Hipocondríacos: Convivir con el miedo a la enfermedad

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Si los afectados buscan en Internet sus síntomas, la preocupación puede ir en aumento. Crédito: Franziska Gabbert / dpa-tmn

Por Lea Sibbel (dpa)

Seguramente todos tenemos algo de hipocondríacos. ¿Quién podría decir que nunca creyó sentir los síntomas de una enfermedad sobre la que acababa de leer un artículo? En la mayoría de los casos la preocupación se desvanece rápidamente, pero quien sufre de hipocondría suele atormentarse durante bastante tiempo temiendo lo peor.

“Los afectados tienen miedo de padecer enfermedades realmente serias”, explica la especialista Iris Hauth. Una de las principales características es la observación permanente de su propio cuerpo, “perciben sus funciones de un modo muy intenso”, comenta Hauth.

Eso no es algo negativo de por sí. “Observar el cuerpo es algo bueno”, comenta el experto en medicina psicosomática Harald Gündel, pero, continúa, los hipocondríacos suelen sospechar de inmediato que algo malo les está sucediendo.

“El prototipo del hipocondríaco tiene una hipótesis muy clara”, explica Gaby Bleichhardt, autora de un libro sobre el tema. Quien tiene este padecimiento suele estar convencido de qué enfermedad está sufriendo, “y por lo general el hipocondríaco tiene miedo de tener cáncer”, observa Bleichhardt.

El hipocondríaco no sólo mantiene su cuerpo bajo observación y remite cualquier cambio a causas negativas, sino que además no se deja convencer de lo contrario. En un primer momento el paciente suele sentirse aliviado de acudir al médico, pero poco después resurgen las dudas. ¿Fue lo suficientemente exhaustivo al revisarme? ¿No se le habrá pasado algo?

“Los pensamientos vuelven a dispararse”, dice Gündel, y lo que podría llamarse una obsesión por la supuesta enfermedad puede llegar a afectar el ánimo general y el modo de vida. La idea pauta tanto la vida privada como la laboral, define el día a día, y lo hace durante períodos que pueden ser prolongados.

Los hipocondríacos no sólo buscan alivio -pasajero- en la consulta médica. También leen, “y leen mucho”, dice Gündel, que dice que casi todos los que sufren este síndrome vuelcan sus búsquedas a Internet.

Algunas personas incluso prefieren no acudir al médico por temor a que realmente les detecte algo, explica Hauth.

Lo que no se ha logrado responder es por qué se desarrolla este síndrome. “Tener un carácter temeroso es seguro un factor de riesgo”, señala Gündel, mientras que Bleichhardt apunta posibles causas psicológicas relacionadas con el entorno en el que la persona creció. Muchas veces se trata de individuos que han vivido episodios relacionados con enfermedades y con la muerte.

Hauth señala que las terapias cognitivo-conductuales han demostrado ser una buena herramienta. Estas terapias ofrecen ejercicios para que los pacientes enfrenten sus miedos, vean en su propio cuerpo cuánta energía ponen en concentrarse en esos temores.

En cambio, el enfoque psicodinámico busca los disparadores del síndrome, explica Gündel. Un ejemplo podría ser el traslado a una ciudad o a un país desconocidos de alguien que siempre vivió en un mismo lugar.

A través de las terapias, los afectados tienen buenas chances de ganar control sobre la problemática. La mayoría de ellos logra aplacar el temor a estar enfermo, dice Bleichhardt. Si bien, según Hauth, “la sobrepreocupación no se puede eliminar por medio de una terapia”, gracias a ellas casi todos pueden vivir el día a día sin verse tan afectados.

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