Partamos para entendernos, ¿de dónde surge este tema, tan en boga hoy en día?, y ¿qué significa? Primero, emerge contra todo determinismo biológico en la desigualdad entre hombres y mujeres. Se plantea que a lo largo de la historia diversas corrientes del pensamiento lograron naturalizar dichas diferencias, justificando con ello que hombres y mujeres tendrían formas de pensar diferente, oportunidades diferentes etc. En oposición a ese determinismo surge el concepto de género. Segundo, que hoy en día, lo femenino y lo masculino dada la valoración diferente de hombres y mujeres, como son las normas que rigen las convenciones, los comportamientos, la división del trabajo son todos productos sociales, resultado de una construcción social, lo cual implica que dicha construcción es perfectamente permeable a cambios y por ende la mujer al igual que el hombre puede y debe tener equidad en su vida personal, laboral, política y social.
¿Qué debe revisarse para lograr la equidad entre hombres y mujeres, que no solo se resuelve poniendo los y las, ellos y ellas? Primero una base estructural, social cuyos indicadores no sean el sexo; igual derecho a las oportunidades y a los servicios, igual valoración y reconocimiento para hombres y mujeres. Lo anterior implicaría para ahondar más, en el establecimiento de un orden de género ¿Qué significa esto? Establecer un sistema de relaciones sociales, económicas y culturales entre hombres y mujeres. La pregunta que surge a partir de lo anterior, es ¿Cómo lograr esa equidad?
Hay quienes consideran que porque en diversos sectores o instituciones predominan las mujeres, como son salud y la educación (doctoras, enfermeras, maestras, personal de servicio) ahí esta resuelto el problema, atendamos el resto de las instituciones. ¿Y acaso esa doctora, enfermera, maestra, cuando llega a su “segundo trabajo”, la casa, su esposo ha resuelto en colaboración con ella, los problemas domésticos, la atención a los hijos e hijas?, cuando realmente según la tradición machista, “…eso les corresponde a las mujeres, a mi lo que me toca, es llevar el dinero a la casa”. Y que decir que cuando “el señor” llega a la casa, como una especie de servidumbre, la esposa debe tenerle servida la mesa, con lo que a él le gusta y la ropa lista y planchada para el día siguiente.
Estimado amigo, ¿Por qué si usted llega primero a su casa, no se invierten los papeles, y le tiene lista la cena a su esposa e hijos?, ¿sabe usted lampacear?, ¿puede ir al supermercado y hacer las compras de lo que hace falta?, ¿Qué tal una lavadita del uniforme de aquellos que van a la escuela?, ¿Puede usted pedir permiso a su trabajo, que no llegará hoy tan temprano, porque su hijo debe llevarlo a una cita médica?
¿Difícil lograrlo? Si, ¿soluciones? A través del establecimiento de políticas públicas con enfoque de género, que no significa que vaya dirigido solo a las mujeres, las cuales contribuyan a mejorar la situación de desigualdad entre hombres y mujeres, favoreciendo con ello a que las mujeres tengan acceso a los recursos propiciando con ello una mayor valoración y reconocimiento de ellas como sujetos e interlocutores sociales. Pero mientras tanto ¿qué hacer? Señora, esta noche ponga a su esposa a lampacear, y mañana en la mañana que arregle los cuartos, ah y el fin de semana que haga las compras del hogar.
¿Le parece?
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