Fresas y fresas

Siempre he conocido a la fresa como una fruta de muy escaso tamaño, en forma redondeada o cónica y color rojo brillante. Su pulpa es mantecosa, deshaciéndose en la boca a la más mínima presión, con un sabor extremadamente dulce. Pero lo que más caracteriza a la misma es su aroma intenso, capaz de impregnar con su perfume penetrante, varios metros a la redonda, el cual solemos encontrar en los supermercados, en helados, en el yogur, etc.

El otro término que he escuchado y al parecer algo despectivo es el de los chicos y chicas fresas, ¿algo similar a los hippies de otros tiempos? Se les suele criticar por ser ostentosos, disponer de algunos recursos materiales, quererse destacar, llamando la atención en el vestir o en poseer la última tecnología (celular, etc.)

Sin embargo, en muchos casos, son catalogados de forma superficial por jóvenes de otras instituciones, cuando conocen que estudian en instituciones privadas y los ven pasar en un vehículo que puede llamar la atención o no, pero que es poco probable que, a esa edad, lo hayan podido adquirir de sus propios esfuerzos, y de ahí la expresión “… ahí va una chica o chico fresa”.

Hace unos años hube de participar, como parte de un organismo internacional de forma voluntaria  – siendo mejor hacerlo, que no verlo y que a mí me lo dijeron – en la armazón de una casa de madera prefabricada, de 18 metros, montada sobre pilotes o bases, para una jovencita de solamente 16 años, con dos niños, cuya vivienda anterior (creo que he exagerado en llamar vivienda a algo – tal vez ¿2 x 2 metros cuadrados? – que estaba soportada parte por piedras alineadas y encima plásticos y láminas de cinc; una puerta, sin ventanas), un colchón húmedo producto de la lluvia de la noche anterior sobre dos restos de sillas plásticas y en un costado lo que debía ser el baño, sin ducha, sin tasa, sin puerta sin energía eléctrica

(Nota aclaratoria: Estoy hablando de siglo XXI); en el fondo de la casa, la ropa también mojada, colgaba sobre alambres de púas que dudo que al día siguiente estuvieran disponible para ser utilizada, pero sí posiblemente para causar una neumonía.

Realidad que un grupo pequeño de jóvenes, trataban y tratan de contrarrestar como “hormiguitas” al menos con un grano de arena, entiéndase una casa digna. ¿Quiénes eran o son estos jóvenes que nos orientaban, que nos indicaban?

Unos, dirigentes de la organización, recién graduados universitarios (en Derecho, en Comunicación, etc.), otros voluntarios, también universitarios, prácticamente todos con vehículos que, a la hora de conocer de la organización misma, cuantas casas construidas, los planes futuros, demostraban una profesionalidad y unas ganas que rayaba en la pasión, en el amor de hacer un bien, o hacer muchos bienes.

¿Fresas estos jóvenes? Si los comparo con la fruta, cuyo aroma intenso es capaz de impregnar con su perfume penetrante, todo lo que le rodea, ese aroma que ellos y ellas despiden, con su ejemplo, con su actitud, con su disposición, ¡Sí, lo son y muy especiales!  Te agradezco Ana Lucia, por lo que pude aprender de ti, a pesar de mis años.

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