El 23% de los jóvenes de América Latina y el Caribe carecen de formación, educación o empleo

» Por María Pilar Corrales Vargas - Administradora Pública y Abogada

Según datos de la Organización de las Naciones Unidas para la Educación, la Ciencia y la cultura (UNESCO), el 23% de los jóvenes de América Latina y el Caribe carecen de formación, educación o empleo y cerca de 118,5 millones de niñas alrededor del mundo no están escolarizadas. Parece ser que el derecho a la educación y formación de calidad y pertinente se ha convertido en una utopía a nivel mundial por diversas razones.

La educación es un derecho fundamental de todos los seres humanos con el fin de que estos puedan adquirir conocimientos que le permitan una vida social plena y mejorar sus condiciones de una mantea integral desde lo económico, social y cultural.

En Costa Rica, el derecho a la educación se encuentra consagrado desde la Carta Magna, la cual establece que: “La educación preescolar, general básica y diversificada son obligatorias y, en el sistema público, gratuitas y costeadas por la Nación” (Artículo 78), así como que se debe de constituir como un proceso integral desde las primeras etapas hasta la educación universitaria o formación técnica, esto con el fin de que las personas tengan mejores condiciones de empleabilidad.

La Declaración Universal de los Derechos Humanos en su artículo 26 regula, desde la normativa internacional el derecho de toda persona a la educación, la cual, “debe ser gratuita, al menos en lo concerniente a la instrucción elemental y fundamental. La instrucción elemental será obligatoria. La instrucción técnica y profesional habrá de ser generalizada; el acceso a los estudios superiores será igual para todos”. Asimismo, otros instrumentos internacionales como el Pacto Internacional de Derechos Económicos, Sociales y Culturales; el Protocolo de San Salvador y la Carta Democrática Interamericana de la Asamblea General de la OEA, reúnen que la educación es un derecho elementar para todo ser humano, y que deba de ser de calidad.

Asimismo, la Ley N° 8261, Ley de la Persona Joven, indica con claridad que: “La persona joven será sujeto de derechos; gozará de todos los inherentes a la persona humana garantizados en la Constitución Política de Costa Rica, en los instrumentos internacionales sobre derechos humanos o en la legislación especial sobre el tema. Además, tendrá los siguientes: (…) El derecho a una educación equitativa y de características similares en todos los niveles”.

Ahora bien, tenemos la normativa, contamos con la institucionalidad estatal para dar una educación pública y de calidad, pero ¿qué está faltando para que el 100% de las personas jóvenes ingresen a educación?, una pregunta, que tiene tantas respuestas como pudiéramos imaginar, dado que cada caso resulta sumamente particular

¿Qué está realizando el 23% de los jóvenes que no estudian ni trabajan en América Latina y el Caribe?, ¿Qué impacto podría generar a nivel social, económico y cultural si reducimos dicho porcentaje a 0%?

Como sociedad no podemos pretender que las personas jóvenes en su totalidad accedan a educación profesional o técnica, pero si que busquen oportunidades de empleabilidad que mejore su calidad de vida. Oportunidades sociales, económicas o incluso culturales que añadan valor.

La humanidad, se ha dado cuenta que los modelos tradicionales de producción acaban con nuestro hogar, el planeta Tierra, es por ello que se ha venido buscando implementar nuevos modelos capaces de satisfacer las necesidades, generar un Estado de bienestar y preservar el planeta para las futuras generaciones, es decir, modelos centrados en el ser humano y la plenitud del individuo; en donde la educación juega un papel esencial en el desarrollo y principalmente de los sectores más vulnerables, como las juventudes. A raíz de esto en los Objetivos de Desarrollo Sostenible, acuerdas en la Agenda 2030, la educación ocupa el 4to lugar. Pero ¿qué es la Agenda 2030, y los ODS?

La Agenda 2030 es “un plan de acción mundial a favor de las personas, el planeta y la prosperidad (…) cuyos propósitos son fortalecer la paz universal dentro de un concepto más amplio de libertad, erradicar la pobreza en todas sus formas y dimensiones; asegurar el progreso social y económico sostenible en todo el mundo… garantizar los derechos humanos de todas las personas (Instituto Nacional para el Federalismo y el Desarrollo Municipal de México).

El ODS 4 busca “garantizar una educación inclusiva y equitativa de calidad y promover oportunidades de aprendizaje permanente para todos”, dado que el contar con formación técnica o profesional, es la base para mejorar la vida de todas las personas y propiciar un desarrollo integral desde lo social, lo económico y lo ambiental. Por lo que existen grandes retos a nivel país como a nivel mundial, para lograr que los jóvenes logremos engancharnos con la educación, el empleo, la cultura, el deporte y el desarrollo ambiental, por lo que un elemento esencial y reto fundamental es vincular la educación en todos sus ciclos con el desarrollo sostenible e integral.

Y más allá de venir aquí a decir que hemos hecho bien o mal, o que debemos de hacer; es importante que cada uno de nosotros reflexionemos sobre las oportunidades que tenemos de cómo ayudar a los más vulnerables a mejorar su calidad de vida, mediante la educación o un trabajo digno. Es responsabilidad de cada uno de nosotros rebajar ese 23% de jóvenes que no estudian ni trabajan, y mejorar juntos como sociedad para el logro de un desarrollo sostenible.

Los artículos de opinión aquí publicados no reflejan necesariamente la posición editorial de EL MUNDO. Cualquier persona interesada en publicar un artículo de opinión en este medio puede hacerlo, enviando el texto con nombre completo, foto en PDF de la cédula de identidad por ambos lados y número de teléfono al correo redaccion@elmundo.cr, o elmundocr@gmail.com.

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