REPORTAJE

Barranca de Naranjo, 17 jul (elmundo.cr) – La calidad y el buen servicio son dos pilares fundamentales en Quesos Don Beto, una empresa familiar que surgió como un medio de subsistencia, pero que hoy, después de 20 años, da empleo a más de 25 personas.
Oriundos de Naranjo de Alajuela, los hermanos Villalobos: Delroy, Limberth, Reinaldo y Alberto, buscaron siempre la manera de salir adelante.
Han sido agricultores, ganaderos y comerciantes. Sembraron hortalizas y café; tuvieron una pulpería y un bar y previo a dedicarse al negocio de los quesos, el único sustento de los hermanos era una lechería.

De experimento a empresa
Durante un tiempo el negocio de la lechería les funcionó bien, producían gran cantidad y tenían muchos clientes. Sin embargo, poco a poco los pedidos fueron disminuyendo.
Fue así como los hermanos Villalobos se las ingeniaron para no perder el dinero que habían invertido y para no desperdiciar la leche que producían.
“Empezamos a prepararnos. Dos de mis hermanos fueron a cursos del Instituto Nacional de Aprendizaje (INA), mientras que otros tomábamos consejos de vecinos de la zona que ya tenían trayectoria en el negocio del queso; nunca nos faltaron los maestros empíricos”, comentó Alberto Villalobos.
La jefa administrativa de la empresa y esposa de Alberto, Alicia Vargas, recuerda cuando Quesos Don Beto inició en la cocina de la casa donde crecieron los hermanos Villalobos.
“Empezaron en la cocina experimentando con el queso tipo palmito, uno de los tradicionales de la zona. Poco después se trasladaron al garaje y desde entonces el lugar se ha ido acondicionando poco a poco”, explicó Vargas.

Perseverancia y austeridad
Con el paso de los años, los clientes de Quesos Don Beto fueron creciendo. En un inicio los productos se elaboraba completamente a mano y Alberto se encargaba de repartir los pedidos, lo hacía por medio de transporte público y con una hielera en sus hombros.
En la actualidad cuentan con cuatro camiones refrigerados y máquinas especiales para producir queso. Sin embargo, Alberto asegura que no fue fácil llegar a donde están ahora y describe ese proceso de crecimiento, como un camino marcado por sacrificios y retos.
“Cuando comenzamos teníamos vacas propias para hacer el queso y todo el proceso de producción se hacía a mano. Conforme aumentó la demanda, ya no dábamos abasto para hacerlo manualmente, entonces se tomó la decisión de vender las vacas para comprar una máquina italiana. Desde ese momento no tenemos vacas propias, pero se compró ganado de crianza para revenderlo y sacar dinero de ello”, detalló Alberto
Asimismo, el empresario indicó: “Al inicio nuestros empleados ganaban más que nosotros los propietarios, porque siempre tratamos de tomar buenas decisiones para poder reinvertir el dinero ganado, todo lo que se iba recogiendo fue siempre para comprar más equipo”.
Otra de las dificultades que ha tenido que enfrentar la empresa, es el poco conocimiento que hay en el país en cuanto a variedad de quesos y como empresarios consideran que es una barrera que muchas veces impide el crecimiento.
De acuerdo con Alicia Vargas, la línea de quesos maduros surgió como una necesidad para Quesos Don Beto, pues sus producciones eran grandes, pero una gran inquietud era qué hacer con todo el queso que no se vendía.
“En invierno hay más producción, pero hay menos ventas y en verano disminuye la producción, pero las ventas aumentan. Entonces en la empresa todos comenzamos a pensar qué se podía hacer con el queso que sobraba para no desecharlo y fue así como se nos ocurrió hacer quesos maduros, que pueden resistir hasta más de tres meses guardados”, explicó Vargas.
La jefa administrativa de Quesos Don Beto también indicó que el Gobierno les brindó mucho apoyo como empresarios en cuanto a capacitaciones, cursos de innovación y también de manera económica.
Por medio de los Fondos Propyme del Ministerio de Ciencia, Tecnología y Comunicaciones (Micitt), los hermanos Villalobos contactaron a un maestro quesero de Francia, quién viajó hasta Naranjo para explicarles las técnicas y los procesos que conlleva producir quesos tipo europeos.
Otro de los principales retos como empresa familiar a cargo de cuatro hermanos, es tomar decisiones. “Cada uno de nosotros tenemos diferencias y pensamientos distintos, por lo que las inversiones grandes en Quesos Don Beto demoran un poco por la toma de decisiones y la ejecución de ellas” resaltó Alberto.

Consolidación del proyecto
En el mercado de los quesos, Quesos Don Beto compite con compañías muy grandes y muy bien posicionadas y para conservar y aumentar su clientela, los hermanos Villalobos siempre han trabajado bajo parámetros que les permitan mostrar la esencia de su empresa.
“Parte de nuestra esencia es ofrecer un producto muy tico, que viene de las entrañas de un lugar rural con costumbres muy arraigadas. Tenemos una esencia muy nacional, pero con estándares de calidad internacionales”, comentó Alberto.
Para el empresario, los costarricenses tienen la creencia de que solo lo importado es bueno, sin embargo, considera que por medio de su empresa han podido demostrar que a pesar de ser una marca nacional, la calidad es tan alta que pueden competir con empresas de otros países.
Durante el crecimiento de la compañía, muchas personas aconsejaron a los empresarios y les brindaron ayuda para conseguir producir quesos como: Mozzarella y Ricotta.
Actualmente Quesos Don Beto también ofrece quesos maduros, quesos para panadería, Mozzarella para pizza, Mozzarella fresca, Mozzarella ahumada, Parmessano, Raclette,
y la línea de quesos de la casa: Montespino, Bettiano y Bettiano ahumado.
Sus productos se pueden encontrar en Automercado, Cristal y en supermercados de San Carlos, Palmares y San Ramón. Además, son proveedores de queso de más de 150 restaurantes, entre ellos Pan e Vino, Tintos & Blancos, Andiamo La, Filipos, Riverside y El Novillo Alegre. Asimismo distribuyen a hoteles como el Wyndham San José Herradura y el Crowne Plaza Corobicí; en total son alrededor de 200 clientes.

De empresario a empresarios
Para Alberto Villalobos, cada proyecto de emprendimiento es una buena idea que se va desarrollando poco a poco. “Lo principal es no tener miedo. Como empresario se tiene siempre temor, pero todo con calma se puede lograr. Un factor vital en toda empresa es la austeridad, sin una buena administración, cualquier idea está propensa a fracasar”, explicó.
El hermano Villalobos también indicó que un error que tuvieron como pequeños empresarios fue que el dueño se convirtió en la marca.
“Nosotros no hicimos una marca desde el inicio porque no teníamos la necesidad, vendíamos solo a restaurantes y a hoteles, donde no hace falta que el producto vaya tan identificado. Como yo era el repartidor, los clientes comenzaron a conocernos como Beto quesos y Beto Mozzarella y así fue como nuestra marca se llama Quesos Don Beto”, detalló Alberto.
Como empresario, también destacó que buscan mantener una relación muy apegada con los clientes, pues asegura que eso es parte importante del buen servicio.
“Siempre he tenido una relación muy cercana con mis clientes, pero ahora queremos que los clientes se acostumbren a la marca y al producto y no a una persona como tal”, aseguró.

Visión objetiva
Uno de los nuevos proyectos de Quesos Don Beto es un pequeño negocio propio, donde ofrecen además de sus productos, artículos hechos por emprendedores de la zona.
Como proyecto a mediano plazo, la empresa planea construir una planta diseñada y construida especialmente para la producción de queso.
“Uno de nuestros deseos es que la empresa quede en manos de nuestros hijos, que ellos puedan de alguna manera profesionalizar, por decirlo así, la empresa. Por ejemplo un sobrino está estudiando ingeniería industrial y otros se están inclinando por profesiones similares que juntos podrían llevar la empresa a otro nivel”, comentó Alberto Villalobos.
Actualmente, el principal objetivo de los hermanos Villalobosl es consolidarse aún más como empresa, con el fin de realizar grandes inversiones que les permitan producir más y ofrecer sus productos en más lugares del país.
