El «frijol» de doña Larissa Arroyo

» Por Ana Luisa Monge Naranjo – Psicóloga y traductora

Da gusto escuchar a doña Larissa Arroyo Navarrete: hábil con la palabra, informada y muy apasionada por las causas que defiende. Tuve el gusto de escucharla el viernes 27 de julio, por Canal 13, en un debate con un médico sobre el aborto. Aunque aclaró que sólo se trataba sobre la «Norma técnica», todo el razonamiento apuntó hacia la defensa del derecho al aborto libre y gratuito. El derroche de inteligencia verbal es tan impresionante que resulta casi convincente. Casi, pero no…

Y, ¿por qué no? Por muchas razones, pero la clave la dio el viernes de una manera muy sencilla: para doña Larissa, el ser humano en el vientre materno es un frijol, ¡un frijol! ¡Gracias, doña Larissa, por tan oportuna explicación!  Ahora puedo entender por qué para ella, y para otros de similar opinión, es tan lógico y tan fácil pensar que el aborto es un derecho humano. También entiendo por qué se aferra tanto a instancias internacionales que defienden el derecho al aborto. Para ellos, ¡el ser en el vientre materno es un «frijol»!

La «antropología del frijol» es el nombre que le doy a la ideología del aborto, tan proclamada por doña Larissa y otros. ¿Cómo se traduce la «antropología del frijol» en mi vida personal y social? Como estuve embarazada cuatro veces, significa que albergué cuatro frijoles en el útero. Dos de ellos murieron antes del nacimiento, lo que quiere decir que se me salieron dos frijoles verdes («vainicas», seguro). Como dos de ellos llegaron a nacer sanos y robustos, significa que di a luz a dos frijoles grandotes («cubaces», de fijo). O sea, soy madre de dos «cubazotes» de 23 y 20 años de edad, respectivamente.

Como de un frijol sólo puede salir otro frijol, mi esposo es un frijol (un «frijolote», mejor dicho) y yo, una «frijola» (leguaje inclusivo, por favor). Mi familia es una «frijolada» que vive en un «frijolar». Y, al igual que sucede con los frijoles viejos, cuando estemos viejos y llenos de gorgojos, el dueño de la alacena tendrá pleno derecho de eliminarnos. ¡Ese es el quid del asunto! La «antropología del frijol» permite que los dueños de las alacenas dicten cuáles frijoles sirven y cuáles se desechan. Se facilita la industria de la muerte, pues sólo los “fetos servibles y deseables” y los nacidos “productivos” serían considerados personas, los únicos merecedores de los tan aclamados derechos humanos.

La «antropología del frijol» es cultura de muerte. Es genocidio institucionalizado. Será considerado crimen de lesa humanidad hacia el año 2117 (antes, tal vez). Aunque entretenida, la habilidad verbal de doña Larissa no me convence en absoluto. Se escuda detrás de unos manoseados derechos humanos, que le niegan la categoría de persona a un amplísimo sector de la humanidad. Obvia el hecho de que el aborto trae más dolor que sanación a las mujeres, tal como muestran varios estudios. No me convence, en absoluto, aunque se ampare bajo instituciones de renombre y científicos connotados. Me niego a creer que un útero albergue frijoles. Me niego a creer que lo que se ve en un ultrasonido prenatal sea un frijol. Lo que se aborta NO es un frijol. ¡Es un ser humano!

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