Con motivo de la presentación del proyecto de ley No. 21.380, para eliminar el Estado Confesional y pasar a un Estado Laico, presentado por la diputada socialcristiana María Vita Monge, y apoyado por 19 diputados, me permito compartir algunas consideraciones personales sobre este tema.
Visión reduccionista
Como toda ideología, el laicismo representa una visión parcializada de la realidad y del orden político, que termina sometiendo a los ciudadanos a intereses particulares, los cuales contradicen muchas veces la razón, el bien común, la dignidad humana y el orden democrático. Esto quiere decir que al no ofrecer una visión integral ni valores universales, su pretensión de arrogarse la representación política de todos los ciudadanos y del orden mundial, además de falaz, coloca a los pueblos frente a un grave riesgo de ruina y fracaso.
En el caso costarricense, el Estado Confesional aunque no es perfecto, podemos decir que sí ofrece una visión más integral y equilibrada sobre la realidad, logrando de este modo a lo largo de nuestra historia, una gran contribución a nuestra estabilidad política y al impulso de políticas públicas, que le han permito al país alcanzar índices de desarrollo reconocidos en el mundo.
Intolerancia religiosa
Desde la Revolución Francesa( 1789-1799), el laicismo ha orquestado ataques sistemáticos y violentos contra la fe cristiana y particularmente contra la Iglesia Católica, impulsando una propaganda que ignora los aportes de las religiones en el campo cultural, político, social y reconocidos hoy por la ONU; pero además, culpándolas de todos los males en el mundo. El objetivo de estos ataques es desacreditar a las religiones y desviar la atención ciudadana sobre los graves errores del laicismo (guerras mundiales, crisis financieras, crisis ecológicas, dictaduras, desigualdad y aspiraciones de dominio global).
Pero también, se propone excluir a Dios del orden social y de la conciencia individual, promoviendo el ateísmo y el materialismo, discriminando a las religiones al ámbito íntimo, privado e individual donde no le estorben, pero sí permitiéndose utilizarlas cuando conviene a sus intereses y objetivos políticos.
Violación de los derechos humanos
El laicismo al imponer a los países el dogma del Estado Laico, va logrando instaurar una dictadura ideológica y cultural a nivel global, la cual no respeta en muchos casos la libertad religiosa, la libertad de conciencia ni el derecho humano a la objeción de conciencia. Pero además, al promover el aborto y la eutanasia, va imponiendo en el mundo una cultura de muerte, lo que significa que el laicismo te mata antes de nacer y te mata antes de morir, con la perversa excusa de los derechos humanos.
Algunas ideologías laicistas como el marxismo hunden a los pueblos en la violación sistemática de los derechos humanos imponiendo dictaduras, repartiendo miseria y causando millones de muertes inocentes en el mundo. Pero también las ideologías liberales han llevado al ser humano hacia una visión de la realidad materialista, utilitarista y consumista, vaciándolo de su valor moral y espiritual, hasta el punto de causar una grave crisis ambiental, que actualmente amenaza la vida en todas sus formas, violando así nuestro derecho a un ambiente sano que nos permita gozar a todos de calidad de vida.
Voluntad elitista
Decir que los Estados deben ser laicos es igual a decir que todos los Estados deben ser liberales, marxistas, feministas, católicos o protestantes, etc.. Esta afirmación no representa la voluntad popular, sino la voluntad de una élite que manipula a las masas con propaganda engañosa para imponer su visión e intereses, cuyo propósito no es servir sino servirse.
Por esto, siempre insistirán en no dar ayudas económicas a las iglesias ni reconocer su valiosa acción social, a la vez que pujan por imponen altos impuestos a los ciudadanos. De esta manera logran ejercer un mayor control social, político y económico. Desde 1870 hasta 1940, los liberales laicistas en nuestro país eran los dueños del poder políticos, las tierras y los bancos, a la vez que mantenían al pueblo en la pobreza.
Laicidad
Me parece necesario hacer una referencia al concepto de sana laicidad defendido por la Iglesia Católica como opción frente a un laicismo radical y fundamentalista. Considero prudente y conveniente que el Papa Francisco no se incline a favor del Estado Confesional, pero creo que es igualmente prudente que tampoco lo desapruebe. Peor todavía es declararse abiertamente a favor del Estado Laico, aun cuando se refiera a un concepto de “sana laicidad”, el cual contemplaría una sólida ley de libertad religiosa y el respeto al derecho de objeción de conciencia. En tal caso debería pronunciarse a lo más, a favor de un Estado aconfesional.
El laicismo contradice la causa y los valores del Evangelio y por esto, las declaraciones del Papa Francisco, aunque bien intencionadas, se prestan para confusión entre los creyentes y la manipulación extremista y engañosa de la propaganda laicista.
Para concluir es necesario señalar que el laicismo es una ideología débil, contradictoria, decadente y que ha causado mucho daño a la humanidad, por lo cual debe ser sometida a un profundo análisis crítico que permita un cambio de rumbo global. El Estado Laico es un dogma que buscan imponer las élites que ostentan el poder – la mosanería – y no es el camino ni la solución que el país necesita. Con el Estado Laico no tenemos nada que ganar y sí mucho que perder.
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