La urgencia de transferir tecnología para aumentar la productividad del agro

Ing. Agr. José Rafael Brenes González
Ing. Agr. José Rafael Brenes González Ex Presidente de la Cámara Nacional de Agricultura y Agroindustria
Ing. Agr. José Rafael Brenes González
Ex Presidente de la Cámara Nacional de Agricultura y Agroindustria

La agricultura ha sido una actividad de gran trascendencia para Costa Rica a lo largo de su historia. Mucho más que ser una actividad económica relevante, genera empleo y provee alimento, produce bienes sociales que facilitan el desarrollo económico de nuestro país. Además, juega un papel importante en las áreas rurales, donde hay mayor necesidad de mejores oportunidades.

A pesar de los amplios beneficios, actualmente el sector enfrenta grandes retos que amenazan su sostenibilidad a corto y largo plazo. Contamos con costos de producción excesivamente altos en toda la cadena de valor, en comparación con el resto de Centroamérica. Los salarios, combustibles, electricidad, insumos y maquinaria agrícola son más caros en Costa Rica. Por ejemplo; en promedio, pagamos 26 % más por el litro de diésel que el resto del istmo.

En materia salarial, un peón agrícola en Nicaragua cuesta seis veces menos que en nuestro país. Adicionalmente vemos que varias naciones tienen agresivas políticas de fomento al sector. Por ejemplo; en Panamá los productores agropecuarios tienen una tasa preferencial de 1% anual en sus créditos.

A nivel global, la situación es compleja, la tendencia es que hay que producir más con menos, los recursos naturales son cada vez más escasos y los mercados globales son más competitivos y con una mayor volatilidad. La única manera de sobrevivir y crecer es que el sector agropecuario evolucione y se adapte a ese entorno.

Según el Foro Económico Mundial, para lograr una nueva visión de agricultura, es necesario contar con cuatro pilares fuertes que logren un círculo virtuoso en el sector; políticas públicas, infraestructura, estructuras de mercado y herramientas tecnológicas. Necesitamos políticas públicas que promuevan los incentivos y marcos legales claros para facilitar el desarrollo de la actividad y competir en igualdad de condiciones.

También es necesario contar con infraestructura básica de calidad como carreteras, puertos, aeropuertos. Además, es vital contar con las estructuras de mercado necesarias para que los productos agrícolas sean colocados de una manera justa, eficiente y con bajos costos de transacción. Por último, es necesario contar con herramientas tecnológicas para aumentar la productividad del sector. Si bien en todos los pilares hay mucho trabajo por hacer, el tema de herramientas tecnológicas es especialmente crítico en nuestro entorno.

El sector agropecuario y agroindustrial ha venido señalando el rezago que sufren los productores en materia de tecnología. La innovación y los avances tecnológicos en agricultura a nivel mundial son evidentes, por ejemplo, en algunos países se están produciendo variedades genéticamente modificadas de yuca, frijol y berenjenas resistentes a los virus y plagas. Sin embargo, no estamos aprovechando esta oportunidad y consecuentemente hemos caído en un rezago de la actividad agropecuaria en cuanto a competitividad.

El problema de fondo es que la transferencia de tecnología en el sector agropecuario no se está realizando de manera general y sistemática, y solo contamos con casos aislados y esporádicos. Actualmente la extensión agrícola que brinda el Ministerio de Agricultura y Ganadería (MAG) es poco o nula, donde las investigaciones requeridas en las distintas áreas del sector pocas veces se ejecutan.

Por ejemplo, año con año nos enfrentamos al problema de la sequía en Guanacaste y lo que hace el MAG es aplicar paliativos o acciones de corto plazo, cuando lo que se necesita es tecnología para que los productores puedan enfrentar esta situación climática con medidas de largo plazo.  Como dice el refrán: “No hay que regalar el pescado, hay que enseñar a pescar”.

Es de vital importancia que el MAG y las Universidades públicas realicen de manera conjunta la extensión agropecuaria del país. De esta manera, las necesidades de transferencia e innovación de tecnología que tiene los agricultores se pueden resolver de una forma más práctica y eficiente.

Este involucramiento proactivo de las Universidades ha sido exitoso en otras latitudes, por ejemplo, la Universidad de California, realiza toda la extensión agrícola de dicho Estado, el cual ocupa el primer lugar del PIB Agrícola de Estados Unidos.

Los retos son grandes y numerosos, sin embargo, el productor nacional es propositivo y siempre está dispuesto a dar la lucha por mantenerse trabajando la tierra y dando su aporte al país. Esperamos una reacción positiva y responsable de todas las instituciones que pueden aportar para devolverle al país un sector agro fuerte y competitivo.

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