¿Es correcto decir no?

La persona que va en búsqueda de una solución, de principios decirle no, puede resultar un poco traumático, cuando no hay una justificación detrás de ello como puede ser una norma o reglamento. ¿Significado de la palabra no?: suele utilizarse como negativa, rechazo o inconformidad para expresar la no realización de una acción.

Que, como toda moneda, tiene dos caras: una, quien hace la solicitud, la otra quien toma la decisión.

¿Cuándo comienza el no? Como padres y madres, en el que nuestros hijos piden permiso para hacer algo, que puede resultar indebido y nos limitamos a decir no, sin mucha explicación. No puedes salir a jugar, hasta que no realices la tarea; No debes tocar, no debes encaramarte, no debes, no debes, no debes…, que considero que tienen una justificación, el ir estableciendo normas de conducta, de alejarlo del peligro en muchas ocasiones, aunque queda claro que todo en exceso hace daño. “… ¡Siempre mis padres, a todo lo que le pido me dicen no!”.

Por supuesto puede haber contextos diferentes, que hacen difícil decir sí, por ejemplo, la cruda verdad de la pobreza, lo cual no constituye una limitante, ya que podemos decir al menos: “… sí, te quiero”.

La problemática surge cuando le negamos hasta lo más mínimo, lo cual puede llegar al grado extremo de generar una frustración en el menor, ya sea por parte de nuestros padres, profesores u otras personas. ¿Y cuándo son más “grandecitos”, rondando los 16 a 18 años de edad?

A esta edad resulta mucho más complejo decir no, dado que el o la joven tiene muchos más elementos de juicios, comúnmente entran en ese momento al mundo universitario, donde prima la rebeldía producto de su salida del bachillerato, espacio algo cerrado, donde los padres están “encima” de su conducta, resultados académicos y que casi por arte de magia, dejan de exigirle, preguntarle.

Los noveles estudiantes universitarios comienzan a chocar con la realidad de un mayor nivel de exigencia por parte de los docentes, elevado número de tareas muchas de las cuales hay que solucionar sin el “chineo” necesario y un poco que se rompe el “cordón umbilical” del subsistema de donde proceden.

Con el reglamento académico de la institución, que en ocasiones no dominan, comienzan los choques y aparecen en el “horizonte”, los no recurriendo a sus familiares, ajenos también a las “reglas del juego” y aparecen las reclamaciones, que van desde el desconocimiento hasta la búsqueda de nuevas oportunidades, las cuales caerían en el rango de las excepciones, donde en algunos casos rayan en solicitudes incorrectas y que por supuesto no tienen porque llevarse a cabo.

Estas experiencias deben de constituir un motivo de reflexión para el estudiante producto de la pérdida irreparable de una asignatura o tal vez de un semestre, que tenga que recurrir a los exámenes extraordinarios o de reparación – sobretodo todo cuando no ha sido capaz de confiar en sus padres, de sus equivocaciones en cuanto a su actitud ante el estudio – como una última opción ante el “cadalso”. ¿Solución posible?

Considerar al NO como una nueva oportunidad, sobre todo para aquellos que no se amilanan y persisten, resisten, insisten y nunca dejan de desistir en la búsqueda de las mejores soluciones.

Los artículos de opinión aquí publicados no reflejan necesariamente la posición editorial de EL MUNDO. Cualquier persona interesada en publicar un artículo de opinión en este medio puede hacerlo, enviando el texto con nombre completo, foto en PDF de la cédula de identidad por ambos lados y número de teléfono al correo redaccion@elmundo.cr, o elmundocr@gmail.com.

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