Por Nerissa Chaverri
En mayo del 2007 mi hijo mayor Xavier fue diagnosticado con el Síndrome de Asperger, yo sospechaba de algún trastorno, porque su conducta era totalmente atípica.
No hablaba, no entendía nada, no sabía dar muestras de cariño, era muy aislado y jugaba solo, además de su mal genio. A veces pasaba tres horas llorando sin parar, y yo sin entender que le pasaba. Un neuro-pedíatra lo diagnosticó, pero yo sinceramente no sabía qué hacer, buscando información sobre el tema, hablando con otras personas, yendo al hospital y escuchando consejos, me di cuenta la importancia de escolarizarlo y enseñarle habilidades sociales era esencial para hacerlo una persona funcional con el desarrollo pleno de sus capacidades.
No voy a negar que fue difícil, al principio fue como empezar de cero, porque aunque era un niño como cualquier otro, su comportamiento no lo era. Fue una lucha constante, no sabía hablar, expresarse, con poca motora fina y gruesa y muy propenso a la frustración.
Hoy mi hijo es casi un adolescente, va cumplir once años, es hiperléxico, simpático, muy sensible, con una gran capacidad para relacionarse con lo demás y muy creativo. Es un niño amoroso y servicial, si tuviera que volver a los años anteriores considero que haría lo mismo otra vez por él.
Xavier me ha enseñado cosas muy valiosas en la vida, a luchar incansablemente por lo que una quiere, a creer en los sueños y trabajar día a día por lo que una desea.
En un día como hoy celebro el hecho que Dios me haya dado un hijo con estas características, ha sido una lección de vida, y ha generado todo un escenario de tolerancia, aceptación y lucha sobre este tipo de personas y sus derechos.
HOY ES DÍA DE HACER CONSCIENCIA SOBRE EL SÍNDROME DE ASPERGER.
