OPINIÓN

Noche de Amor

» En esta Nochebuena deseo invitarles a reflexionar sobre los extremos que puede causar la división en un país, porque la división, es lo contrario a la unión que trae consigo el Amor.

Dicen que no conocer la historia, es estar condenado a repetirla. En esta Nochebuena deseo invitarles a reflexionar sobre los extremos que puede causar la división en un país, porque la división, es lo contrario a la unión que trae consigo el Amor. La historia nos muestra que el medio de control de quienes quieren causar división, siempre ha sido el mismo.

El genocidio de Ruanda, también conocido como el genocidio contra los Tutsi, es un caso de derechos humanos en la justicia penal, en donde el odio fratricida llevó a extremos increíbles a un país. Durante este conflicto entre los hutus (“grupo étnico” mayoritario) y los tutsi (conforman una minoría) un estimado de entre quinientos mil a un millón de ruandeses fueron asesinados en un periodo de 100 días.

Dentro de los antecedentes de estos terribles hechos, además de la crisis económica y política, y el detonante del asesinato de presidente Habyarimana, destacan con triste fama los discursos de odio de la Emisora RLTM, la cual comenzó como cualquier emisora de radio normal de “música pop”, pero luego se dedicó a sembrar separación, a realizar llamados a la confrontación y a la “caza de tutsis” cada vez más explícitos, circulando luego la mentira de que la minoría tutsi planeaba un genocidio contra los hutus, convirtiéndose así esta emisora, en el arma con la cual la apología del odio se propagaba a cada rincón del país.

Los dos grupos, creyendo en diferencias inexistentes entre ellos, empezaron a distanciarse, a desconfiar, a tenerse miedo, porque cualquier hutu que protegiera a un tutsi, o se negara a participar en los asesinatos, o tuviera familiares tutsis, también podía ser asesinado. Los instigadores habían logrado dividir compañeros de oficina, familias, maestros, creyentes… y convencerlos de que los tutsis tenían que morir.

Poco antes del genocidio hubo un incremento en la cantidad de machetes importados. Cuando el Tribunal de La Haya ordenó recabar pruebas, se llegaron a exhumar en una sola fosa hasta 500 cadáveres, la mayoría asesinados a machete.

En 1994, que fue cuando la masacre comenzó, muchos tutsi y disidentes hutus buscaron refugio en las iglesias, lo cual hizo que las “patrullas de la muerte” del gobierno y del ejército los encontraran más fácilmente.

El 20 de marzo de 1996, el mundo conoció un duro mensaje del Papa Juan Pablo II, en el que admitió oficialmente que decenas de sacerdotes, religiosos y monjas de las etnias rivales participaron activamente en las matanzas. Debe decirse también que muchas familias hutus, poniendo en peligro su propia vida, escondieron en sus casas a sus vecinos y conocidos tutsis.

El sacerdote misionero español Joaquín Vallmajó, decidió quedarse hasta su desaparición, y escribió: “Después de varios años de crisis política y social, se está produciendo la guerra más absurda, que está desembocando en una crisis política vergonzosa. Un pequeño grupo de politicastros corruptos hasta el extremo quiere conservar el poder a cualquier precio, sacrificando al pueblo y al país si es preciso. Otro grupo no menos corrupto aspira al poder por los medios que sean. Un tercer grupo, el más numeroso y digno de respeto, sufre las consecuencias del poder y de sus agentes: es el pueblo, víctima del racismo, la dictadura, la pobreza, la guerra, el hambre, el robo, el bandidismo, la violencia y la manipulación. La situación es muy grave desde el punto de vista político, económico, social, cultural y racial. La manipulación de los políticos en el poder y sus acólitos y de los partidos y sus líderes es vergonzosa. En espera de acontecimientos, actualmente no tenemos ni gobierno, ni autoridades, ni presupuesto, ni trabajo. Los funcionarios llevan sin cobrar desde enero y los maestros han amenazado con no convocar los exámenes de secundaria. El ministro de Economía ha declarado que se irá pagando a los funcionarios a medida que se recauden los impuestos. Se dan todas la condiciones para que estalle un conflicto social que algunos políticos alientan para pescar en río revuelto”.

En esta “Navidad electoral” tengamos presente que el miedo ha sido siempre la herramienta de control de un sistema indiferente al Amor. Y a los que somos creyentes, quiera Dios, Causa Única de todo cuanto existe, concedernos discernimiento, y una Navidad llena de Paz y Amor.

Quiero cerrar este mensaje parafraseando el artículo 1 de la Declaración de los Derechos Humanos, deseando que todos, como estamos, dotados de razón y de conciencia… podamos vivir fraternalmente como hermanos, y que ojalá, no pasemos por alto al prójimo, por estar ocupados en nuestro rezos…

*La autora es abogada, Máster en Derechos Humanos.

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