No se metan con la Canasta Básica

» Por Aramis K. Vidaurre - Profesor Universitario / Coconductor de “En la Esquina del Parque”, en Radio Centro 96.3 FM / www.mixcloud.com/AramisCR

Seamos claros: no nos gusta pagar impuestos. Si conocen a alguien, denle mi felicitación. Pero como la palabra lo indica, es una imposición, no tenemos que estar de acuerdo, sino que es el aporte que debemos dar como personas físicas o jurídicas al Estado por una determinada actividad comercial o de consumo. Y es evidente para todos que dado el déficit fiscal que este Gobierno saliente consolidó –antes de que asumiera el Big Chief era menor al 5,5%, terminó el 2014 en 5,6% del PIB, hoy es un tanto mayor al 7% proyectado al 8% para finales de este año- con el aumento por encima de la inflación que le regaló al sector público apenas entrando, con otro aumento al FEES por encima de lo esperado, con un aumento de casi un 19% del presupuesto ordinario de la República, por cierto declarado inconstitucional en 2015, el aparato político está desesperadamente buscando recursos frescos.

Y como si no fueran suficientes los altos niveles de impopularidad y desilusión con que se marcha la Administración Solís Rivera, este Gobierno incluyó en una mega moción como texto sustitutivo al proyecto que llaman Fortalecimiento de las Finanzas Públicas un impuesto que toca ni más ni menos la Canasta Básica. No estamos hablando de Netflix o de las entradas al concierto de Roger Waters, o de otro tipo de actividad de consumo u ocio que usted y yo podemos prescindir; estamos hablando de comida, de los más de 50 productos de consumo mínimo –legumbres, carnes, frutas y víveres- que una familia promedio tiene y necesita para subsistir.

Como si a sabiendas que va de salida y no tiene que enfrentar el costo político de esta moción, así se despide el Big Chief… metiendo mano a la canasta básica… Eso no es una reforma, es un paquetazo…

Que debemos en tiempo de crisis socarnos la faja, cierto. Pero hay mucho que está mal y huele mal en nuestro país. Podemos referirnos a algunas situaciones que de verdad al menos el Gobierno entrante y los diputados electos pueden y deben revisar y dejar plasmados en este Proyecto.

Si bien el Sector Público no es responsable del caos fiscal, es por todos conocido que, además de paliar o amortiguar los enormes intereses por concepto de deuda y préstamos del Gobierno con otros países y organismos internacionales, los recursos frescos que busca el aparato político con este Proyecto también es para hacer frente a salarios más pluses, privilegios y otros incentivos que hoy son insostenibles. Aclaro, no hablo de salarios, hablo de abusos que han cobijado como “derechos adquiridos”. Pero los sindicatos lo menos que mencionan en sus discursos es revisar esto, sino que vuelven su mirada al sector privado como responsable.

Y también huele mal es la enorme evasión fiscal producto del contrabando y manipulación de cifras que le permiten a cientos de empresas a evadir sus responsabilidades. La evasión fiscal disfrazada de pérdidas o ganancia cero que reporta un 22% de las denominadas grandes empresas o contribuyentes, no es nueva; desde algunos años Hacienda ha tenido que hacer frente a estas maniobras. Y qué me dicen de las revelaciones producto de la investigación periodística mundial llamada “Panama Papers” donde menciona a Costa Rica como uno de los países donde hay una fuga intencionada de capital que se llevan a otros países (paraísos fiscales) para escapar de esta responsabilidad fiscal.

Ahora bien, los defensores  de los privilegios y gollerías en el Sector Público, creen firmemente que combatir y reducir la evasión fiscal es suficiente para afrontar este déficit; se han amparado a las cifras que por ahí andan circulando que por evasión y elusión los números constituyen el 8,3% del PIB; ¡EUREKA, no hay que reducir el gasto público! En realidad esa cifra-de hace algunos años- contempla tanto evasión por impuesto de la renta (grandes contribuyentes, personas jurídicas- 4,33%) a impuesto de venta (comercios grandes, medianos, pequeños) y hay que incluir los profesionales liberales y otras personas físicas (hasta 1,37% se ha dejado de recaudar).

Es decir, no sólo aquí huele mal ya de por sí que no se alcanza el potencial recaudatorio de las grandes empresas, sino que estamos ya hablando de un mal cultural de años: no pedimos ni damos factura. Lo poquito que podemos hacer, no lo estamos haciendo; es como si dejáramos el agua corriendo mientras nos lavamos los dientes. Lo menos que deberíamos hacer y con ello estamos aportando muchísimo es cerrar la llave en los momentos en que el cepillo está en nuestra boca, pero no lo hacemos.

Y ya con olor fétido nos llegan las noticias de los más de 45 mil millones que el INFOCOOP entregó sin sonrojarse a cooperativas en préstamos, muchos de los cuales no tenían garantías mínimas para recuperación; también nos damos cuenta de los miles de millones que el MEP ha transferido a profesores “fantasmas”, sin que los responsables de estos “errores administrativos” –según ellos- sean responsables; las pensiones de lujo, los salarios exorbitantes de jerarcas en el sistema bancario, los millones en combustible y celulares a diputados, y me quedo corto por cuestiones de espacio. En fin, don Carlos, diputados electos, éntrenle a revisar todo esto..

Pero no se metan con la Canasta Básica…

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