El circo de la impunidad: Rodrigo Chaves y el retorno de Marta Eugenia Esquivel

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¿Es esta la nueva política de “renovación” del gobierno?

En un acto que más parece una burla a la justicia, el presidente de la República, Rodrigo Chaves, nombró a Marta Eugenia Esquivel como nueva ministra de Planificación, a pesar de su reciente suspensión y en medio de un proceso de investigación en su contra. Este es un claro ejemplo de la doble moral y la desfachatez política que predomina en la administración actual.

Chaves, en un intento por justificar lo injustificable, afirmó que lo sucedido con Esquivel fue un “montaje” orquestado por el fiscal general, el auditor de la CCSS y la contralora general, Marta Acosta. Unos comentarios que resultan insultantes para los ciudadanos que esperan que las autoridades rindan cuentas de manera transparente y sin interferencias. Al asegurar que no iba a dejar que “esa servidora pública valiente” se desperdiciara, el presidente no solo se muestra insensible ante los cuestionamientos de la ciudadanía, sino que, además, con sus declaraciones subestima la importancia de la ética en la política.

Este tipo de nombramientos son más que preocupantes. Es una clara señal de que el gobierno de Chaves prefiere seguir reciclando a su gente, sin importar el historial reciente de estos funcionarios, que parece ser secundario ante la necesidad de mantener a los mismos actores en los cargos. Esta práctica no es nueva en la política costarricense, pero ahora, bajo el mando de Chaves, parece haber alcanzado niveles alarmantes. Un gobierno que, en lugar de impulsar a nuevas caras con proyectos frescos y capaces, elige seguir aferrándose a un círculo cerrado de figuras que ya han sido cuestionadas.

El discurso de Chaves en torno a su posible renuncia para postularse como presidente del Congreso en 2026, remarca el tono de irreverencia con el que se enfrenta a la política. “Si me voy, voy a ser presidente del Congreso”, dijo, con una confianza que roza la soberbia. Un planteamiento que parece una promesa de más de lo mismo, más poder concentrado, más control, y más de la misma élite política, lejos de la verdadera voluntad del pueblo costarricense.

Lo más grave de todo esto es la falta de autocrítica y responsabilidad por parte del gobierno. Si bien es legal y constitucional que el presidente pueda renunciar y aspirar a una nueva posición, el cinismo con el que se maneja la situación y las decisiones tomadas en pleno proceso de investigación dan cuenta de la falta de principios que debería regir cualquier administración pública seria.

Costa Rica merece más que un gobierno que promueve la impunidad y la perpetuación de los mismos rostros. La ciudadanía está cansada de los mismos actores políticos reciclados que solo buscan mantener sus privilegios a costa del bienestar colectivo. Es tiempo de que el presidente Chaves se pregunte si realmente está sirviendo al país o, en cambio, está más preocupado por sus propios intereses y su perpetuación en el poder. El liderazgo político debe estar basado en la ética, la transparencia y, sobre todo, en el respeto a las instituciones y a la ley, algo que parece faltar en este gobierno.

Es hora de que la sociedad costarricense reaccione ante estos abusos de poder y empuje hacia una verdadera renovación política, una que implique no solo nuevos nombres, sino también un cambio en la forma de hacer política.

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