La primera interrogante del artículo, nos conduce a posibles incertidumbres: ¿es una decisión a tomar?, ¿debo decir la verdad y sólo la verdad?, ¿no hay otras opciones?
También pude haber nombrado lo que hoy leerán como ¿derecha o izquierda?, lo cual conlleva al análisis del rol del docente ante la problemática de lo que sucede en nuestros países en temas sociales, económicos y políticos y que perfectamente permea a los jóvenes – los cuales leen poco en cuanto a medios impresos, pero si “bombardeados” por las redes sociales – a lo que se suma lo que comentan los padres en sus opiniones en casa y el hijo/a – estudiante, “escucha” , aunque no necesariamente esté atento a los temas y si fuese el caso pregunta, donde de igual modo podrá recibir una respuesta de “blanco y/o negro”
En una ocasión unos estudiantes – en la evaluación del desempeño de un docente muy profesional, culto, ducho e inclusive historiador a nivel nacional, y recientemente con grado académico de Doctorado.-; reflejaban por escrito la partidización de su profesor en las clases (de antropología perteneciente al área de estudios generales), a modo de queja, lo cual me inducía a reflexionar ¿qué había sucedido, cuándo en las clases observadas las mismas eran magistrales?, inclusive en el desarrollo de las mismas (estudiantes de 1er año de la carrera, cuya edad promedio oscila entre 16 – 17 años) apreciaba que algunos de ellos/as (minoría) no prestaban la atención necesaria lo que me permitía valorar ¡qué lástima!, no saben lo que están dejando de aprender y comprender, para aplicarlo al ser la Antropología la “Ciencia que estudia los aspectos físicos y las manifestaciones sociales y culturales de las comunidades humanas”, y que les permitiera opinar dentro y fuera de la clase objetivamente en su conversación con sus compañeros de estudio, padres, familiares, demostrando conocimiento y madurez, como parte de una cultura general.
Estoy claro que todos los que impartimos clases, no solo compartimos nuestros conocimientos “puros”, es decir dentro de la didáctica de la clase, ésta asociarla a situaciones reales que ocurren cada día cualquiera sea la naturaleza de la asignatura, lo cual es refrescante, atractivo al estudiante, ¡que opine!, pero lo más importante paralelo a todo ello es que transmitimos valores como son: el respeto a los demás y a sí mismo, honestidad, tolerancia, responsabilidad, transparencia, sinceridad y otros.
Todo lo anterior conduce a que deben evitarse (no solo en clase, diría que siempre en nuestras sociedades) los extremos, ni derecha o izquierda, ni blanco o negro y mejor gris, ¿gris? Si bien este color (existen 65 tonos de gris) es el color que más se relaciona con el aburrimiento, lo anticuado, lo insípido, la crueldad y también con la tristeza, pero también es considerado el color de la reflexión y de la teoría (entiéndase que en nuestro cerebro tenemos “materia gris”), asimismo, la ciencia y la objetividad.
No me queda duda que cada docente puede tener sus propios ideales (metas, objetivos, intereses), principios, ideología (conjunto de ideas fundamentales que caracteriza el pensamiento de una persona, una colectividad o una época), y que han de respetarse como ya hemos mencionado, como valor (insisto en el campo social, económico y político), pero inclinar “la balanza del fiel hacia un solo lado”, al menos para mí – como docente – no es pertinente. ¿Lo adecuado?
Que sean los propios jóvenes los que analicen la problemática, investiguen, se documenten de todas las partes, lean con profundidad. ¡Enseñémosle, a los que nos corresponde, emplear adecuadamente el gris!
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