreza.
– Esta es una de las regiones de país con mayor desigualdad, inequidad y es la región más pobre del país según datos del INEC del I Trimestre del 2022.
– La crisis de valores que afecta la sociedad, se aloja con especial fuerza en los jóvenes, carentes en su mayoría de: definición de su personalidad, visión de futuro y plan de vida, ingredientes para que el dinero fácil los seduzca y los enliste.
El resultado actual de violencia y homicidios no es casualidad, la región Pacífico Central vive una “tormenta perfecta”
Jóvenes con escolaridad baja, sin oportunidades de empleo, en una crisis de valores y asechados por el crimen organizado son “caldo de cultivo” en Puntarenas, en lo que parece ser una ola de muerte y dolor sin precedentes.
El gobierno central por medio de su institucionalidad presente en la región, el Ministerio de Educación Pública, las universidades, los gobiernos locales y grupos civiles organizados, donde las iglesias podrían tener un papel clave, deben establecer una estrategia urgente e inteligente para atender este problema de forma articulada.
De no ser así, el crimen organizado continuará extendiendo sus tentáculos, el narco-mercado seguirá evolucionando con sus catastróficas consecuencias, y nuestras familias empobrecidas seguirán poniendo los muertos – a sus hijos – como sucede en cualquier guerra.
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