San José, 11 feb (elmundo.cr) – Un desafortunado cóctel de factores ha conducido a que la presente cosecha de miel esté siendo de las peores en los últimos 20 años.
No hay comparación, por ejemplo, con la temporada pasada y mucho menos con la de 2019, que fue regular en cuanto a producción. Entre el tiempo cambiante, las intoxicaciones masivas del año pasado y la escasa floración, este 2021 está siendo desastroso.
“De frontera a frontera estamos en la misma situación”, comenta el presidente de la Cámara Nacional de Apicultura, Juan Bautista Alvarado.
“Tenemos comunicación diaria con apicultores de todo el país y todavía no hemos identificado zona alguna que escape al fenómeno apuntado. La reducción de la presente cosecha se estima en un 50% en relación con el 2020 y de un 75% comparada con el 2019, debido a la escaza producción en la vertiente del pacífico”, agregó.
“Los efectos del cambio climático se acentúan cada año, las floraciones no duran nada y, además, tenemos cambios bruscos y disminuciones prolongadas de temperaturas que perjudican gravemente nuestra actividad”, mantiene Alvarado.
La pasada época lluviosa se prolongó más de lo acostumbrado y cerró con fuertes temporales que terminaron estresando a las abejas. Las inclemencias del tiempo afectaron los cultivos de muchos agricultores y también diezmaron las colmenas, todo lo cual está afectando la producción de miel.
“Algunas personas apicultoras piensan que no van a cosechar nada, observan mucho enjambrazón y cambio de reinas en sus colmenas”, afirmó Alvarado.
Alvarado explicó que “tuvimos que alimentar todo el mes de diciembre para evitar que nuestras abejas murieran de hambre, porque en lugar de sol y floraciones tuvimos fuertes fenómenos atmosféricos generados por los efectos indirectos de los huracanes Eta e Iota. Las floraciones arrancaron con unos 45 días de retraso y de manera muy débil, acotó el representante de los apicultores”.
Además de la climatología, la importante mortalidad del año anterior, no ha permitido a los apicultores generar las condiciones productivas necesarias.
Esto debido a factores como la alta tasa de intoxicaciones por tratamientos en cultivos, y en determinadas zonas, una diezmada población en las colonias a causa de la acción continua del parásito varroa destructor.
Entre la baja producción y una “proliferación de mieles adulteradas (en muchos casos fraudulenta), que crece año tras año con engaño al consumidor y, con las que el productor costarricense no puede competir, la situación del sector pinta cada vez peor”, aseguran desde la Cámara de Apicultura.
El problema incrementa cuando, aparte de hacer frente a las inclemencias del tiempo, nos toca lidiar también con la mano del hombre y su imprudencia. El año pasado murieron casi 100 millones de abejas a causa de las intoxicaciones masivas con fipronil, y lo peor, asevera Alvarado, es que es hay autoridades públicas que defienden el comercio y uso de esas sustancias sin pensar en el daño a las abejas.
La Cámara de Apicultura reclama al gobierno de Costa Rica más compromiso y mayores esfuerzos para fortalecer la apicultura, “necesitamos que se agilicen los apoyos del sector para hacer frente a las pérdidas que tenemos que asumir los productores, nos urge un Plan Nacional Apícola. Nuestras abejas, junto con el resto de polinizadores, ejercen una actividad imprescindible para el medio ambiente, la biodiversidad y la producción de alimentos que desaparecerían si no se apoya la apicultura costarricense por lo que pedimos a las autoridades del gobierno un apoyo firme”, concluyó Alvarado.