Patrones comunes de los sectores antidemocráticos. Narrativas y ardides
Desde la derecha, se culpa a la democracia de negar “intereses inherentes a la nación” dado que integra a poblaciones migrantes que “distorsionan” a un supuesto “ser nacional”. Desde la izquierda, se presenta al modelo democrático, liberal y de mercado bajo la forma de un argumento colonialista cuya meta verdadera radica en perpetuar un lesivo estado de cosas, ello bajo hegemonía imperial y de élites locales leoninas. El fruto de lo último ha sido que los revolucionarios solo han traído miseria y autoritarismo. Ortega es ejemplo, expulsando a la FAO por denunciar el hambre en Nicaragua (Redacción, “Dictadura expulsa a la FAO y la tilda de “injerencista” e “irrespetuosa” por informar sobre el hambre que vive Nicaragua”, Confidencial, 4/2/25), así se vive y padece el fracaso de “la revolución”.
A nivel político, el rasgo más preocupante lo representa la erosión gradual pero certera de las instituciones y los procesos democráticos. Lo hizo Hugo Chávez prostituyendo al poder electoral y al judicial, llenándolos de los cuadros partidarios del PSUV. Lo practicó AMLO debilitando la autonomía judicial y comprando al ejército vía puestos y privilegios indebidos. Y lo hace el trumpismo persiguiendo a los jueces involucrados en los casos contra Trump y también merced al mortal ataque del 6 de enero contra el Capitolio, cuyos culpables ya fueron indultados (…). En síntesis, sin importar el signo ideológico, las corrientes antidemocráticas desvirtúan las elecciones y desmantelan el sistema de pesos y contrapesos de la democracia, instaurando un poder ejecutivo que rápido deviene en dictadura. Ya la Comisión Interamericana de Derechos Humanos habla de torturas, desapariciones y otras graves violaciones a los derechos de las personas en la Venezuela de Maduro durante las fraudulentas elecciones pasadas (AFP, “CIDH sostiene que la reelección de Maduro carece de “legitimidad democrática”, CRHoy, 7/1/25) Otra táctica común es inundar las redes con troles y bots, llegando a saturar los foros y páginas con noticias falsas, teorías conspirativas y meros insultos y burlas; algo así como una pandilla fascista o comunista versión virtual.
Así, el lema de un “mundo multipolar” es una vil patraña, el eje Moscú-Pekín en realidad anhela un orbe de serviles satélites dictatoriales, sin importar el signo ideológico, a todas luces opera en este sentido; pretende un mundo sin libertades ni garantías. Dicho eje busca para ello anular el peso e influencia global de las democracias liberales de mercado, háblese de Europa, Japón, Corea del Sur, Australia y Canadá, de tal modo que su propósito expansionista se vea allanado.
Las tareas de la democracia
¿Qué posibilidades le quedan al sistema democrático? Un eslabón neurálgico lo representa el sistema educativo. La educación está muy desfasada respecto al mundo virtual e interconectado de la contemporaneidad. No genera ciudadanos críticos y capaces de distinguir la información falsa, las teorías basura, entre otros adefesios, de los datos fiables y científicos. Esta falencia tiene una expansión hoy día universal, tanto países desarrollados como naciones en vías de desarrollo no están atacando dichos fenómenos desde las escuelas, colegios y universidades.
En adición, conviene muchísimo releer las obras de Hannah Arendt (“Los orígenes del totalitarismo”), pues postula un concepto que abarca tanto a los experimentos de la derecha como los de la izquierda. La Escuela de Frankfurt también aporta análisis interesantes en ese sentido (de Erich Fromm, “Psicoanálisis de la sociedad contemporánea”, “El miedo a la libertad”, entre otros), además de Albert Camus (“Calígula”) y por supuesto, el pensamiento liberal. Porque recalcamos que el propósito más denodado de los totalitaristas rusos y estadounidenses descansa en destruir las instituciones democráticas, esto trasciende las ideologías políticas, es un proyecto supra ideológico, un plan macro, que, por supuesto, va más allá de las guerras comerciales entre China y Estados Unidos.
Sin lugar a duda el análisis de la crítica situación del mundo actual resulta perentorio. Urge repensar las definiciones, características y sobre todo consecuencias de los diferentes sistemas políticos. No obstante, las dificultades saltan a la vista. De cara a la amenaza global del trumpismo, ¿Puede una universidad como la UNA presentar un estudio serio, que sopese la importancia de la democracia liberal? Muy difícilmente una institución que ha pasado despotricando toda una vida contra la modernidad filosófica europea tendrá el propósito y la experticia de ver las repercusiones de romper los valores, prácticas e instituciones que irradió ese mismo fenómeno histórico. El orden moderno, racionalista y de derechos universales hace aguas y no hay motivo en ello de celebrar, ni traerá la crisis de la modernidad emancipación para nadie.
Otro elemento necesario radica en despolarizar, pues las polarizaciones favorecen el ascenso al poder de los grupos antidemocráticos. El triunfo de Friedrich Mertz en Alemania arroja esperanzas, ya que se desmarca de la izquierda al tiempo de que repudia a los ultraderechistas de la AFD. Hace falta hacer conciencia de los inconvenientes del socialismo y del mal llamado “progresismo”, aunque sin jamás caer en la órbita totalitaria de Trump, Orban, Putin y sus acólitos. Sumándose a Mertz, debemos resaltar la figura de Mark Carney, Primer Ministro de Canadá, quien hace una oposición valiente y férrea frente a los ataques estadounidenses y a los discursos de anexión.
Finalmente, sobresalen las elecciones en tanto épocas críticas, ya Francia y Rumanía supieron detener las ofensivas rusas para instaurar títeres. Esta labor debe perpetuarse y fortalecerse, sin duda. Un aspecto clave radica en considerar que el fenómeno tiene expresión global, porque los totalitarios intervienen la política interna de una gran cantidad de países; puede haber grupos locales, pero reciben siempre un sólido soporte de baterías de troles y bots internacionales. A nivel de Costa Rica la amenaza la representa el partido Frente Amplio, de inspiración bolivariana y firmante del Foro de Sao Paulo, de ahí la importancia de denunciar sus artimañas, siendo citables las pretensiones de alianzas con cierto partido grande y corrupto y otros más por ahí (Hugo Chávez hizo algo similar en Venezuela en las primeras elecciones que ganó). Es también de los ciudadanos la responsabilidad de contrarrestar las campañas de desinformación y de vigilar el entorno político de sus países.
Como corolario, el sistema democrático vive aciagos días. Pues desde la derecha y la izquierda se trabaja para destruir las instituciones y los procesos, siendo la dictadura la meta de muchos gobernantes. La democracia depende de todos: sistema educativo, sectores académicos, prensa, partidos políticos y ciudadanía, sin una labor conjunta, consciente y seria habremos de perderla.