El ser cartaginés está fuertemente ligado en sus raíces a la actividad agrícola; sector que ha sido una de las principales fuentes de empleo de la vieja metrópoli, pero que lamentablemente no ha contado con el respaldo y apoyo de los últimos gobiernos y políticas nacionales.
Tal ha sido el aporte de la agricultura a nuestro país que, según la Encuesta Continua de Empleo del Instituto Nacional de Estadística y Cenco (INEC) para el primer trimestre del año en curso, alrededor de 270.000 personas se dedican a actividades primarias, es decir; agricultura, ganadería y pesca. No obstante, esto representa una disminución de 9.000 personas en comparación al mismo trimestre del año 2019.
Los retos para esta actividad son muchos, pero podríamos reunirlos en cuatro grandes temas: el financiamiento, las nuevas tecnologías, los agroquímicos y los intermediarios; siendo además la capacitación un eje transversal de estas problemáticas.
Así las cosas, me permito generar una serie de propuestas para enfrentar estos problemas. Iniciando con el financiamiento, es menester entender que este es tan escaso, que solamente el 3% del crédito nacional va a la agricultura. Asimismo, el sector agrícola padece altas deudas, limitando sus posibilidades de inversión y dificultando la reactivación de este sector.
Ante esto, el país debe: brindar una adecuación de la deuda a un mayor plazo, ajustar los intereses a la actividad, flexibilizar mediante la SUGEVAL los requisitos para el sector, considerar los ciclos de producción en los análisis crediticios y establecer una banca distinta a la comercial, la cual pueda replantear las condiciones bajo las cuales se presta al agro.
Por otro lado, el acceso a la tecnología sigue siendo uno de los grandes retos. El país debe impulsar más la agricultura de precisión, la cual permitirá mayores rentabilidades para las cosechas, así como el ahorro de agua y productos utilizados en los procesos productivos. En esta misma línea, debemos generar mayores espacios para la transferencia tecnológica, de modo que las investigaciones científicas se conviertan en herramientas útiles y reales para la agricultura cartaginesa, permitiéndoles obtener insumos a precios más bajos.
Otro punto es el control de los intermediarios, estos se llevan la mayor parte de las ganancias, sacando provecho de las complicaciones para que nuestros productores lleguen al consumidor final. Nuestra provincia tiene buenos agricultores, sin embargo, no hay políticas claras, ni facilidades para acercarlos al consumidor. El país debe hacer un esfuerzo importante por regular las intermediaciones y por generar accesos más sencillos para que el agricultor pueda colocar su producto sin necesidad de un tercero.
Finalmente, debemos solventar el rezago que tenemos en agroquímicos. Es inconcebible que sigamos utilizando antiguas sustancias cuyos efectos perversos sobre el ambiente y altos costos han sido probados en reiteradas ocasiones. El sector agrícola ha exigido moléculas nuevas de agroquímicos para utilizar en sus cultivos, sin embargo, el gobierno ha hecho oídos sordos a esta petición.
Cartaginenses, nuestros agricultores trabajan de sol a sol y, sin embargo, pueden perderlo todo en cuestión de horas. Es momento de luchar y exigir mejores condiciones para el sector agrícola cartaginés.
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