Zepol y el desdén presidencial: Un insulto a la dignidad de los adultos mayores

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Es inconcebible que un presidente de la República, quien debería ser el principal defensor de los valores que nos unen como sociedad, permita que sus palabras ofendan a una de las poblaciones más vulnerables: los adultos mayores. Faltarles al respeto es, en efecto, faltar el respeto a nuestros padres, abuelos y a los que nos precedieron, a quienes debemos tanto por su trabajo y sacrificio a lo largo de sus vidas. Esta reflexión no es menor: si un líder no es capaz de respetar a los adultos mayores, ¿cómo podemos confiar en que será capaz de liderar con justicia y equidad a todos los sectores de la población?

El envejecimiento acelerado de Costa Rica, con más del 14% de su población por encima de los 65 años, plantea un desafío importante para el país. Los adultos mayores no son solo una parte de la sociedad, son los pilares sobre los que se ha construido nuestra identidad cultural, económica y familiar. El trabajo, los valores y la experiencia de estas personas nos han permitido llegar hasta donde estamos, y como sociedad, debemos reconocerles y respetarles por ello.

Sin embargo, el presidente Rodrigo Chaves ha hecho caso omiso de esta realidad. En un reciente acto público, sus comentarios hacia los adultos mayores fueron, en el mejor de los casos, despectivos y, en el peor, gerontofóbicos. Lo más alarmante de sus palabras no es solo el insulto en sí, sino lo que refleja de su perspectiva sobre la importancia de esta población. Al parecer, en su mente, las personas mayores no tienen valor más allá de la edad que han alcanzado. Tal postura no solo es equivocada, sino también peligrosa.

Al faltar al respeto a los adultos mayores, Chaves no solo atenta contra un grupo vulnerable de la población, sino que envía un mensaje corrosivo a toda la sociedad. La dignidad humana no tiene fecha de caducidad; el respeto debe ser incondicional, sin importar la edad de la persona. Este tipo de discurso no solo perpetúa estereotipos negativos sobre los mayores, sino que también agrava la división social. Un presidente debe unir, no descalificar.

Es necesario recordar que Costa Rica ha firmado compromisos internacionales que promueven el respeto, la inclusión y la protección de los derechos de las personas mayores, y que, como sociedad, nos debemos mantener firmes en la defensa de su dignidad. Los adultos mayores no son un lastre, sino un activo invaluable para nuestra sociedad. Son, y seguirán siendo, un pilar fundamental tanto en la estructura familiar como en la construcción de una nación más justa e igualitaria.

El presidente debe reflexionar sobre el impacto de sus palabras y el daño que generan. Ofender a los adultos mayores no es solo una falta de respeto hacia ellos, es también un ataque directo a la esencia de lo que nos define como sociedad. Afortunadamente, hay tiempo para rectificar y para que el mandatario elija un camino de respeto y empatía, uno que se base en la inclusión y en la valoración de todos los sectores de la población, sin distinción de edad.

Costa Rica no puede permitirse caer en la trampa de un discurso que solo fomente el desprecio hacia los más vulnerables. Es hora de que el presidente Chaves se convierta en un líder que promueva la unidad, que valore a todos los ciudadanos por igual y que, con su ejemplo, impulse una verdadera cultura de respeto hacia los adultos mayores. Al final, el respeto por nuestros mayores no es solo una cuestión de justicia, sino de humanidad. De no ser así, no solo perderemos el rumbo hacia una sociedad más inclusiva, sino que olvidaremos las lecciones que nos han dado aquellos que, con esfuerzo y dedicación, nos han permitido estar donde estamos hoy. Ojalá este sector recuerde estas palabras en las urnas y recuerden por qué votaron, porque hoy los humilla quien debería ser su mayor defensor.

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