La conferencia sobre el clima COP27 del año pasado nos trajo el primer pabellón de sistemas alimentarios. Y aunque el plan cuatrienal acordado sobre agricultura y seguridad alimentaria quedó diluido, la conferencia sobre el clima vio cómo la alimentación pasaba a ocupar un lugar destacado en la agenda por primera vez. En ella se revisó los sistemas de producción y fue tema de la conferencia Extinción o Regeneración de Compasión in World Farming, celebrada a principios de año. El evento reunió a científicos, activistas y responsables políticos para debatir cómo pueden cambiar los sistemas productivos en respuesta a la emergencia del calentamiento global. Algunos defienden la agricultura regenerativa y agroecológica, pero otros defienden la tesis de producir menos carne y leche siempre culpando a los sistemas pecuarios sin fijarse en otros contaminantes que representa la verdadera amenaza.
La lucha entre producir más y los activistas que defienden lo contrario cada día es mayor así han tenido grandes avances sobre todo e Europa en donde las guerras, falta de agua que pone a luchar a los agricultores con los habitantes de las grandes urbes y la penetración musulmana que habrá que las luchas por religión se incrementen. Greenpeace desempeñó un papel fundamental en la elaboración del Tratado de las Naciones Unidas sobre los Océanos, cuyo objetivo es proteger al menos el 30% de los océanos para 2030. Feedback, con sede en el Reino Unido y los Países Bajos, sigue cuestionando el despilfarro de alimentos en los supermercados y revelando el impacto de la ganadería a gran escala. La presión ejercida por Compassion in World Farming hizo que el año pasado la legislación británica consagrara por fin la sensibilidad animal, con la promulgación de la Animal Welfare Act. (ley de bienestar animal). Y no son solo los grandes grupos los que desafían al sistema alimentario. Organizaciones de base como Granville Community Kitchen ayudan a empoderar a las comunidades y a luchar por la justicia alimentaria a escala local, mientras que la Red de Ciudades Comestibles, financiada por la UE, promueve el cultivo urbano de alimentos a pequeña escala en todo el mundo.
La sensibilidad animal también está consagrada en la legislación de la Unión Europea (UE). La Comisión Europea prevé que el consumo de carne per cápita en la UE descienda de 69,8 kg en 2018 a 67 kg en 2031. Pero este descenso no es suficiente. Según Greenpeace, el consumo de la UE debe disminuir un 71% en 2030 y un 81% en 2050 para reducir los efectos de la producción de alimentos en las emisiones. Esto significa que, de aquí a 2050, todos los ciudadanos de la UE deberían consumir como máximo trescientos gramos de carne a la semana, lo que equivale a dos hamburguesas semanales. En la actualidad, la media de la UE es de 1,58 kg. Esto significa que con los problemas políticos de Europa la gran productora de alimentos será América Latina si los gobiernos dejan de hacer lo que les imponen. ¿Y Costa Rica que va a hacer? Con las políticas de no apoyo al agro. Será que copiaran las leyes europeas o por el contrario tendremos un gobierno que apoye el agro para poder satisfacer la alimentación de países que cada vez producen menos.