Democracia y armas: dilemas en un Estado moderno

» Por Max Loría Ramírez - Exviceministro de Paz

A propósito de la discusión legislativa que se plantea alrededor de la tenencia de armas, ha salido el argumento de que las políticas de control de armas tienen una inspiración autoritaria y promueven la formación de una Dictadura. Es un tema interesante desde una perspectiva tanto histórica como de la misma teoría de la democracia. Aquí presento algunas reflexiones sobre esto.

La construcción del Estado. Desde las teorías iniciales del “Contrato Social”, ha estado claro que la decisión de las personas para organizarse en una comunidad tiene que ver con la capacidad para poder defenderse de ciertos peligros, ya sea de la naturaleza o de otras comunidades. Si estamos de acuerdo en vivir bajo el mando de una entidad a la que hemos llamado “Estado”, es precisamente porque confiamos en que a ella le corresponde la defensa de nuestra familia y bienes. Hay siempre una posibilidad de “defensa propia”, pero se entiende que es extraordinaria y que es al Estado al que le corresponde esa tarea. Por eso existe el concepto del “monopolio del uso de la fuerza”, porque los ciudadanos nos hemos puesto de acuerdo en dárselo al Estado para nuestra defensa.

Este es un debate de la teoría democrática desde hace muchos años. Al acordar vivir bajo el mando del Estado, es verdad que hemos decidido entregar una cierta parte de nuestros recursos y libertades, a cambio de recibir ciertos servicios, especialmente el de seguridad. Pero la pregunta siempre es: ¿hasta adonde? Por supuesto que una situación absoluta tampoco conviene porque finalmente iría en contra del interés de cada persona. La libertad debe siempre prevalecer y por eso hay también un buen acuerdo sobre el respeto a los derechos fundamentales y a las libertades públicas que todos tenemos. También hay un buen acuerdo sobre los límites que debemos poner al poder del Estado, y esos límites por lo general se encuentran en las cartas fundamentales o constituciones.

Pero en lo que nos interesa, lo cierto es que existe una idea del monopolio del uso de la fuerza, asociada a la responsabilidad del Estado en cuanto a la defensa de bienes y familias. De lo contrario, estaríamos en una situación de anarquía donde se impone sobre los demás el que más armas tendría. En efecto, la tenencia de armas en casi ningún país del mundo se encuentra a la libre, en la gran mayoría está muy regulada y controlada, y en muy pocos países se considera la tenencia de armas como un derecho fundamental.

Por el contrario, se entiende que la seguridad de las personas y sus bienes se alcanza con instituciones encargadas de proteger a las personas y administrar en general la justicia. Nuestra convivencia pacífica pasa más por el fortalecimiento de la policía, que por el armamentismo de la población.

En esa línea de pensamiento, no tiene sentido afirmar que las políticas de control de armas pueden llevar a una Dictadura o a un Régimen Autoritario. Más bien afirman los acuerdos principales que tomamos las personas cuando decidimos convivir bajo el mando de un Estado.

Las democracias y las formas pacíficas de resolver conflictos. La evolución histórica de los Estados modernos ha llevado, por suerte, hacia formas pacíficas de resolver conflictos. De hecho, la democracia y la regla de la mayoría resuelve uno de los principales conflictos que podemos tener en una sociedad: ¿Quién va a administrar el poder que el pueblo le ha otorgado? En Democracia, mediante elecciones libres y competitivas resolvemos la formación de un Gobierno, y no mediante la tenencia o uso de las armas.

Pero la modernidad presenta un avance de esta buena práctica hacia muchas otras esferas del diario vivir. Las formas de resolución pacífica de conflictos nos van permitiendo avanzar en temas como la misma seguridad ciudadana, la familia, el comercio, la comunidad y hasta misma vecindad sin violencia y sobre todo sin armas. Y este es un valor fundamental de las democracias modernas.

Así como defendemos la tolerancia, el respeto y la convivencia, la democracia implica también defender el valor de la paz y el mismo desarme. Nuestro desarrollo democrático nos enseña que no es con armas que resolvemos los problemas, sino con el dialogo, la mediación, el arbitraje o la conciliación.

Desde esta perspectiva, las políticas de control de armas también fortalecen la democracia y la paz, y no lo contrario. El paulatino desarme de una sociedad es un paso civilizado, progresista y necesario de toda democracia moderna. No nos llevará hacia Dictaduras o Estados Autoritarios, sino que a convivir en paz.

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