Soberanía y Política Internacional

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La política internacional de nuestro tiempo, más allá de regirse por ese constructivismo e idealismo teórico, está regida por el realismo más acérrimo. La lucha por el poder entendida como intereses concretos de naciones (y sus grandes empresas) sobre otras, está delimitando un tablero en el cual todas las fichas están en juego, y por ende, la falta de estabilidad se vive y se manifiesta en cada rincón del planeta a diario. Pero, ¿qué sucede? ¿Cómo entender este caos global que nos tiene al borde de un colapso civilizatorio sin precedentes en pleno siglo XXI?

Quizás estas sean sólo dos de las miles de preguntas que nos hacemos cuando vemos la realidad tan compleja en la que vivimos. Cabe mencionar, que de la mano de todas estas discrepancias geopolíticas, existe una disputa sumamente fuerte y seria por las regiones que cuentan con mayor cantidad de recursos naturales considerados como estratégicos. Dicha etiqueta, es debida a que son aquellos de los cuales depende la economía global (crecimiento y poder). Imaginemos por ejemplo, qué hace un país como China si dentro de su territorio no cuenta con algún recurso vital para la industria automovilística o de la construcción, desde luego, pensamos que tienen que salir a buscarlos fuera, en otras latitudes, y de ahí entenderíamos su intromisión en África o América Latina, por mencionar casos concretos. Ahora imaginemos lo mismo, con cualquier otro país o potencia que esté previendo que para cierto tiempo no muy lejano se va a quedar sin agua, petróleo, gas natural u otro tipo de recurso no renovable del cual dependa no sólo su economía sino la vida de sus habitantes. ¿Hasta dónde estaría dispuesto a llegar un país por su seguridad nacional y sobrevivencia?

Y es que precisamente, nos encontramos en una época así, algunos la llaman “de crisis energética”, otros “el colapso de un orden o status quo global”, mismo que es imposible ignorar. Lo cierto es que los mismos estudios científicos ya tienen proyecciones reales sobre cuáles son las naciones y en qué año específico es que se van a quedar sin algún tipo de recurso vital. El agua es la principal prioridad y ya vivimos guerras por la misma, recordemos que la guerra de hoy no es necesariamente o no se presenta sólo por el enfrentamiento entre dos ejércitos formales, todo ha cambiado y existen múltiples formas de conflicto, que incluso a veces parecen pasar desapercibidos para las masas, que en palabras del viejo Platón, se encuentran dentro de la caverna viendo las sombras pasar y creyendo que esa es la verdad. De manera, que el actual escenario en el que nos encontramos es muy delicado, ya que además de las diferencias políticas existentes entre las grandes potencias, sobre lo que debería ser el futuro del sistema internacional, estamos ante una verdadera batalla por los recursos menguantes de un planeta sediento y desgastado por la avaricia del ser humano.

Nuestro sistema de vida opulento, de crecimiento desmedido y sin ningún tipo de cuidado del medio ambiente (en el fondo a pesar de que se hacen múltiple cantidad en esfuerzos en la vía correcta, aún no se logra una cambio sustancial que detenga la debacle global) basado en la extracción de fósiles, explotación irracional de la biodiversidad y rituales tan negativos como el consumismo, nos están llevando a puntos de no retorno muy peligrosos, en el que no logramos ver una articulación real y razonable entre conceptos como desarrollo, humanismo, ecología y espiritualidad, por ejemplo. Ante ello, los intereses no necesariamente democráticos que se esconden detrás de políticas y programas de gobierno, terminan siendo la receta perfecta para el desastre y la agudización del problema, no así su solución. De ahí el papel y rol protagónico que vienen tomando grupos organizados de la sociedad civil y colectivos en defensa de otros modelos de desarrollo y formas de convivencia.

Estamos muy equivocados si creemos que realmente la lucha en el mundo hoy es por ideologías. En el fondo, me atrevo a decir que es lo que menos importa, la realidad de los últimos meses con las elecciones en EEUU y otros países, han demostrado que la realidad está trascendiendo esas barreras clásicas y dando otro tinte a las tensiones que se viven actualmente. En esta lógica del sálvese quien pueda, lo que rige la política internacional es algo muy sencillo: soberanía, porque de ella depende el juego al acceso de recursos estratégicos. Y no en el sentido ideológico clásico, sino en su más amplia concepción. Por ejemplo, el conflicto entre Costa Rica y Nicaragua por la isla Calero, como sabemos, es debido al petróleo que hay en la zona. Al igual que los cuadrantes disputados en el pacífico, en otras palabras, son millones de dólares los que están en juego, lo que justifica cualquier tipo de rearme u acción política para defender ese interés. Si al gobierno nicaragüense le interesan, necesita ampliar sus fronteras a costa de la limitación de las nuestras, o sea, restando soberanía a su país vecino mientras amplía la suya. Igual sucede con otros conflictos como el caso de la disputa por la soberanía de las islas Malvinas, cuyos alrededores cuentan con yacimientos de petróleo importantes, además de ser un punto geoestratégico vital tanto para Argentina como para los ingleses.

Todo este escenario hace que el concepto de seguridad nacional se convierta en un referente fuerte en la retórica y amplía los márgenes de acción de los países en la escena internacional y nacional. En especial de las potencias que van a buscar defender su espacio vital a como dé lugar creando nuevas esferas de influencia y fortaleciendo las que tenían en regiones de alto valor no solo por los recursos sino por posiciones para defenderse unas de otras. Por lo tanto, la soberanía sobre las fuentes de estos, además de dar poder y superioridad a una nación sobre otra, es evidentemente, un razón para reconfigurar de forma estratégica el nuevo mapa mundial que ya ha empezado visualizarse con las movidas que están haciendo las potencias en regiones como Europa Oriental, Medio Oriente y en Asia Pacífico.

Aquí radica la importancia de que nuestros políticos y todas aquellas personas que deseen participar en política conozcan y tengan conciencia de estas realidades, que no son simples ideas faltas de contenido, sino que es la praxis de lo que se encuentra en desarrollo en estos momentos. Costa Rica no está aislada ni ubicada en otro planeta, somos un país rico en biodiversidad, somos una potencia hídrica y por lo tanto energética, depende de nosotros mismos y de nuestras decisiones, el que podamos sortear con inteligencia, sabiduría y capacidad los retos de un mundo convulso.

Los artículos de opinión aquí publicados no reflejan necesariamente la posición editorial de EL MUNDO. Cualquier persona interesada en publicar un artículo de opinión en este medio puede hacerlo, enviando el texto con nombre completo y número de identificación al correo redaccion@elmundo.cr

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