Una propuesta insolente

Hoy en la mañana, al leer el periódico, me enteré de que un alto funcionario del gobierno, con desfachatez inusitada, brutal descaro y grosera frescura, viene a decirles a tantos costarricenses que con gran esfuerzo, entrega diaria y dedicación han montado empresas exportadoras, que cambien de actividad.

No puedo contener mi indignación, ni mis deseos de plantármele enfrente y decirle: ¿qué se ha creído Ud, “señor que nadie conocía”, ni de quien conocemos trabajo u oficio en Costa Rica?

¿Pero qué cree Ud. “señor que nos vino de no sé dónde”, que los que sí trabajan pueden cambiar de empleo como quien se cambia de camisa? ¿Qué les está sugiriendo: que pidan trabajo donde la cosa sí es fácil? ¿Que se hagan de la noche a la mañana vicepresidentes, viceministros o ministros?

Déjeme decirle que la propuesta no deja de ser tentadora porque ahí todos sí están felices con el “dolarcito devaluado”; ahí la alegría sí es generalizada; ahí sí: “que siga de picada porque es nuestro negocio”.

No puedo aceptar insolencia tan grande; me resisto a callar ante tal atrevimiento e irrespeto en perjuicio de costarricenses honrados que día a día mueven nuestra producción recibiendo el fruto del trabajo de miles de agricultores, ganaderos y empresarios.

No puedo tolerar que un funcionario público, que se supone debe velar por los intereses y el bienestar de los ciudadanos, no se inmute, no se apene, no se sonroje siquiera al proferir sentencia tan burda y vulgar a los exportadores.

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