Por Farshid Motahari (dpa)
Teherán, 3 abr (dpa) – El ministro de Exteriores iraní, Mohammed Yawad Zarif, fue recibido como un héroe nacional en el aeropuerto de Mehraban en Teherán, a su vuelta de Lausana: cientos de personas gritaban “larga vida a Zarif” y ondeaban con orgullo la bandera iraní. También en la noche del jueves se vivieron fiestas callejeras en las calles de la capital, con automóviles tocando el claxon y gente bailando.
Jóvenes en las calles gritaban: “Obama, Obama”, en muestra de su deseo de una normalización de las relaciones con Estados Unidos, tras más de 35 años de hostilidades. Algunos llevaban en una mano un billete de 10.000 riales y en la otra un dólar. El mensaje: éste debería ser el nuevo tipo de cambio. Ahora, un dólar sigue costando tres veces más.
Todos hablaban de un evento histórico, pero a nadie parece quedarle del todo claro qué es lo que se acordó en Lausana y qué se celebra exactamente.
Y es que en Irán a pocos les interesa el número de centrifugadoras o si en Arak se está construyendo un reactor de agua ligera o de agua pesada. Lo que interesa a la gente principalmente es que se levanten las sanciones en su contra y con ello, que baje la inflación.
“Sólo sabremos a qué atenernos cuando las sanciones se hayan levantado”, comenta el agente de divisas Hamid. ¿Se levantarán todas a la vez o paso a paso? Debido a las declaraciones contradictorias las repercusiones en el curso de divisa no están claras.
La incertidumbre sigue dominando también en las empresas iraníes. “Hay demasiados ‘Insha Alá’ (si dios quiere) en las declaraciones de Zarif”, comenta Ramin, importador de jabón.
¿Qué ocurrirá por ejemplo con las sanciones financieras contra los bancos que dificultaron el año pasado tanto las importaciones como las exportaciones? El empresario, al igual que otros, preferiría esperar hasta finales de junio para planificar su negocio, la fecha en la que debe estar listo el acuerdo definitivo. Actuar ahora sería demasiado arriesgado.
Ante el apoyo dado hasta ahora por el Líder Supremo, el ayatolá Ali Jamenei, al presidente Hassan Rohani en su política nuclear, los críticos al acuerdo se han contenido. Sólo ha vuelto a tomar la palabra Hossein Shariatmadari, editor del diario islamista “Kejhan”, para criticar el acuerdo. “Hemos cambiado un buen caballo por uno de carga”, señaló.
Los seguidores de la línea dura prefieren un acuerdo nuclear y con ello el fin de la crisis económica, pero temen por su futuro político. En febrero de 2016 se celebrarán elecciones parlamentarias en el país.
“Un acuerdo no sólo sería un gran éxito estratégico para los reformistas, sino también una garantía de victoria electoral y con ello, de una toma del Parlamento frente a los conservadores”, comenta un politólogo de la universidad de Teherán.
Pero, al contrario, un fracaso de las negociaciones podría suponer un desastre para los reformistas y para el presidente Rohani, pues no sólo volvería a reforzar la influencia de los conservadores, sino que en ese caso muchos temen incluso un regreso del ex presidente Mahmud Ahmadineyad.
Según los medios, Ahmadineyad está al acecho y espera especialmente el fracaso de Rohani en las negociaciones nucleares.