Sexo iniciático en la Berlinale: de Guanajuato a «50 sombras de Grey»

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Foto: Universal

Por Elena Box (dpa)

Berlín, 11 feb (dpa) – Berlín amanecía hoy revolucionada ante el esperadísimo estreno de “50 sombras de Grey”, que promete escenas de alto voltaje. Pero antes de que Jamie Dornan y Dakota Johnson paseen por la alfombra roja del Zoo Palast, la carrera por el Oso de Oro continuó con tres propuestas radicalmente diferentes.
Para calentar motores ante la inminente descarga erótica, los organizadores del festival habían programado hoy una buena ración de piel desnuda en “Eisenstein in Guanajuato”. Y es que en este biopic en clave de comedia Peter Greenaway subraya la importancia del sexo como catalizador del viaje iniciático que experimentó en México el legendario cineasta ruso.

El director de “El contrato del dibujante” o “El vientre del arquitecto” retrata a un excéntrico Eisenstein (Elmer Bäck) que llega a Guanajuato en 1931 con la intención de filmar una película. Para ello, y tras un fallido paso por Hollywood, cuenta con la financiación de simpatizantes comunistas liderados por el escritor estadounidense Upton Sinclair.

Eisenstein, que tras “El acorazado Potemkin” y “Octubre” era ya todo un mito vivo, se deja seducir por la sensorial cultura mexicana de la mano de su atractivo guía (el mexicano Luis Alberti). Y este no sólo le introducirá en la fascinante relación que mantienen sus compatriotas con la muerte, sino que lo ayudará a librarse de su autoinfligida represión sexual.

Greenaway juega con el color y las perspectivas, con largos planos circulares, transiciones imposibles o dividiendo en tres la pantalla, en un guiño a las propias herramientas cinematográficas de Eisenstein. “Vengo de un país (Reino Unido) que profesa un elevado respeto por el realismo, pero: ¿qué demonios es el realismo?”, se preguntaba un teatral Greenaway entre los aplausos de la crítica.

El finlandés Bäck encarna a un Eisenstein histriónico, con el pelo revuelto y obsesionado por el calzado -entre otras extravagancias propias de todo genio-, pero que a la vez está acomplejado con su propio cuerpo y reprime sus pulsiones homosexuales. “Te necesito casto para despertar la fantasía”, dice dirigiéndose a su pene en una delirante escena del filme.

El viaje de Eisenstein a Guanajuato marcó un punto de inflexión en su carrera. Filmó miles de metros una película que iba a titularse “¡Qué viva México!” pero que nunca llegó a terminar, pues tras su regreso a Moscú pasó de protegido a ser mirado con suspicacia por Stalin. Sin embargo, en lo personal, el cineasta que plasmó como nadie la Revolución de Octubre vivió allí su propia revolución.

Horas antes, el rumano Radu Jude (“The Happiest Girl in the World”) cosechaba aplausos por su ajuste de cuentas con la historia en “Aferim!”, una peculiar roadmovie en blanco y negro que retrocede al primer tercio del siglo XIX para arrojar luz sobre un capítulo tabú: el de la esclavitud a la que fue sometida la minoría gitana.

“Aferim!”, que significa “¡bien hecho!” en turco, hace referencia al saludo utilizado en la época y que recuerda los anteriores tiempos de dominio otomano. Haciendo uso de algunas de las convenciones del western, la cámara de Jude sigue a una especie de policía y su hijo que recorren el país a caballo en busca de un esclavo gitano a la fuga.

“La película intenta reflejar cómo los problemas del presente están vinculados al pasado”, explicó el realizador en la presentación a los medios. Y en ese pasado no tan remoto, además de la esclavitud Jude refleja también otros aspectos de la mentalidad de la época, como el antisemitismo, la discriminación de las mujeres o la educación religiosa.

El humor y un cierto costumbrismo folclórico sirven a Jude para suavizar la violencia de esta historia que en definitiva plantea una pregunta: “¿Podemos juzgar el comportamiento del pasado, si éste era fruto de las normas y la moral de la época?”, plantea el cineasta. “Yo no tengo respuesta, pero espero que sirva para que cada espectador reflexione”.

Por último, la jornada concluyó con la película china “Gone With The Bullets”, con la que Jiang Wen continúa la trilogía que comenzó con “Let the Bullets Fly” trasladándose esta vez a la cambiante Shanghai de los años 20. A caballo entre la comedia y el thriller de gangsters, narra una historia de corrupción y lavado de dinero en la que nada transcurre como está previsto.

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