Tormenta Nate: Lluvia y basura una desastrosa combinación

» Por MSc. Xenia Lozano M. - Investigadora Gestión Pública

Fotos de Luis Madrigal, Jennifer Méndez y Valería Martínez, enviados a Guanacaste; El Mundo CR.
Fotos de Luis Madrigal, Jennifer Méndez y Valería Martínez; El Mundo CR.

Ya pasó la tormenta Nate e ineludiblemente vendrán otras de igual, de menor o de mayor intensidad. Nuestra ubicación bio-geográfica, en el cinturón tropical de América, nos expone y vulnera y hace que las probabilidades de una amenaza climática pasen de un desastre latente a uno evidente. Recién comienza la tarea de reconstrucción nacional y sin afinar mucho la punta del lápiz, ni la calculadora, las pérdidas económicas fácilmente sobrepasan las seis cifras en millones de dólares. Este fenómeno natural destruyó carreteras, cientos de hectáreas de producción agrícola, innumerables casas de habitación, automóviles y hasta centros educativos. En pocas palabras, fue desastroso.

La jarana nos salió cara, aunque el evento climático es inevitable, la magnitud del desastre se vio magnificado por la basura. Cientos de imágenes y escenas que reseñaron el evento, confirman que la basura nos cobró su factura. Millones de toneladas de toda clase de desechos, salieron a flote, desnudándonos como una sociedad que no tiene cultura en la disposición correcta de los residuos sólidos.  La lluvia encontró un socio perfecto, para golpear más fuerte, con todo lo que botamos en las cunetas, alcantarillas, ríos, quebradas, barrancos o en cualquier finca de vecino. A pesar de que tenemos una ley específica (Ley 8839), que impone multas y delega responsabilidades, los esfuerzos por educar a la población sobre el manejo de residuos sólidos y reciclaje, han sido insuficientes, seguimos ensuciando.

Analicemos con números el problema. El último informe del Estado de La Nación (2016) indica que la producción de basura, per cápita por día, en el cantón central de San José paso de 1064 gramos (1 kg en el año 2000) a 1149 gramos (1.1 kg en 2015). Si multiplicamos la cantidad de basura por el número de personas (300 mil) se producen 330 toneladas diarias de basura. Digamos que logramos reciclar el 75%, seguimos con 83 toneladas diarias de residuos que ahora sabemos dónde van a parar y que ayudan a explicar porque Nate nos dejó tan despedazados. La basura incrementó, en millones de dólares, la deuda que el país tendrá que asumir para restaurar las afectaciones. Todos esos recursos saldrán de nuestros bolsillos, por lo tanto, la huella fiscal se hundirá más, en resumen, Costa Rica empobrecerá.

Los números espantan aún más, en el Gran Área Metropolitana viven 2.6 millones de personas que diariamente producen miles de toneladas de residuos. En las zonas rurales el problema es parecido, porque hasta en los más recónditos pueblos donde las cabezas de agua se llevaron todo a su paso, la basura nos pasó la cuenta. En las orillas de los principales ríos del país (Virilla, Savegre, Tárcoles y Tempisque) aún flotan pedazos de lavadoras, refrigeradoras, partes de carros y maquinaria obsoleta. Los millones de bolsas plásticas y toda clase de botellas “reciclables”, se transformaron en ráfagas de misiles y torpedos que acribillaron puentes, tramos de carreteras y viviendas.  Junto con la basura también se iban los sueños y las inversiones de miles de costarricenses que vieron como las ilusiones desaparecían en medio de una amalgama de barro, piedra, agua y basura.

Costa Rica se ha solidarizado, cientos de campañas se han organizado para apoyar a las víctimas de la tormenta. Pero, ¿porque tenemos que esperar hasta la siguiente emergencia para actuar?, ¿porque no le declaramos la guerra a la basura? Si no actuamos ya, lamentaremos perdidas económicas crecientes, hundiremos la deuda nacional y lloraremos más víctimas. El tiempo es ya, no más basura.

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