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Día de la cultura china en Costa Rica…. El día del vil olvido

» Por Msc. Alonso Rodríguez Chaves - Cátedra de Historia UNED

Durante la segunda mitad del siglo XIX, China sufrió un listón de desgracias que la sumergió en la abyección de la miseria y el caos; paradójicamente, mientras esto ocurría, muchos países de otras latitudes sufrían un acelerado cambio económico, cultural y social.

Costa Rica no fue la excepción, sin embargo, el bajo crecimiento demográfico general, puso en evidencia el problema histórico de falta de mano de obra y, por lo tanto, la consecuente dificultad para llevar a cabo ingentes proyectos que se dibujaban en el imaginario liberal decimonónico.

Ante esa disyuntiva y la negativa de algunos de venir a Costa Rica, las autoridades nacionales se vieron obligadas a flexibilizar y permitir el arribo de extranjeros “no deseados”, entre ellos un grupo de chinos que ingresó en 1855; lo que significó a su vez, una incipiente fase de penetración de estos trabajadores a Costa Rica, la cual se va a intensificar en segunda mitad de siglo XIX y principios de siglo XX.

En retrospectiva, la llegada de inmigrantes chinos constituyó uno de los pasajes más tristes y vergonzosos de la historia patria, pues fueron víctimas de vejámenes y odiosas prácticas propias de un régimen cuasiesclavista. Dinámica socio-laboral que fue propiciada y tolerada por los sectores hegemónicos más recalcitrantes, los cuales se encargaron de estigmatizar a estas personas con recelo y temores mal infundados de “raza nociva, asquerosa y peligrosa” para el desarrollo nacional.

La animosidad contra los chinos continuó desmesurada durante la primera mitad del siglo XX, siendo violentados los derechos fundamentales sistemáticamente. No obstante, estas medidas estuvieron vigentes hasta la aprobación de la Ley No. 51, del 29 de diciembre de 1943; que como consecuencia de la firma del Tratado de amistad entre Costa Rica y la República de China va a impulsar la supresión del ordenamiento jurídico racista imperante, que perjudicaba y lesionaba la dignidad de estos inmigrantes.

En el devenir de las próximas décadas, el intricado escenario universal generó una asidua tendencia por los estudios migratorios. Partiendo de ese entramado, surgieron espacios de discusión en el ámbito académico, donde se reflexionó sobre la importancia de este tipo de colectivo humano en la historia costarricense. Pues más allá de las teorías que sirvieron de fundamentos a las políticas migratorias nacionales durante tiempos pasados, lo cierto es que la conjunción migración china-desarrollo se tornó tema incuestionable en el ocaso del siglo XX.

Destaca también en ese contexto de discusión, el rol de los chinos como pioneros y benefactores de muchas comunidades rurales y alejadas, donde arraigaron y fomentaron excelentes relaciones socioculturales con los propios del lugar. Asimismo, por proveer de recursos valiosos que han ayudado al desarrollo económico, cultural y social del país; pues basta para darse cuenta del aporte significativo, visitar cualquier lugar donde han logrado proyectarse socialmente.

Por ende, se dilucida que no ha sido casualidad, que poblaciones enteras emergieran alrededor de sitios donde chinos visionaros decidieron forjar su cotidianidad y establecer cadenas de comisariatos, tiendas, restaurantes, pulperías, abastecedores, empresas agrícolas, emprendimientos ganaderos, entre otros exitosos negocios comerciales.

Con ese espíritu, va surgiendo la clara necesidad del Estado por reivindicarse con la población costarricense de origen o ascendencia china. De este modo, se estableció el 17 de julio del 2003 mediante decreto Nº 31221-MEP-MCJD, el día de la Cultura China a celebrarse cada primer lunes del mes de octubre. Sin embargo, ha faltado voluntad política y esfuerzos de institucionales contundentes que consoliden y posicionen la celebración, tal y cual ha ocurrido con otros grupos venidos al país en tiempos iguales o posteriores donde se le celebra merecidamente varias veces al año.

En virtud de lo anterior, no se persigue ni espera que se dedique un feriado o fecha más para generar discursos oficiales plagados de cursis adulaciones en favor de esta población, ni tampoco quedarse en un marco simplista y romántico. La idea es generar un proceso efectivo, que visibilice a las personas de origen o ascendencia china, como ha ocurrido con otros; donde se les mira como personajes de trascedente significado en la historia costarricense. Sobre todo, concientizar y reconocer el aporte de modestos inmigrantes y descendientes que han colaborado al desarrollo de la sociedad costarricense en múltiples quehaceres.

Más de ciento sesenta años de presencia china documentada en Costa Rica, son sinónimo de trabajo arduo, disciplina, planificación reflexionada y posibles secretos “milagrosos”, que pese a los miles de estereotipos y estigmas que se han tejido en el imaginario costarricense se traducen en éxito rotundo.

Sin duda, este día no puede continuar siendo obviado… la población costarricense de origen o ascendencia china son parte de este país y son HEROES y HEROÍNAS  TAMBIÉN.

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