Por Luigi Rebecchi Pannelli
Los Progenitores de la Patria, con las frentes sudorosas y las vértebras cansadas a causa del agotador y largo trabajo; por fin les dieron unas manitas a los animales, nuestros hermanos menores; como lo anunció el señor presidente de la República en su pasada campaña electoral. Aunque parezca prematuro, debido a que falta el segundo debate; nadie en el mundo podría convencernos de que un toro estaría feliz y muerto de risa cuando un montador le clava las espuelas en la panza y le golpea la cabeza, algo parecido ocurre en un redondel repleto de “sadomasoquistas” cuando aplauden a unos “valientes” quienes jalan la cola del toro; cuya misión que la madre naturaleza le encomendó fue preñar unas cuantas vacas para que a la postre recibamos unos terneritos y sus hermanitas. Ver la foto de un fulano al lado de un “pez vela” muerto, quien lo exhibe como un trofeo deportivo; es algo repugnante como los son un par de cuernos colgando de una pared de un animal salvaje cazado por placer. Es algo triste que tiene un solo nombre: “el vil metal” (Sic)