La Colifata, la primera radio del mundo conducida por “locos”

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La Colifata, que se financia con publicidad, donaciones, eventos y subsidios, transmite en directo desde los jardines del hospital Borda los sábados durante seis horas con una antena propia. Crédito: La Colifata/Handout / dpa

Por Ignacio Pereyra (dpa)

BUENOS AIRES (dpa) – El factor sorpresa fue importante: internos y ex internos del hospital psiquiátrico Borda de Buenos Aires al frente de una radio. Ese fue el comienzo de La Colifata en 1991, una aventura que tras más de dos décadas es considerada una apuesta sólida que transforma la vida de muchas personas.

“A priori interesaba por la novedad, después de diez años uno ya podía pensar que interesaba por otras cuestiones. Les hizo sentir que su palabra tenía valor”, dice a la agencia dpa el psicólogo Alfredo Olivera, creador y director de la radio La Colifata, que se puede escuchar en el dial 100.1.

El fundador de la radio pensaba que era “imposible generar un cambio en relación a la problemática del sufrimiento psíquico si no se creaba un espacio para trabajar esa problemática también en el territorio de lo social”.

“La cuestión de la locura es muy compleja y puede ser abordada desde múltiples lugares. Lo que encontré cuando empecé a ir al hospital como voluntario en 1990 era el gran aislamiento social en el que vivían las personas allí internadas”, cuenta.

Olivera sabía que una gran cantidad de personas llevaban muchos años de internación. “La idea de la radio surge como respuesta, en principio, a una lectura que tenía que ver con los efectos de ciertas prácticas sociales que producen exclusión y esa exclusión tenía un espacio geográfico en el psiquiátrico”, explica.

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El psicólogo Alfredo Olivera (D), creador y director de la radio La Colifata. Crédito: La Colifata/Handout / dpa

El director de La Colifata remarca “el impacto del proyecto a escala global, al ser la primera radio en el mundo en transmitir desde un psiquiátrico. Tuvo muchísima visiblidad”. Tanta, que se convirtió en un modelo para otras iniciativas similares en Uruguay, Chile, Francia, España y Suecia, entre otros países.

La Colifata, que se financia con publicidad, donaciones, eventos y subsidios, transmite en directo desde los jardines del hospital Borda los sábados durante seis horas con una antena propia. Hay invitados y vistas de la comunidad en general, incluso famosos como el músico francés Manu Chao.

“La radio es un espacio de referencia importante. Produjo efectos clínicos y sociales en términos de la movilización y solidaridad que vienen de la comunidad. Me parece que tambíen pudo influir en la implementación de políticas públicas”, dice Olivera.

La Colifata es una organización no gubernamental que nació en el marco de una experiencia de comunicación terapéutica para generar lazos entre los usuarios y el mundo exterior.

“La idea básica de crear la radio fue producir un acto donde se generen situaciones de encuentro entre personas con padecimiento mental y una comunidad que tiende a aislar, a invisibilizar, a dejar aparte, a abandonar”, señala.

A su vez, su creador cuenta que la intención es que tenga una impronta alegre, festiva y que se registren una serie de situaciones en el psiquiátrico, pero también salirse de ahí para echarlas a rodar en la esfera social.

“Desde el principio, en el mes de agosto de 1991, la primera vez que fue puesto al aire un fragmento de lo allí grabado, hubo de inmediato una respuesta del público”, recuerda.

En aquella época, con internet aún en etapa embrionaria, Olivera iba al hospital psiquiátrico con un grabador de periodista.

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El músico francés Manu Chao durante una de sus visitas a La Colifata. Crédito: La Colifata/Handout / dpa

“Estaban de acuerdo en grabar. Circulaba de mano en mano, cada uno dando su punto de vista sobre algún tema. Luego una síntesis de ese debate era puesto al aire en una radio comunitaria, lo que generaba respuesta de los oyentes. Llamados telefónicos que los grababa”, dice.

Al sábado siguiente, cuando se volvían a reunir, el director de La Colifata llevaba los mensajes para escucharlos todos juntos.

“Permitían estructurar los nuevos debates porque en general los llamados eran preguntas: ¿cómo los tratan? ¿qué es para ustedes la locura o la normalidad?”, cuenta.

Las preguntas de los oyentes se convertían en el motor para que los integrantes de este nuevo espacio se empezaran a interrogar y debatir. Y Olivera se ocupaba de coordinar ese espacio.

“La radio aparece como un escenario posible que crea situaciones de encuentro para producir efectos clínicos de inclusión”, afirma el director de La Colifata.

Cada emisión semanal de la radio es grabada y después se realiza un trabajo de edición para el que se respetan criterios ético-terapéuticos y estéticos.

“El hecho de que estas personas tengan una radio, sean escuchados y sea considerada su mirada como válida, empezó a causar efectos en quienes hablaban, como estar motivados, debatir, participar de debates, organizarse, reflexionar y transformarse en actores sociales”, dice.

Olivera destaca la valía del proyecto al señalar que La Colifata “acompañó a muchas personas en su proceso de recuperar las condiciones de alta, a salir del hospital y también cuando salieron del psiquiátrico”.

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