Durante el segundo semestre del 2018 se han acentuado las discrepancias populares frente al actuar del gobierno de turno. Son múltiples los factores que han desembocado en un malestar de diferentes capas sociales. La principal movilización, que será memorable en el seno de la celebración del bicentenario, es la referida al plan fiscal, que lejos de estar dirigida estrictamente a un expediente, se enfoca en el planteamiento económico país. Si bien el precitado plan fiscal, movilizado por la maquinaria neoliberal, fue aprobado; el 2019 despunta con esperanza, pues la resistencia popular se ha profundizado, estamos viviendo la “Costa Rica Profunda”, noción acuñada por el filósofo costarricense Arnoldo Mora.
Son múltiples los nodos que sostienen la red sistémica que funge como pilar de esta resistencia popular: centros patrióticos, comités cívicos, redes de resistencia virtual. Estos grupos se reproducen y resuenan en diferentes lugares del país, sin que exista una mano invisible o visible que las manipule. Son altamente críticos, dudan tremendamente de los políticos y de las “figurillas” públicas que quieren abanderarse del movimiento. Es un movimiento de masas, que se encuentra atrincherado aquí, allá y en todas partes, sin bandera, su aspiración es la justicia social.
Mientras los gobernantes de turno siguen en su dinámica de aprendizaje, acerca del manejo de la cosa política, hay estructuras partidarias añejas que están replanteando sus propuestas, despuntando nuevos títeres (con el mismo titiritero) con propuestas ideológicas reiterativas. Por otro lado, están despuntándose nuevos movimientos políticos carentes de sustento ideológico, fundamentados en la nueva tendencia del personaje político (influencer político).
La agenda neoliberal no se detiene, pero cada día, en cada lugar, laten más corazones que saben decir no a la injusticia y al egoísmo. Estos corazones se encuentran infiltrados en las instituciones públicas, privadas, en los sindicatos, en los bancos, en las escuelas y las iglesias. Esta resistencia será una resistencia no armada, que será la semilla de la gran reforma, que será anuncio y testimonio para la región.
Esta resistencia llegará a madurar en una reforma que conmoverá a la región, y no será a partir de la llegada de un mesías, sino en el momento mismo en que cada uno de los miembros de esta Costa Rica Profunda asuma con vigor y rigor una política que sea ética primera. Esta Costa Rica que arde ante la injustica, esta ciudadanía que tiembla ante el hambre del prójimo; es la nueva ciudadanía que tomará el arado, las computadoras, la tecnología y erigirá una Costa Rica de prosperidad y bienestar.
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