Creatividad ante la Contingencia

La creatividad es una característica humana que implica habilidades como la invención, la intuición, la previsión y la inventiva. Con la previsión se trata no de adivinar el futuro, sino de disponer lo necesario y conveniente para atender contingencias o necesidades previsibles. Sin creatividad, sin previsión, la única opción ante una contingencia, previsible o no, es una reacción de emergencia.

La crisis sanitaria que estamos viviendo, a más de un año de haberse declarado la pandemia de COVID-19,  pasó  de  ser  una  emergencia  (a  la  que  había  que  reaccionar  de  inmediato),  a  una contingencia previsible, que requiere creatividad (invención, intuición, previsión e inventiva) para atenderla. Sin embargo, seguimos reaccionando a la pandemia con medidas de emergencia, que claramente indican que no hubo previsiones. En particular, la reorganización  del  ciclo  lectivo anunciado por el Ministerio de Educación Pública el pasado 17 de mayo, refleja una  reacción improvisada ante una contingencia anunciada.

Las razones para esta reacción, además de la evidente falta de previsión, son múltiples: la inconciencia colectiva que desdeña la necesidad del distanciamiento social; la falta de responsabilidad de muchas personas antes las medidas sanitarias adoptadas; la sobresaturación de los servicios de salud y el agotamiento de su personal; el aumento de los contagios y la presión de los sindicatos.

Las posibles consecuencias son alarmantes: el mayor debilitamiento en la educación de toda una generación, ya frágil antes de una pandemia que fue precedida por una huelga magisterial; la cada vez mayor brecha entre quienes asisten a la educación pública y quienes lo hacen a la privada; las también crecientes desigualdades sociales; la reducción de las posibilidades para continuar con educación superior; la imposibilidad de acceder a empleos  de  calidad;  la  tentación  de  la delincuencia como forma de ganarse la vida. En síntesis, un terreno fértil para que se desarrolle una sociedad cada vez más inequitativa y violenta.

A pesar de que, según datos del Estado de la Educación, la inversión porcentual nacional en educación es sumamente alta, esos recursos no están siendo aprovechados de la forma más eficiente y efectiva, por lo que nos vemos ante la necesidad de reaccionar ante una contingencia que se veía venir.

El informe del Estado de la Educación ha advertido sistemáticamente las principales deficiencias de nuestro sistema, pero no se tomaron las acciones necesarias para corregirlas. Sin creatividad y previsión, los recursos económicos siempre serán insuficientes, y las consecuencias devastadoras. Sucesivos gobiernos tienen una gran cuota de responsabilidad en la situación que estamos viviendo, la cual nos obliga a reaccionar de manera urgente, pero con consecuencias alarmantes.

Una computadora por estudiante: En el año 2010 se comenzó a analizar en el país la necesidad de que cada aprendiente y docente  tuviera  su  propio  aparato  como  herramienta  educativa.  Junto con expertos del Laboratorio de Medios (Media Lab) del Instituto Tecnológico de Massachussets (MIT), se elaboraron propuestas pedagógicas que justificaban la necesidad de tomar este paso fundamental, pero la medida de proveer de equipo informático a la población estudiantil y docente fue emprendida de manera tibia, de a poquitos. Once años después, el porcentaje de estudiantes y docentes con acceso a una tecnología personal digital que le permita continuar con su educación de manera remota, es aún bajo.

Conexin: En el 2008 se promulgó la Ley General de Telecomunicaciones (LGT) 8642 y en el 2009 se creó el Fondo Nacional de Telecomunicaciones (FONATEL), el instrumento para la administración del régimen de garantías de acceso universal a las telecomunicaciones establecida en dicha ley. Doce años después, según datos del MEP, solo un 42% aproximadamente de las instituciones educativas tienen acceso a conexión, y no hay datos confiables del porcentaje de estudiantes y docentes que tienen acceso a la red.

Construccionismo: Pero aun si cada persona tuviera una computadora y la posibilidad de conectarse a  internet,  la  experiencia  de  aprendizaje  podría  no  ser  positiva  si  el  personal  docente  no  está preparado para proponer actividades interesantes, colaborativas e interactivas. El enfoque construccionista de uso creativo de las tecnologías digitales llegó al país por los años 1988-89, gracias a un esfuerzo del Ministerio de Educación Pública y la Fundación Omar Dengo. Pero esos esfuerzos se han ido diluyendo, consumidos  por la fuerza del sistema, y más  de treinta años  después, estamos utilizando la tecnología (cuando la hay) para replicar modelos pedagógicos obsoletos de transmisión de información, con resultados contraproducentes.

Comunicación empática: Decía el biólogo Humberto Maturana, recién fallecido, que la comunicación es parte esencial del ser humano. Se refería a una comunicación empática, que involucre el pensamiento y el sentimiento. Lamentablemente, por muchos años, y sobre todo en tiempos de crisis, el Ministerio de Educación ha carecido de la capacidad de establecer comunicación asertiva a lo interno de la organización y hacia la comunidad educativa. A lo largo de la pandemia no habido una verdadera conexión empática, ni siquiera suficientemente informativa, para abordar temores, inquietudes y prejuicios, para inspirar y acompañar al cuerpo docente, para inspirar confianza en las familias y en los niños.

Acuerdo hacia el Bicentenario: En el 2017, todos los partidos con representación en ese momento en la Asamblea Legislativa firmaron, teniendo como testigo de honor a Alice Shackelford, Representante Residente y Coordinadora Residente de las Naciones Unidas, un acuerdo nacional, adquiriendo compromisos en diversas áreas estratégicas, compromisos que de cumplirse le permitirían al país aspirar a un mayor bienestar colectivo. En materia de educación, (tema 5 del  Acuerdo) se aprobaron seis puntos, que incluían: una reforma en la gobernanza del sistema; la unificación de leyes y reglamentos que regulan el sistema educativo; la contratación de docentes por  idoneidad;  promover  una educación ubicua (que se pueda dar en cualquier parte, en cualquier tiempo). Cuatro años después, los acuerdos han sido ignorados, y urge volver a revisarlos para poder avanzar en estos temas estratégicos.

En esta situación, desesperada, corresponde tomar en serio la construcción de dos vías: una de corto plazo, que nos permita paliar la situación actual que viven nuestros niños, niñas y jóvenes, y otra de mediano y largo plazo que le permita al Estado ser creativo y previsor. Ambas requieren dejar de lado intereses personales y partidistas. Ambas requieren decisiones de fondo. Ambas requieren levantar la mirada hacia el largo plazo.

Los artículos de opinión aquí publicados no reflejan necesariamente la posición editorial de EL MUNDO. Cualquier persona interesada en publicar un artículo de opinión en este medio puede hacerlo, enviando el texto con nombre completo, foto en PDF de la cédula de identidad por ambos lados y número de teléfono al correo redaccion@elmundo.cr, o elmundocr@gmail.com.

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