Madrid, 10 may (dpa) – El español Rafael Nadal dio hoy un paso atrás en su recuperación tenística al caer con contundencia por 6-3 y 6-2 ante el británico Andy Murray en la final del torneo de Madrid.
Un revés estrellado contra la red por Nadal puso fin en una hora y 28 minutos a un partido que tuvo un solo dominador. Errático y falto de ritmo, el español no pudo defender su título ante un Murray que, después de años incómodo sobre la arcilla, presentó hoy sus credenciales para aspirar a todo en Roland Garros.
Distinto es el caso de Nadal. El español vio hoy truncada la dinámica con la que había ido creciendo en su tenis durante la semana en Madrid, con su pico en las semifinales ante Tomas Berdych.
“Evidentemente hoy no ha sido el partido que esperaba poder jugar, lo intenté hasta el final pero no es de esos días que vamos a recordar”, admitió Nadal en la entrega de premios.
El número cuatro del mundo bajó hoy un peldaño en la escalera por la que pretende llegar en su máximo nivel al momento más importante de su temporada, Roland Garros, donde se ganó el título de rey de la arcilla y acumula nueve trofeos.
Antes de jugar en París, no obstante, el español pasará la próxima semana por Roma, donde tendrá una última oportunidad de llegar a la capital francesa con al menos un título en la temporada de arcilla europea, algo que ha logrado en los diez últimos años.
Hacía calor hoy en Madrid, un calor más veraniego que primaveral, pero el sol, ese sol que con el que Nadal parece hacer florecer su juego, no iluminaba ya la pista central de la Caja Mágica.
La sombra se cernía sobre la cancha, una sombra que se extendió pronto sobre el español en forma de dudas. Murray no es uno del montón: el número tres del mundo venía de ganar en Múnich su primer título sobre arcilla y tenía la confianza a pleno.
Nadal había asegurado el sábado tras su brillante victoria en semifinales que no tenía mucho margen de mejora, pero que necesitaba al menos mantener el nivel para levantar hoy su primer título de Masters 1.000 de la temporada.
No lo hizo. Ninguno de sus golpes hizo realmente daño al británico, que empezó el partido como un tiro y pronto se puso 3-0.
Nadal pudo recuperar el break en el séptimo y en el noveno juego, pero no pudo aprovechar ninguna de las tres oportunidades que tuvo y Murray se apuntó el primer parcial en su primera bola de set.
Firme con su servicio, profundo en el resto y preciso con el revés y la derecha, el británico volaba hacia su primer título de Masters 1.000 sobre polvo de ladrillo.
Nadal intentaba atacar, ser agresivo, probar tiros ganadores. Trataba, en definitiva, de lograr eso que sus rivales intentan habitualmente ante él: sacar de foco a su adversario, cortarle el ritmo.
Pero para eso se necesita precisión y confianza, algo de lo que el español no anda sobrado en una temporada en la que está sufriendo mucho para encontrar su mejor juego, después de pasar la segunda mitad de 2014 casi en blanco por varias lesiones.
El segundo set empezó aún peor para el español. Con dos roturas de servicio, se encontró casi en un momento con un 4-0 abajo que resultó definitivo. La bola estrellada en la red con la que entregó el partido fue el colofón de un partido en el que se vio impotente.
“Aún así -advirtió Nadal- es agradable tener una semana como ésta. Ha sido muy importante, muy positiva. He conseguido recuperar sensaciones que no tenía desde hacía tiempo. Voy a seguir intentándolo en Roma, luego en Roland Garros, y nos vemos aquí el año que viene”.