La policía es la institución encargada de velar por el mantenimiento del orden público y la seguridad de los ciudadanos, a las órdenes de las autoridades políticas del Estado, a través del desarrollo de un conjunto de labores institucionales que giran en torno del control del delito mediante su prevención.
La función policial consiste en la protección ciudadana frente a determinados riesgos que suponen una lesión a los derechos y libertades de las personas, función que tiene el aval y la conformidad de la sociedad.
La labor policial debe estar centralmente orientada al tratamiento y la resolución de aquellos incidentes o eventos criminales que, en su conjunto, constituyen grupos de “problemas delictivos”, cuyo desarrollo vulneran la situación de seguridad pública.
No obstante el verdadero ámbito de capacitación, entrenamiento y control de una política de seguridad ciudadana es la demostración práctica de una capacidad de acción por parte de las autoridades, cuyo objetivo es infundir un sentimiento de seguridad en la población, acerca de que la autoridad está en control de la situación, mediante la aplicación de la ley y las políticas de prevención.
Es ahí donde sus miembros se socializan institucionalmente y adquieren los principales hábitos, prácticas y formas de interpretación con relación a su labor, a la sociedad, al crimen y a su propia institución.
Sin embargo, la visión que los habitantes tienen sobre la policía guarda relación directa con sus experiencias concretas. Las prácticas policiales concebidas como problemáticas son aquellas que de alguna manera han distanciado la policía de los ciudadanos, poniendo en entredicho sus funciones y deslegitimando su labor de prevención.
Esto podría conducirnos al abismo y debe mejorar, porque la policía es imprescindible para la seguridad ciudadana y es garantía de los derechos humanos de las personas. Esto implica que ese cuerpo policial debe recuperar su autoridad, respeto y lugar en la sociedad porque su trabajo tiene incidencia directa en la calidad de vida de los ciudadanos.
Esta gran labor hace a la policía, sujetos también de una serie de derechos profesionales correlativos al peligro y dedicación de su función, entre ellos:
1.Derecho a una remuneración justa, que permita a él y a su familia un nivel de vida digno, teniendo en cuenta los peligros, responsabilidades y situaciones de estrés a las que se enfrenta cada día.
2.Garantizar los derechos de seguridad e higiene en el trabajo
3. Derecho al horario y apoyo psicológico y físico necesarios, régimen de descanso y vacaciones proporcionales al desgaste que implica su trabajo.
Por último, la policía debe recibir capacitación y formación permanente en derechos humanos, exhaustiva en materia de evaluación táctica del peligro, para que pueda determinar en cada situación si el uso de la fuerza, incluida la letal, es proporcionado, necesario y lícito.