El próximo alcalde (sa) de Turrialba, encara el reto de superar tensiones y amenazas bajo un cambio en su modelo de gestión institucional. Lo que implica cambios en la forma de gestionar los servicios municipales, ingresando en otros ámbitos de la problemática local para intervenir los altos niveles de pobreza y de subdesarrollo que azotan la región.
Adicionalmente se debe mejorar la forma de tramitar la conducción de nuevos procesos productivos que promuevan el crecimiento económico, entre ellas; administración financiera, turismo, agricultura y la gestión ambiental.
Está claro que la municipalidad es una institución compleja, que demanda de una nueva visión para sustentarse en una visión de sostenibilidad, racionalizando la estructura administrativa, clarificando las competencias municipales, y garantizando un control financiero y presupuestario más riguroso.
También en sus manos esta impulsar un nuevo perfil de funcionario público municipal esto es, redefinir funciones, prerrogativas, corresponsabilidades, y atribuciones, corregir fallas en los procesos, y desterrar vicios administrativos (eficiencia). Esto supone que el funcionario debe ser capaz de trabajar con varias visiones e ideas sobre los asuntos a atender, y tener criterio para la toma de decisiones.
Turrialba vive en un contexto marcado por la esperanza y en una de las mayores incertidumbres jamás vista en una región tan rica en recursos naturales, materiales y humanos. En otras palabras, el próximo gobierno local debe enarbolar y conducir acciones que nos permitan impulsar las transformaciones necesarias para aspirar a ser una sociedad menos desigual, más cohesionada, en paz y con desarrollo, al servicio social.
Los municipios no son otra cosa que una empresa cuyo objetivo final es garantizar el bienestar de los ciudadanos que residen en su jurisdicción. El carácter social del municipio implica que a través de su gestión que debe producir ciertos bienes y servicios, representados en coberturas en materia de salud y educación, promoción del desarrollo económico y provisión de los servicios públicos sociales.
Entre los desafíos pendientes están: el plan regulador para coadyuvar con un crecimiento urbano ordenado y seguro. En materia de desarrollo ambiental falta el basurero municipal, que se ha convertido en la mayor amenaza de contaminación cantonal. Actualmente con orden de cierre porque funciona a cielo abierto e incumple con proporcionar un manejo técnico, con costos bajos de operación y un manejo eficiente de los desechos sólidos.
Finalmente, Turrialba hace ya mucho tiempo viene sufriendo un deterioro progresivo a nivel económico y social. Los empleos estacionales y de emergencia son paliativos que poco aportan a la solución de un problema de carácter estructural. El cantón debe retomar su vocación agrícola e impulsar proyectos asociados a la agricultura y la agroindustria y volver a generar empleos.
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