Por Ana Lázaro Verde (dpa)
Madrid, 22 may (dpa) – La irrupción de nuevos partidos ha dado un vuelco al mapa político español: el bipartidismo se abre ahora hacia un modelo pluripartidista en el que, según las encuestas, cuatro fuerzas políticas optan a gobernar en las instituciones españolas tras la cita electoral del domingo.
La campaña de estos comicios municipales y regionales se recordará como una de las más competitivas e inciertas en la historia reciente del país, ante la prueba definitiva para un sistema que durante más de 30 años ha marcado las reglas de la política española, con una alternancia de dos partidos en el gobierno: el Partido Socialista (PSOE) y el conservador Partido Popular (PP), del actual presidente del gobierno Mariano Rajoy.
Mientras las formaciones emergentes Podemos y Ciudadanos apelaron estos días a la ilusión y al cambio, las tradicionales hacían un llamamiento a la estabilidad y advertían de los riesgos de un escenario con gobiernos sin una mayoría clara.
“(Ese escenario) No es necesariamente malo”, reflexiona en conversación con dpa Fernando Vallespín, catedrático de Ciencia Política de la Universidad Autónoma de Madrid y ex presidente del Centro de Investigaciones Sociológicas de España.
“Una de las grandes virtudes del sistema político español ha sido hasta ahora la estabilidad y la gobernabilidad, pero después de la crisis de legitimidad que surgió como consecuencia de la crisis económica (…), yo creo que los nuevos partidos han contribuido a recuperar para la política a sectores sociales que habían perdido la esperanza de verse representados por los grandes partidos”, señala.
La única duda es, según el politólogo, si será posible gobernar en un sistema “tetrapartidista” en el que todo apunta a que el PP y el PSOE tendrán que compartir cabeza de cartel con los partidos emergentes, el centrista Ciudadanos y Podemos, considerado “hermano” del griego Syriza de Alexis Tsipras.
El intenso calendario electoral español arrancó el pasado 22 de marzo con comicios en la región de Andalucía (sur), donde el triunfo sin mayoría absoluta del PSOE, que gobierna allí desde hace 30 años, y la ausencia de una alternativa de gobierno, mantiene a la región “bloqueada” ante la imposibilidad de formar gobierno.
Los principales partidos de la oposición en el Parlamento andaluz -el conservador PP, Podemos y Ciudadanos- frustraron en tres ocasiones la investidura de la candidata socialista, Susana Díaz, como presidenta de Andalucía.
¿Es posible que esta situación se repita en otros gobiernos regionales tras los comicios del 24 de mayo?
“Lo que está ocurriendo (en Andalucía) es bastante sintomático de la inseguridad que tienen los nuevos partidos a la hora de formar gobierno ya que todavía no saben si los pactos les benefician o les perjudican. Mi impresión personal es que después de las elecciones del domingo sí se va a facilitar la gobernabilidad”, dice Vallespín.
Para ello, será necesario avanzar en lo que se denomina cultura de pactos, poco desarrollada hasta ahora en una España acostumbrada en buena medida a las mayorías absolutas. En un posible escenario de gobiernos de coalición o Ejecutivos en minoría, el diálogo, la colaboración y las concesiones deberían tomar el relevo de un modelo de crispación y descalificaciones.
“Vamos a entrar en una situación de cierta inestabilidad hasta que se asiente esta cultura de pactos. Vamos a pasar una temporada un poco ‘a la italiana’: de ver cómo se generan mayorías y se establecen acuerdos estables”, advierte Vallespín.
El mapa político que se dibuja en España tras la entrada de Podemos y Ciudadanos, cuyo apoyo real se comprobará el domingo en las urnas, se acerca cada vez más al que predomina en Europa, con Parlamentos fragmentados y varios gobiernos de coalición.
“Lo que está ocurriendo ahora en España ha ocurrido con anterioridad en otros países europeos donde el voto tiende a fragmentarse e impera la volatilidad. Los ciudadanos ya no se adscriben claramente a un partido. Pero por otro lado, no parece que vaya a ocurrir, ni de lejos, lo mismo que en Grecia, donde ha estallado completamente el sistema de partidos anterior”, dice Vallespín.
Por las encuestas se intuye un posible “castigo” de los ciudadanos a los partidos tradicionales en un contexto de crisis económica, descrédito institucional y estallido de casos de corrupción, pero no se puede vaticinar si la pérdida de votos será leve o estrepitosa, ni si quiera si tendrá lugar en todo el territorio español.
La situación es incierta tanto para los nuevos partidos, sin experiencia previa en comicios a nivel nacional, como para los hasta ahora mayoritarios, que se juegan también su futuro en las elecciones generales previstas a final de año en el país.
“No podemos excluir que (esas formaciones) saquen un buen resultado el domingo. Van a perder muchos votos, pero eso no significa que desaparezcan. Ni mucho menos”, augura Vallespín.