¿Qué país queremos?

11930588_10153546056718638_143397345_nAlberto Villa Presa*

A nadie se le escapa que estamos viviendo un periodo clave en la historia mundial reciente. Una vez ha pasado el huracán de la crisis económica mundial, quedan todavía los coletazos del mismo, y sobre todo, la devastación que ha dejado a su paso.

Es el momento pues, de hacer análisis de los daños y establecer la mejor estrategia de reconstrucción del área afectada.

Después de eventos de esta naturaleza se produce un fenómeno que deja al descubierto la capacidad que tiene una comunidad de salir adelante o de abandonarse a su suerte y sumirse en la incapacidad para reponerse.

Costa Rica a pesar de no estar en el ojo del huracán de la crisis económica mundial, se ha visto afectada como todos los países por los coletazos de la misma, y eso ha hecho que se vean afectados sus índices económicos de crecimiento en los que venía moviéndose los últimos años. Y cuando en una economía disminuyen los ingresos y no se disminuyen los gastos en igual medida, es evidente que se produce un déficit fiscal como al que hoy nos enfrentamos.

Le corresponde a este gobierno acometer una reforma fiscal que determinará el devenir de Costa Rica en el futuro más inmediato. Y le corresponde a los costarricenses asumir dicha reforma con la responsabilidad que se requiere en el contexto actual, en pro de no perder el tren del crecimiento que genera desarrollo y bienestar social para los ciudadanos.

La clave del éxito de esta reforma fiscal, radica en asumir de una forma proporcional y justa, los sacrificios que se requieren por todas las partes implicadas. Es decir, no se le puede pedir a los ciudadanos y empresas que hagan un esfuerzo a través de un aumento de los impuestos y no sentir estos un esfuerzo en la misma medida por parte del gobierno en la reducción del gasto corriente. Si no se produce esto, como en cualquier negociación, no se conseguirá un compromiso a través del cual el país salga reforzado.

Es una vez creado este ambiente de negociación y compromiso país, cuando hay que definir “qué país queremos”. Si no tenemos claro cuál es nuestro objetivo difícilmente podremos alcanzarlo. Debemos de tener claro el modelo económico en el que basaremos la estrategia país, para poder ser competitivos en el entorno económico actual y proyectado, identificando nuestras fortalezas y reconociendo nuestras debilidades. Solo a través de este análisis podremos establecer un plan estratégico nacional que oriente todos los esfuerzos hacia la generación de riqueza y consecuentemente, mayor bienestar social.

Creado ya el ambiente ideal de responsabilidad y compromiso, y definido el modelo país hacia el que queremos dirigir nuestros esfuerzos, comienza el análisis conceptual de la estrategia impositiva que ayudará a fortalecer aquellas actividades y sectores que consideremos claves como motor económico, y que atraerán inversión tanto nacional como extranjera, dinamizando así la economía y como consecuencia aumentando el nivel de ingresos por parte del estado.

Un ejemplo de como una estrategia impositiva de corto plazo puede convertirse en un problema en el medio plazo seria incrementar o implementar de forma inadecuada el IVA. Si bien a corto plazo se convierte en ingresos inmediatos para las arcas del estado, en realidad lo que provoca es un aumento en los precios y por consecuencia un menor consumo. Al haber menor consumo se reducen los beneficios de las empresas y por tanto menor recaudación por impuesto de rentas. Al reducirse la demanda, las empresas reducen la producción y por tanto reducen el personal, generando un coste para el estado en cuanto a subsidios y menor recaudación por el impuesto de rentas de las personas físicas. Y al haber menos personas trabajando, se reduce aún más el consumo por haber menos renta disponible.

En resumen, un aumento o implantación del IVA de forma inadecuada, producirá una desaceleración de la actividad económica reduciendo la recaudación proveniente de todos los impuestos asociados a dicha actividad. Es decir, ingresamos 1$ hoy, para dejar de ingresar 4$ mañana.

No podemos caer en la trampa de las cifras, y tratar de fijar nuestro objetivo en conseguir una cifra mágica que nos deje bien parados ante los organismos internacionales, tomando medidas que si bien pueden conseguir un nivel de déficit fiscal aceptable en el corto plazo, estrangule el crecimiento económico del país y genere un problema mayor a medio plazo. Debemos ver lo que hay detrás de esas cifras y orientar nuestra estrategia hacia un objetivo tangible, que ayude a incentivar la inversión y genere crecimiento económico, y como consecuencia, las cifras reflejarán el trabajo bien hecho.
* Director Centroamérica de la Escuela Europea de Negocios, EEN.

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