NO ES NORMAL, que te digan que eres muy ambiciosa por tener sueños y anhelos de aspiraciones políticas para lograr una sociedad más justa, equitativa e igualitaria.
NO ES NORMAL, que te diga que eres muy inmadura, porque no piensas como ellos, las mujeres tenemos criterio y es nuestro derecho expresarlo, no estamos en política para rellenar puestos, sino para involucrarnos de una manera real y efectiva.
NO ES NORMAL, que digan mentiras de como han sido tus procesos internos, que traten de ensuciar tu imagen, no es normal que digan que saliste corriendo cuando ni siquiera participaste en procesos internos.
NO ES NORMAL, que en elecciones digan que tus candidaturas no son importantes y den instrucciones de enfocarse en otras, y cuando las ganas a base de trabajo y esfuerzo propio digan que fue a razón de ellos.
La violencia política por razones de género, no es algo normal, y el Estado costarricense ha incumplido los compromisos adquiridos en instrumentos internacionales, como lo es la Convención Sobre la Eliminación de todas las Formas de Discriminación Contra la Mujer, la Convención Interamericana para Prevenir, Sancionar y Erradicar la Violencia Contra la Mujer- Belem do Pará; ya que no ha garantizado la protección jurídica de los derechos políticos de las mujeres, sobre la base de la igualdad, y además no se ha dado una protección real y efectiva de la mujer contra todo actos discriminatorio, de acoso y violencia.
¿Pero qué es la violencia política por razones de género? Es un tipo de violencia que abarca las acciones u omisiones, que se basan en razones de género, dadas en el ejercicio de los derechos políticos o electorales con el fin de despreciar, discriminar, menoscabar, o anular tanto el reconocimiento como el goce y el ejercicio de los derechos políticos de las mujeres.
Algunos ejemplos de las terribles manifestaciones de violencia política contra la mujer, por el simple hecho de serlo en el ejercicio de sus derechos políticos son: impedir el voto, el uso de violencia sexual sobre las candidatas, las presiones para renunciar a cargos, LOS JUICIOS CONTINUOS CONTRA LAS MUJERES EN MEDIOS DE COMUNICACIÓN Y REDES SOCIALES como manera de denigrar la imagen de las lideresas políticas como forma de violencia psicológica.
Retomando los instrumentos internacionales como la Convención Belem do Pará, la cual consagro por primera ocasión el derecho de las mujeres a una vida libre de violencia en todos los ámbitos, tanto público como privado, la misma ha dado pautas sobre la adopción de normativa que prevenga, sancione y erradique la violencia contra las mujeres. En la Sexta Conferencia de los Estados partes de la Convención como forma de impulsar los mecanismos que conlleven al cumplimiento de la misma se adoptó, en el 2015, la Declaración sobre la Violencia y el Acoso Político contra las Mujeres, siendo el primer acuerdo tomado en esta vía.
¿Pero qué esta haciendo Costa Rica para garantizar el acceso de la mujer a una vida política sana?
En menos de un mes, es la fecha de vencimiento en la Asamblea Legislativa, del proyecto N° 20308, Ley Contra el Acoso y/o violencia política contra las mujeres, y para este órgano parece ser que el tema no es una prioridad.
Solo basta con hablar con una mujer que haya estado en política para determinar que de una u otra forma han recibido violencia en este ámbito por razones de su género, por la cultura machista que existe a nivel de partidos políticos y Costa Rica en general. Ya mujeres en el ejercicio de sus cargos han tenido recursos de amparos electorales porque han sido victimas de tratos denigrantes, de exclusiones, de daños a su imagen…
Insto respetuosamente a las autoridades políticas para que promuevan acciones y legislación que permitan que las mujeres tengan acceso a la vida pública y política, de una manera equitativa, igualitaria, pero sobre todo justa y sana. No es posible que 70 años después de haber garantizado el voto a la mujer tras arduas luchas de grupos feministas, hoy cerca del 2020, no garanticen espacios políticos libres de violencia
No es normal, que una mujer tenga que sufrir violencia política en razón de género. No es normal, que la institucionalidad no haya efectuado acciones concretas para cumplir los instrumentos internacionales que señalan la obligación de propiciar la no violencia contra la mujer. No es normal que no existan sanciones para quienes violenten a la mujer en espacios políticos. No es normal que se violente la esencia de la democracia y la gobernabilidad con tratos menospreciados hacia las mujeres.
Es normal que las mujeres puedan disfrutar a ser libres de toda violencia y discriminación en el ejercicio de sus derechos públicos y políticos.
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