Este problema es tanto un fenómeno ambiental como uno socioeconómico y político. Sus causas no pueden ser atribuidas a un subconjunto social específico; en cambio, existe una responsabilidad compartida producto del sistema económico y de los patrones culturales de las personas. Cualquier otra problemática ecológica, repercute en diversos aspectos de la vida de los humanos y de las demás especies; sin embargo, su discusión como tal no ha sido de especial interés por los gobiernos. En los últimos años es evidente un auge de la preocupación sobre el deterioro ambiental manifestado en la gran cantidad de esfuerzos de diversas organizaciones no gubernamentales (ONG), foros internacionales, acuerdos y discusiones en general en espacios multinacionales y globales como la Organización de Naciones Unidas. Todo esto tiene poco oídos en los gobiernos que asisten participan, pero no aplican nada. Las mismas organizaciones nombran personas no aptas para los puestos como es el reciente nombramiento del expresidente Carlos Alvarado. Si no hay reordenamiento de los objetivos de la actividad económica para que esta se oriente primordialmente hacia la satisfacción de necesidades fisiológicas y en última instancia hacia la satisfacción de deseos o necesidades no vitales, de modo que la sociedad humana detenga su impacto negativo en el planeta. El cambio climático, la pérdida de biodiversidad y la degradación del suelo muestran que el desarrollo tiene que cambiar hacia un desarrollo más sostenible. Estados Unidos y China dos países ricos son los principales contaminantes. Los datos no dicen que las industrias y el desarrollo económico en manos de unos pocos emiten 70 veces más CO2 que el 50 por ciento de los más pobres. El cambio climático es un problema atmosférico y un problema ambiental, pero también se deriva de una gran desigualdad social. El calentamiento global es un problema ético y político, no únicamente ambiental y físico de la naturaleza. Enfrentar el cambio climático requiere de una sinergia ciencia-política-técnico. El Grupo Intergubernamental de Expertos sobre el Cambio Climático (IPCC, por sus siglas en inglés) nos dice en uno de sus informes sabemos que los seres humanos estamos en el justo límite del no retorno, eso significa que los pequeños estados insulares, las zonas costeras del continente americano y latitudes tropicales, enfrentarán amenazas que están multiplicándose y están relacionadas con el mantenimiento del sistema económico. De esto no están vacunados las islas del golfo de Nicoya y las provincias costeras Guanacaste, Puntarenas y Limón. La no existencia de políticas económicas sostenibles hace que no sea casualidad que estas provincias sean donde más desigualdad hay. El aumento de la delincuencia es otra consecuencia de falta de políticas que no se hicieron 15 años atrás. Aun no es tarde, pero necesitamos políticos que cambien de mentalidad de lo contrario el clima tiene cambios y el aumento de la temperatura será más rápido, con eventos más extremos (olas de calor, inundaciones y sequías). Esto ya se está viendo y lo pudieron experimentar el calor extremo de 38 y 40 grados todos los habitantes de la GAN que vinieron a Guanacaste para la Semana Santa.