La seducción de los candidatos: II parte

» Por Marlon Segura - Director escénico y analista no verbal - Universidad de Costa Rica, Ecole Internationale Jacques Lecoq

Concepto de ilustración: Marlon Segura- Ilustrador: Daniel Gómez ‘GomaLoca’

La campaña para las elecciones 2018 ha comenzado y, según el más reciente sondeo de OPol Consultures, si hoy fueran las elecciones, ninguno de los candidatos alcanzaría el 40 % suficiente para vencer en primera ronda. Aun así, los 11 candidatos inscritos salen a cazar votos con la consigna de triunfar en febrero. Como parte de su estrategia hacia el éxito, han trabajado un plan de gobierno, han estudiado al electorado, han invertido tiempo valioso creando la mejor versión de sí mismos y han puesto alma, vida y corazón en un elemento que no puede faltar en campaña: el eslogan. El eslogan político busca sintetizar el mensaje de un candidato hacia el electorado. Es un mensaje corto y reiterativo que busca impacto y sumar apoyo.

Durante el proceso de construcción de un eslogan, el candidato, junto con su equipo, debe crear un lema que lo conecte con la gente, que ilusione y que lo ubique en el espacio que desea ocupar. Sin embargo, es importante que las acciones realizadas por el aspirante no sean contradictorias con el lema que promueve. Su lenguaje no verbal (posturas, gestos, expresiones y uso del espacio) necesita ser congruentes con la frase. Realizar eslóganes sin fundamento, sin ser coherentes con el candidato, hace que se puedan crear imágenes equivocadas de quién es él o ella, lo cual puede traer desencanto al, luego, revelarse que no había una correspondencia entre el político y su lema.

En esta última entrega, conoceremos los eslóganes de los restantes candidatos, vamos a adentrarnos en estos para entender qué intentan comunicar y de qué manera los políticos, a través de su lenguaje no verbal, los acuerpan, es decir, cómo a través de su propio cuerpo ‘personifican y dan vida’ a esa frase que han escogido y que tiene por objetivo final la aprobación de los electores y la concreción del voto a su favor.

 

Rodolfo Piza, Unidad Social Cristiana

El candidato Piza Rocafort continua, de momento, con su eslogan de pre-campaña ¡Póngale la firma! Este lema tiene un espíritu impositivo, pide confianza, validación y equipara patria con negocio. Según el sitio web Ciudad-Real, en el apartado denominado El refranero de expresiones populares españolas, el origen de la frase se remonta a la España de los años 40, donde se firmaban documentos importantes a una sola firma, respaldados por el interesado y su fiador. Ahora, este eslogan no creo que se siga utilizando por mucho, pues el candidato el día 28 de septiembre anunció vía Facebook que su nuevo libro se titula ¿Quién dijo que no se puede?  Esto lo hizo como forma de mercadearlo, pero, de repente, ese podría ser el nuevo lema.

Con el Póngale la firma, Piza ha querido, ambiguamente, que se le firme en el aire y a ciegas, pues, hasta el momento, su trabajo corporal no refleja nada en particular viniendo del líder de un partido que se vende como renovado. Lo que el candidato hace principalmente es cruzar los pies, tomar notas y hacer el simulacro que presta oído, pues no se percibe una escucha genuina en él, al contrario, parecer ser un área que necesita trabajar. Por otro lado, sus propuestas en educación, economía, cultura y temas varios en los que lo he visto desenvolverse son poco detalladas. Esto se refleja paralelamente en su trabajo gestual, lo cual pude constatar en los encuentros en que lo observé en La Estación, Barrio Escalante, los días 14, 21, 23 (en Le Chateau) y 29 de agosto, además, el 13 y el 18 de septiembre. Su imprecisión corporal (cabeza intranquila, manos que parten del centro del cuerpo y que están en un vaivén, así como el juego de movimiento de las manos con su lapicero) refleja, por insignificante que suene, el contenido de muchas de sus respuestas y su escasa puntualidad. Una cosa sí está clara, cuando el candidato está con ánimo de sonreír, lo logra.

En los encuentros que llaman Hablemos Cara a Cara, el aspirante dice tener un partido renovado, pero no explica en qué consiste eso, aparte de que sabemos que el expresidente Calderón Fournier ya no está ahí. Repite haber ido a una escuela pública, pero no menciona que su secundaria fue en Lincoln School. Reitera que los ticos tenemos que creérnosla, usando como referencia los logros del estado liberal de 1870 hasta el inicio de su crisis en 1929. Cuando se da la oportunidad, le recuerda a los presentes que él fue presidente de la Caja del Seguro en el gobierno de Miguel Ángel Rodríguez, que bajo su presidencia las filas de espera se redujeron, pero no explica qué hizo concretamente para lograrlo. Insiste que quiere ver patos nuevamente en el río María Aguilar, pero no detalla cómo hará para que los patos vuelvan. Aferrado a este guion, el candidato Piza Rocafort difícilmente calará en los costarricenses.

Como parte de la estrategia de generar confianza que se desprende del eslogan, se le intenta acercar a la gente por medio del story telling (contar historias). De ahí que le veamos en Los Guido (video del 21 de septiembre) visitando a una señora que hace collares y aceptándole un fresco con galletas, o asistiendo a un refugio herpetológico (video del 27 de septiembre), donde el candidato le da chupón a un monito. Su campaña de participar en relatos que lo acerquen a los votantes es prácticamente como su cuerpo: el mensaje no está del todo definido. Al candidato lo vemos normalmente juntar las manos a nivel de la cintura, haciendo gestos que intentan hacer presión hacia el suelo con las palmas. Con ello, Piza intenta mostrarse conciliador y centrado, pero su repertorio gestual es, hasta el día de hoy, limitado. También, por la forma en que inclina y acentúa su cabeza, uno podría, incluso, equivocadamente pensar que el aspirante ha tomado algunos tragos.

Edgardo Araya, Frente Amplio

El reconocido ambientalista del caso Crucitas, Edgardo Araya, quiere ¡Que nadie se quede atrás! En la página web Buen vivir del gobierno ecuatoriano, esta frase se muestra como parte del pensamiento de pueblo aymara. Textualmente, dice: “Que todos vayamos juntos que nadie se quede atrás, que todo alcance para todos, y que a nadie le falte nada.” Cuando le consulté vía Facebook sobre qué significaba su eslogan, respondió: “Que en un gobierno del Frente Amplio, a nadie le faltará nada, todo alcanzará para todas y todos, caminaremos juntas y juntos.” Jueves 7 de septiembre.

Con el ‘nada te faltará’ que él deduce del eslogan, hay un aire bíblico. Se da esperanza de que no habrá que preocuparse por comida o guarida, pues en un eventual gobierno del Frente Amplio las necesidades se suplirán. Araya ofrece una realidad sin carencias para todos y todas, aunque su realidad personal no sabemos si podría ir por otro lado. Ahora, en su desempeño corporal, Araya tiene algo de relación con el lema que propone, pues hay un esfuerzo en su cuerpo por ir hacia adelante. Este es un aspirante que, bien que mal, se esfuerza por desafiar lo establecido. No obstante, el candidato guarda cierta similitud con los gestos y la retórica de Villalta, aunque no lo quiera reconocer. Cuando habla sobre corrupción, por ejemplo, se entusiasma y pierde en algunas ocasiones el control, utilizando el dedo índice de manera incisiva, señalando, acusando.

En Araya, predomina lo vertical, las manos las mueve de arriba hacia abajo, como si clavara algo. La energía que proyecta es fuerte, sin embargo, cuando se emociona, satura. Los movimientos puede hacerlos tan rápidos, que hace que nos cansemos rápidamente de verlo. Algunas evidencias están en los vídeos titulados ‘No lancemos cortinas de humo’, del 29 de agosto, y ‘Cerca de dos horas después’ cuando exigía la comparecencia de Celso Gamboa y de los diputados ante la comisión que investiga el tema del cemento chino (vídeo del 14 de agosto).

Cuerpos en pugna

Según la más reciente medición de la intención de voto conducida por Opol Consultores, Araya obtiene el 1.49 %, quedando en el margen de error, pero el aspirante intenta aparentar fe en que su partido va a repuntar e, inclusive, ganar la elección. ¿Cómo lo va a logar? Ese es el misterio. Por ahora, se le ve sonriente y montado en los primeros asientos de un bus color amarillo con ruta hacia la ‘indignación’. Literalmente le llaman: el bus de los indignados. Su campaña es parte de lo que se vive no solo en el país, sino que en el partido mismo: indignación y tristeza. El Frente Amplio no está solo tampoco, parece vivir lo que otros partidos como el PAC, ML, PLN y PUSC están en diversas dimensiones atravesando y eso es que: algunos los podrán perdonar, pero muchos no desean en ellos volver a confiar.

Carlos Alvarado, Partido Acción Ciudadana

Carlos Alvarado ha venido haciendo malabares con dos eslóganes principales. Por un lado, está: Yo creo. Normalmente, este lema lo completa con otras frases, como por ejemplo, Yo creo en una Costa Rica bilingüe. Esto le permite un margen de juego de palabras, pero no hay nada especial en su gestualidad para respaldar el eslogan. El Yo creo pulsa ‘el botón’ de la fe en cada quien, pues se da por probable o posible lo que él desea realizar, aunque no haya certeza que lo que Alvardo cree sucederá del todo. Ceder ante la fe que el aspirante propone no es para cualquiera, pues en las condiciones fiscales, de desempleo y de corrupción en las que se encuentra el país, apoyarlo podría significar para muchos dar un salto en las tinieblas.

Por otro lado, está Elijo el futuro. Este lema no sugiere ser del todo original, pues la frase; Elijo mi futuro, es utilizada por la Agencia de Estados Unidos para el Desarrollo Internacional (USAID). Otro ejemplo, posiblemente accidental, lo encontramos en una campaña española del 2013 titulada; Elijo mi futuro, con la cual se llamó a combatir el desempleo juvenil. Y si de similitudes se tratase, debemos hacer un paréntesis para recordar el eslogan PAC del año 2014: Con Costa Rica no se juega, el cual es casi idéntico a uno de los utilizados por la Coalición Unidad en el año 1979: Con el país no se juega. (La Nación, miércoles 10 de enero de 1979). El lema que el ‘presi’ utilizó, resultó ser, y por mucho, un producto de segunda.

De todos los candidatos, Alvarado es el que tiene un mayor control corporal, pero, a veces, raya en el punto en que intenta tener todo bajo control, restándole espontaneidad. Este es un aspirante que, literalmente, camina con pies de plomo. Cuando se le observa, su conducta  es un tanto sigilosa. En él, hay miedo a dar un paso en falso, pero intenta no demostrarlo. Paradójicamente, sus eslóganes no los vive. Su gestualidad, incluso, se percibe ensayada, aunque hay un cierto esfuerzo por hacer gestos centrífugos, es decir, gestos que salen del cuerpo y que intentan conectarse con la gente. Ahora, ¿qué tan genuino es realmente? Esperemos a febrero a ver qué dicen los números.

Con su campaña número 5, el PAC de Alvarado entró en las filas de irse convirtiendo en uno más de los llamados partidos tradicionales. El PAC de Ottón Solís, claro está, ya no es el mismo. El PAC de Alvarado podría milagrosamente dar la sorpresa y repuntar para meterse en segunda ronda, pero aunque lo logre, lo cierto es que el PAC ya perdió su virginidad.

Fabricio Alvarado, Restauración Nacional

Fabricio Alvarado es conocido como buen periodista y un ejemplar padre de familia. Cuenta una historia que luego de que un sacerdote católico le hiciera un llamado de atención, este decidió abandonar el catolicismo para formar filas en la iglesia evangélica. En ambos espacios, lo ha caracterizado su facilidad de verbo y amor por Cristo. La altivez que también le singulariza fue estimulada desde su infancia, y bueno, algunos resultados saltan a la vista, pues no solo se ve a sí mismo como el diputado que defiende la familia, sino que se auto percibe como el próximo presidente de la República 2018.

Su eslogan es Hagámoslo juntos. ¿Hagamos juntos qué? El lema califica como uno más de los ambiguos eslóganes que caracterizan la política costarricense. En su frase, vemos un sol, las palabras Fabricio, Presidente, 2018 y Restauración Nacional. Todos los elementos en sí forman una casa con un sol sobre esta. La palabra restauración es la parte más iluminada, donde nace la luz. El nombre Fabricio está de color blanco y es el centro de atracción.

Similar a otros candidatos, Alvarado no acuerpa el eslogan, es decir, su imagen y su conducta no verbal no es lo suficientemente coherente con el lema. El candidato destaca por su individualismo y por una agenda poco inclusiva. De hecho, si se observa bien, una cantidad importante de sus gestos con las manos apuntan hacia dentro, hacia él mismo. Esto constaté personalmente en el debate auspiciado por el politólogo Claudio Alpizar el día 2 de octubre en el Club Unión. El candidato habla con fluidez y tiene la habilidad de responder con celeridad, pero paradójicamente es un aspirante que, aun siendo joven, no cala en la juventud, como sí lo hace Carlos Alvarado, por ejemplo. Fabricio Alvarado, de manera similar a Sergio Mena del PNG, son adultos mayores atrapados en el cuerpo de dos hombres de 37 y 42 años.

Su partido se llama Renovación, lo cual se asocia con rejuvenecimiento, regeneración y transformación, sin embargo, quien ocupa el primer lugar para llegar a la Asamblea es Carlos Avendaño, un hombre ya grande que, de ganar, volvería por tercera ocasión. Su sed de servicio es muy grande. La agrupación se caracteriza por hacer un ferviente llamado al voto, utilizando el talento de pastores, entre otras formas de voluntariado; y sus ovejas, obedientes, van a las urnas para cumplir con la tarea encomendada. Cuando uno escucha y observa al candidato, este se enaltece y deja un sabor profético de ser el escogido de Dios para ser nuestro futuro presidente. En febrero, sabremos si Dios lo eligió o no.

Rodolfo Hernández, Republicano Social Cristiano

Rodolfo Hernández es un caso particular. El candidato, aparte de ser respetado como pediatra y como un hombre entregado a la infancia, es también recordado por la supuesta “doble renuncia” a su candidatura en el 2013. Hoy por hoy, desconocemos qué sucedió con total exactitud dentro el PUSC en torno a este caso.

El Dr. Hernández es el apadrinado de Rafael Ángel Calderón, quien desmanteló la casa que fundó en 1983 para formar otra en junio del 2014. Con él, se fue también Hernández. Nace, entonces, el Republicano Social Cristiano. Al recién nacido, lo mudaron de azul, amarillo y rojo, los colores de quien en 1940 ganó la elección nacional: el Dr. Calderón Guardia. Su partido, de hecho, se llamaba Republicano. Para re-inventarse, parece que Calderón-hijo decide entonces revisitar el pasado político-profesional de su padre y lo que hizo fue crear nido en otro árbol que, al final de cuentas, es del mismo bosque.

Mi compromiso es su familia nos dice el Dr. Hernández. El eslogan es generoso, algo paternalista, pero como muchos, queda en la imprecisión. ¿Cuál es el compromiso? El lema intenta no sonar político, pero, ambiguamente, el Dr. está operando como político. Hernández no tiene un sello gestual que le asocie al eslogan y, similar a Figueres, no se quita el blanco, el blanco de doctor. Su juego está entre ser doctor, el doctor bueno, el hombre que no tiene malas juntas, que no es corrupto y el líder de la política ‘positiva’, como él se autodenomina (Facebook, 12 de junio). En su equipo, conocen el valor psicológico que genera este color, de ahí que se explote dicho recurso. En el debate realizado en el Club Unión, ocasión donde lo observé en persona el día 23 de octubre, el candidato recibió, en algunos momentos, la felicitación de varios de los expertos invitados por las respuestas que dio, aunque no me cabe duda de que muy poco en su cuerpo, por ahora, demuestra convicción y dinamismo. El motor de su gestualidad no está del todo encendido. Su cuerpo respira mejor cuando habla de investigación, de su gestión como director del hospital, así como de ciencia y tecnología.

La promesa que se desprende del eslogan, el candidato no la asume del todo en su conducta no verbal, quedaría, por lo tanto, debiendo. Hernández se caracteriza por su rigidez corporal, ausencia de gestos que le den un sello personal, así como por sus pausas que, a veces, son extensas. Eso le resta fluidez, algo de credibilidad y no le ayuda a sostener la atención. El aspirante parece apostar a su ‘naturalidad’ para defender el eslogan y el mensaje de campaña, pero no le cae la peseta, todavía, de que con lo que hace a nivel de cuerpo y de voz no le alcanzará para logar el objetivo. De hecho, la mayoría de los candidatos se encuentran en una situación similar. Este es un aspirante que francamente aburre ante las cámaras. De ahí que recurren a estrategias tales como presentarlo con una música que suena más que todo a noticiero, para crear así generar interés por lo que él va a decir. Algunos ejemplos son los vídeos titulados ‘Basta de trinquetes’ del 23 de agosto, y ‘Feria de la salud’, del 9 de septiembre, publicados en su página de Facebook. Si hay algo que el doctor evidencia como un todo, es, precisamente, tener el cuerpo de vacaciones.

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