La agresiva política comercial China comienza a generar problemas en América Latina

» Por Pedro Isern - Director ejecutivo de CESCOS

Fotografía de Kateryna Babaieva.

La desaceleración de la economía china ha contribuido a generar una sobreoferta de bienes que comienza a inundar distintos mercados alrededor del mundo. Esta situación ya impacta en sectores industriales de América Latina. Como sostiene el artículo publicado por la agencia AFP, “El acero barato chino amenaza puestos de trabajo en América Latina”, en el año 2023 “la región importó desde ese país un récord de 10 millones de toneladas de acero, un aumento del 44% respecto al año anterior. Hace dos décadas, la cifra era de sólo 85.000 toneladas”. Alejandro Wagner, ejecutivo de Alacero (Asociación Latinoamericana del Acero), sostuvo que “China está demasiado presente en América Latina”.

Es importante remarcar que el exceso de producción de acero en China está íntimamente relacionado a la crisis del sector de la construcción en ese país que, como es evidente a esta altura, enfrentará en el corto-mediano plazo problemas adicionales. El sector inmobiliario representa el 25-30% del PIB de China por lo que una crisis estructural allí repercute hoy en toda su economía y repercutirá pronto en gran parte de la economía global. China es el 18% del PIB mundial y el 30% de 18 es 5.4, es decir, hay un impacto directo de la crisis inmobiliaria china en el 5.4% de la economía global. Es un número impresionante y los países de América Latina tienen que tomar la debida nota de la dificultad que ello supone para el futuro cercano.

El agresivo dumping realizado por China en la industria del acero puede representar un cambio de época ¿Por qué? Porque hasta la aparición del COVID en diciembre de 2019 China había sido para Occidente una concreta oportunidad comercial de corto-mediano plazo y un difuso costo institucional de mediano-largo plazo. Sin embargo, ahora el costo institucional y moral de la íntima relación desarrollada con esa dictadura tiene distintas facetas materiales: por ejemplo, el mencionado dumping chino en la producción y comercialización de acero repercute en la amenaza a miles de puestos de trabajo en diversos países de América Latina, principalmente en los principales productores.

Esta cuestión es crucial: el largo plazo ha llegado. A veces “demora un poco”, pero el largo plazo siempre llega. Esto significa que podemos por fin empezar a comprobar en la vida diaria cómo las malas decisiones morales e institucionales del pasado repercuten en el bienestar de millones de familias de nuestra región, particularmente de familias de trabajadores en países de ingreso medio-bajo y de ingreso bajo. Por cierto, esto será crecientemente así en regiones y países aún más desfavorecidos como, por ejemplo, el continente africano, donde China ha aprovechado las urgencias socioeconómicas para depredar mercados y capturar recursos naturales y espacios geográficos estratégicos. Así, según el mencionado artículo de AFP, en 2022 China ha liderado la producción mundial de acero con un 54%, seguida por India con un 6,6%. Los principales productores de América Latina (Brasil, México, Argentina y Colombia) obtuvieron un 3,1% combinado. “En América Latina, alrededor de 1,4 millones de personas trabajan en la industria del acero… y el acero chino ahora se vende hasta un 40 por ciento más barato de lo que podría producirse de manera viable en la región”.

Este comportamiento comercial de China en la industria del acero en América Latina es representativo de las estrategias que Beijing desarrolla y desarrollará alrededor del mundo en la próxima década. Ante ello, es posible pensar respuestas nacionales pero también es necesario impulsar enfoques regionales. En este sentido, una respuesta que intente articular la creciente desconfianza de occidente hacia China después de lo sucedido con el COVID podría recurrir a una estrategia que convine desde una perspectiva regional el near-shoring y el friend-shoring.

La utilización del dumping que lleva a cabo Beijing podría entonces ser respondida en clave institucional, es decir, haciendo hincapié en las similitudes que tienen las democracias de la región para repensar junto a los Estados Unidos un área comercial-institucional tácita a partir de la articulación de la cercanía (near-shoring) y de la confianza (friend-shoring). Mientras por un lado ha sido muy difícil en los últimos años impulsar un acuerdo de libre comercio con los Estados Unidos (por cierto, tanto con las administraciones demócratas de Obama y Biden como con la administración republicana de Trump), aparece ahora la posibilidad de pensar una alianza regional primero en clave reactiva, es decir, que active los resortes democráticos de un conjunto de países pequeños y medianos, convergiendo en una política comercial similar que busque impedir el ejercicio sistemático del dumping por parte de China. Esta inicial construcción de un “affectio-societatis” para limitar el daño de la agresiva política comercial-industrial china podría ser el primer paso para luego construir confianza hacia un continente que logre mayor empatía a través del libre comercio desde Alaska hasta Tierra del Fuego.

En este nuevo contexto que se ha consolidado principalmente a partir de la opacidad generada por Beijing en torno al COVID, es posible remarcar que el ejercicio del dumping ha dejado de ser una práctica meramente comercial por parte de China para evidenciarse ahora como una práctica institucional que busca y buscará ex profeso la división entre las democracias liberales de ingreso alto, medio y bajo. Mientras la Unión Europea y los Estados Unidos sufren el desleal comportamiento chino en, por ejemplo, el mercado de los autos eléctricos y en el de los panales solares, en América Latina impacta duramente la inundación de acero. El mundo ha comenzado a sufrir una política comercial que es, básicamente, institucional: utilizar la capacidad instalada desarrollada en los últimos 20 años para inundar deslealmente con productos baratos a distintas economías, buscando al final del día perjudicar indirectamente a las empresas competitivas de sus principales contendientes globales.

Paso seguido, una potencial nueva convergencia en el continente americano podría entonces pensarse a través de la decisión colectiva de impedir, por ejemplo, la llegada del acero chino subsidiado que, a partir de esa política por reacción, busque después políticas conjuntas por una acción positiva, hacia la construcción de confianza regional.

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