Las frutas constituyen uno de los grupos de alimentos que se consideran pilares fundamentales de una dieta saludable. La Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura (FAO) y la Organización Mundial de la Salud (OMS) han reiterado en diversos estudios que la reducción del consumo de frutas está vinculada a una mala salud y a un mayor riesgo de enfermedades no transmisibles (ENT).
Las frutas y verduras son fuentes de vitaminas y minerales, agua, fibra dietética y una gran cantidad de fitoquímicos beneficiosos y otros antioxidantes, sin embargo, los sistemas alimentarios actuales no ofrecen a la población alimentos nutritivos a precios asequibles que le permitan llevar una vida sana y productiva. De hecho, en el 2017 la OMS estimó que 3,9 millones de muertes en el mundo se debieron a la falta de consumo de frutas y verduras en cantidades suficientes.
Bajo este contexto, el 03 de mayo de cada año se celebra el Día de la Fruta en Centroamérica y la República Dominicana, una fecha clave para recordar el importante valor nutricional de las frutas en nuestra dieta diaria, y la necesidad de trabajar conjuntamente entre los países para fortalecer sus capacidades en protección fitosanitaria para el sector fruticultor.
Las frutas tropicales representan una fuente importante en el crecimiento económico, ingresos, inocuidad alimentaria y nutrición para los sectores rurales de muchos países en desarrollo, no obstante, los efectos del cambio climático están incrementando la presencia de plagas que afectan, la sanidad vegetal, la calidad de los cultivos y el comercio agrícola en todos los sectores agroalimentarios, incluido el sector frutícola.
Por ejemplo, datos oficiales han revelado que, como consecuencia de los daños causados por las especies de plagas invasoras, se generan pérdidas económicas mundiales estimadas en 220,000 millones de USD en todo el mundo, cifra preocupante considerando que de las plantas dependen el 80% de los alimentos que comemos, muchos de ellos derivados de frutales.
Estas pérdidas económicas se traducen, en muchas ocasiones, en un alza de precios significativa, reduciendo la capacidad de la población para acceder a estos alimentos y, por tanto, tener una alimentación sana. De acuerdo con la FAO y la OMS, la recomendación de ingesta de frutas y verduras es de 400 g al día, lo equivalente a 5 porciones diarias entre ambos grupos. Muy lejos de la realidad, entre el 10 y 15% de la población alcanza esta ingesta recomendada.
Sumado a esto, algunos informes indican que “el sistema agrícola actualmente sobre produce granos, grasas y azúcares, mientras que la producción de frutas y verduras no es suficiente para satisfacer las necesidades nutricionales de la población actual” (FAO, 2020). Esta baja productividad es una clara consecuencia de la mala gestión de los cultivos, la incidencia del cambio climático y las pérdidas en la producción de alimentos, entre otros factores. De hecho, las frutas junto con las verduras son de los grupos de alimentos con mayores pérdidas en la producción (45%) y de desperdicio a nivel mundial (aproximadamente un 30% de las compras realizadas por consumidores).
No podemos permitirnos seguir poniendo en riesgo la seguridad alimentaria y la nutrición de las familias. ¡Debemos actuar ahora para la protección y desarrollo del sector frutícola!
Los cambios necesarios en la producción, las cadenas de valor y el consumo de frutas solo pueden lograrse con el compromiso de todas las partes interesadas, un financiamiento adecuado, el desarrollo basado en evidencia y la aplicación de políticas, leyes, reglamentos y programas, así como un seguimiento y una evaluación adecuada.
Las políticas destinadas a remodelar las cadenas de valor deben mejorar la eficiencia y garantizar al mismo tiempo la inclusión de los actores vulnerables (incluidos los consumidores) en la cadena, así como la sostenibilidad medioambiental de la producción (FAO, 2021).
La producción sostenible de frutas incrementa su oferta y su consumo contribuyendo a dietas más equilibradas nutricionalmente en la población. La gestión integrada de plagas, la protección fitosanitaria, la agricultura de precisión y la cooperación entre cadenas de valor son alguna de las acciones que contribuyen a reducir las pérdidas en la producción de frutas, a reducir la pérdida de la biodiversidad, a reducir las emisiones de gases de efecto invernadero, y avanzar en el cumplimiento de los Objetivos de Desarrollo Sostenible (ODS).
Este enfoque integral permitirá enfrentar las múltiples cargas de la malnutrición y contribuir a alcanzar las metas de la Agenda 2030. Sigamos trabajando por una mejor producción, una mejor nutrición, un mejor medio ambiente y una mejor vida.