Ser ejemplo, como padres y madres

No resulta nada sencillo, ser un ejemplo para nuestros hijos e hijas, donde muchas ocasiones, son muchas las incoherencias: Padres que se preocupan por mandar a sus hijos a escuelas donde se eduquen bien en virtudes y valores, e incluso están dispuestos a pagar colegiaturas exigentes, sin embargo, ellos no practican estos mismos valores. ¿En que incide esta situación, este comportamiento? Simplemente es sabotear toda la labor educativa.

Ciertamente nadie es o será perfecto, pero debe quedar claro que nuestros hijos deberán observar en sus padres la intención sincera por practicar lo que predican. Y esto es lo hermoso de la educación. Se dice que tenemos dos juventudes: una que fue la nuestra y otra la de nuestros hijos.

¿La realidad? Hay que crecer con ellos. El mejor patrimonio que unos padres pueden dejar a sus hijos es su cuadro de valores. Todo lo demás es secundario y se puede perder. Pero si tienen sus valores bien cimentados, tendrán dentro de ellos mismos la fuente de la felicidad. Ahora bien, estos valores se transmiten por vivencia, por transparencia personal de los padres. Esta autenticidad de los padres también necesita reflexión, autocrítica y sinceridad. Pero ese “sacrificio” se lo debemos a los hijos.

Esos hijos que pueden crecer de repente, en un abrir y cerrar de ojos. Que no tengamos que arrepentirnos por no darles lo mejor de nuestro amor, que es la autenticidad de nuestro ser.

¿No se le ha dado el caso a usted, que el padre plantea una concesión al hijo, no consensuada con la madre, o viceversa?, ¿y que por ello el hijo a la hora de “votar” por el padre o la madre, se inclina al que le favorece en sus gustos, que pueden rayar en una no buena conducta, sin pensar en que tal vez, el que en verdad tiene la razón, y la cuida porque la quiere, es su mamá?

¿Consecuencias? Desacuerdos entre los cónyuges y situaciones de conflicto en familia. A primera vista, los hijos sí parecen quedar satisfechos por el permiso conseguido, pero en el fondo, perciben que algo no anda del todo bien en el hogar. Obviamente se dan cuenta de la falta de armonía que existe justamente en la pareja que tiene el deber de educarlos. Son los padres de familia quienes deben brindar seguridad, cariño y formación integral a los hijos.

¿Cómo “cerrar filas” ante estos hechos? Siempre que surjan discusiones, habrá que hacerlas en privado, nunca delante de los hijos; No se debe tomar a ningún hijo como cómplice. Evitar frases como no se lo digas a tu mamá, sino por el contrario, poner especial atención en reafirmar la autoridad de la pareja en todo lo que se presente.

Los padres deberán dejar entrever lo mucho que se aman delante de los hijos, por medio de algunas frases cariñosas y detalles de atención.

No contradecir al cónyuge delante de los hijos, mucho menos si se trata de temas que atañen a la formación humana de los mismos. Debe quedar claro que cuando papá y mamá unen esfuerzos y caminan en la misma dirección, su autoridad como padres de familia surge natural. Entonces se da una familia armoniosa, unos hijos que saben de antemano lo que sus padres esperan de ellos y viceversa.

Los artículos de opinión aquí publicados no reflejan necesariamente la posición editorial de EL MUNDO. Cualquier persona interesada en publicar un artículo de opinión en este medio puede hacerlo, enviando el texto con nombre completo, foto en PDF de la cédula de identidad por ambos lados y número de teléfono al correo redaccion@elmundo.cr, o elmundocr@gmail.com.

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