Durante estos días estaré haciendo mis observaciones sobre algunos aspectos que, como colegiado, considero importantes mejorar. Creo firmemente en el cambio, y que entre lo nuevo y lo vitalicio es necesario encontrar equilibrio, apertura y renovación. En este proceso, hay temas que merecen especial atención, y uno de ellos es la necesidad de volver la mirada hacia nuestros jubilados, quienes siguen siendo parte esencial de nuestra comunidad profesional.
La jubilación no debe entenderse como un cierre, sino como una nueva etapa que merece vivirse con plenitud, propósito y reconocimiento. Quienes en su momento fueron colegiados activos y ahora, en la jubilación, deben seguir siendo colegiados claves, con voz, presencia y participación en la vida institucional. Su retiro laboral no los separa del Colegio; al contrario, los convierte en portadores de una valiosa experiencia que debe continuar guiando el camino de las nuevas generaciones. Durante décadas, nuestros colegas jubilados contribuyeron al crecimiento institucional, al fortalecimiento de la profesión y al desarrollo del país. Sus conocimientos y compromiso son parte del legado sobre el cual hoy seguimos construyendo. Por ello, la jubilación no debe significar distanciamiento, sino el inicio de una nueva forma de participación y pertenencia.
El Colegio debe reconocer que la jubilación no implica el fin de la vida profesional, sino una transición hacia otra manera de aportar. Es el momento ideal para revalorizar la experiencia, compartir aprendizajes y mantenerse activos en espacios de diálogo, reflexión y formación continua. Nuestros colegas jubilados siguen siendo profesionales con trayectorias ejemplares, que merecen sentirse parte viva del Colegio, con programas que promuevan su integración, acompañamiento y participación constante.
El Colegio de Ciencias Económicas tiene la responsabilidad de establecer una política institucional que acompañe la jubilación como parte natural de la vida profesional. Es necesario impulsar acciones concretas que fomenten la preparación para esta nueva etapa, promover actividades culturales, sociales y recreativas que fortalezcan la convivencia, ofrecer talleres de actualización adaptados a sus intereses y ritmos, y crear espacios de mentoría donde los jubilados puedan compartir su experiencia con las nuevas generaciones. Estas iniciativas fortalecen la cohesión institucional y dignifican el papel del jubilado como miembro activo, con voz, historia y valor dentro del Colegio.
En muchos países, las asociaciones profesionales han comprendido el valor de sus jubilados, creando clubes activos, redes de voluntariado y programas de apoyo mutuo. En estos modelos, la jubilación se concibe como una segunda oportunidad para servir, enseñar y disfrutar en comunidad. El Colegio puede inspirarse en esas experiencias para crear un modelo propio, adaptado a nuestra realidad, que brinde acompañamiento, reconocimiento y espacios de participación activa a los jubilados.
Volver la mirada hacia nuestros jubilados no es solo un gesto simbólico, sino un acto de justicia, gratitud y visión institucional. Ellos siguen siendo parte fundamental del Colegio, con la misma vocación y compromiso que los unió desde el principio. Reconocerlos y acompañarlos es reafirmar nuestra identidad como una comunidad profesional basada en la solidaridad, el respeto y la pertenencia. Porque en el Colegio de Ciencias Económicas, nadie deja de pertenecer cuando deja de trabajar. Seguimos siendo una sola comunidad, en todas las etapas de la vida profesional.